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Sin la Ana más importante

Ana Obregón, devastada en el día de Santa Ana, dice que "ya no le quedan lágrimas" para llorar a su madre

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"Siempre hemos celebrado nuestro Santo juntas", empieza el triste mensaje que Ana Obregón le ha dedicado a la Ana más importante de su vida, su madre, en el día que hasta ahora ambas compartían. En las palabras de la presentadora, que poco a poco trata de recuperarse y hallar una nueva normalidad desde la que seguir con vida, ahora incompleta por culpa de la enorme pérdida, se hace notar la emoción y, también,  el arrepentimiento.  "Hoy he enviado un ramo de Peonías blancas al cielo como hacía siempre, con una nota de perdón", escribe.

El largo luto por su hijo Aless sigue ocupando sus pensamientos y cada segundo de sus días, y Ana parece sentir que no está haciendo lo suficiente para honrar a su madre allá donde esté. "Perdona Mamá por no haber entrado todavía en tu duelo, pero es que ya no me quedan lágrimas", dice. Ella siempre fue su principal pilar y apoyo y que echa inmensamente de menos. "Tengo que engañarme a mi misma pensando que aún tengo a mi mejor amiga sujetándome la mano con ese amor infinito que solo puede dar una madre", dice. "Feliz día a todas las 'Anas'", añade. Aunque el suyo no lo sea.

Los García Obregón se despedían de Ana María, la matriarca de la familia que perdió la vida a los 95 años, el pasado mes de mayo.  Justo cuando se cumplía un año de la muerte de Aless Lequio, Ana Obregón volvía a los infiernos, esta vez, para dar el último adiós a su madre. Estuvo acompañada en el tanatorio de la Paz, en Tres Cantos, por familiares, amigos cercanos y rostros conocidos del panorama nacional. Y por Alessandro Lequio, exmarido y padre de su hijo, que entiende mejor que nadie este eterno duelo en el que la pérdida de Aless le ha sumido. Estos meses han arrojado sobre Ana más tragedia de la que nadie debería soportar, y ella sigue tratando de sobrellevarlo como mejor puede.

Corazón - El último adiós de Ana Obregón a su madre

Ella era la sirena de Mallorca, la mujer de la sonrisa permanente que nos alegraba los veranos con sus posados en bañador y sus imágenes inolvidables junto al mar. Ahora las cosas son muy distintas. Pero Ana, poco a poco, va tratando de encontrar de nuevo el camino hacia la felicidad. Este año Ana ha bajado a la playa, ha estrenado bañador y, aunque llore mucho, sonríe. Es una muy buena señal si tenemos en cuenta todo lo que ha pasado. Las muertes de su hijo y su madre han sido dos golpes durísimos.

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