Inés del alma mía cuenta las hazañas y desventuras de un buen puñado de personajes históricos, hombres y mujeres que participaron, padecieron o dificultaron la conquista de Chile por los españoles. Pero el centro de esta historia es Inés Suárez, una figura que fue crucial para la historia de España y Latinoamérica. En el primer capítulo vimos cómo rechazaba el destino que otros prepararon para ella y partía, decidida, a buscar a su marido al Nuevo Mundo. Y, aunque el amor y la pasión parecen dos de sus motores principales, la realidad es siempre más compleja.
Isabel Allende, que escribió la novela en la que se basa la serie tras cuatro años de investigación exhaustiva, es la responsable del rescate de este nombre oscurecido en el olvido. Ahora también lo resucita TVE de la mano de Elena Rivera. Recordamos a Francisco Pizarro, Diego de Almagro y Pedro de Valdivia, pero no a la mujer que defendió junto a él Santiago de Chile y que, una vez plantada la bandera y muertos sus predecesores, siguió creando infraestructura en la ciudad y ofreció su protección a los indígenas.
¿Por qué no conocíamos a Inés Suárez?
Como "una mujer con agallas que desafió las convenciones de su tiempo" la define la propia Allende, que en una entrevista con EFE aseguró que sus hazañas "son excepcionales en una época tan masculina como la de la conquista de América, de testosterona, de hierro, de violencia y masacre".
Y, respecto a su olvido, aporta otra explicación: "La Historia la escriben los hombres, los vencedores, los machos, generalmente de raza blanca. La gente de color, los derrotados, las mujeres, los niños, esos no tienen voz en los libros y sus historias son dolor, muerte, tragedias, torturas". El primer capítulo de la serie, titulado "Un nuevo mundo", ya empieza a representar la dureza real de la conquista, y las realidades injustas contra las que Inés protestó nada más cruzar el Atlántico.
Aunque su nacionalidad de española y casada la protege, a diferencia de las mujeres indígenas que la acompañan en su travesía hasta Cuzco, vemos cómo debe hacer frente a las indeseadas atenciones de los hombres y cómo, ante una amenaza más que inmediata de violación —una práctica habitual en las Indias, donde algunos conquistadores como Francisco de Aguirre llegaron a engendrar más de 50 hijos mestizos—, Inés del alma mía comete su primer asesinato en defensa propia.
Ser mujer en el siglo XVI
Familia, educación y trabajo fueron durante dos siglos los pilares que organizaban la vida de las mujeres, siempre subordinadas económica y jurídicamente a los hombres, bien sus padres (o, en el caso de la huérfana Inés Suárez, abuelos), o sus maridos. La institucion matrimonial o el convento: ese era el destino para la mujer en España, que en la mayoría de estratos sociales no recibía una educación más allá de los valores "femeninos", como la obediencia, la sumisión o la castidad. Algo que queda reflejado en el primer episodio de la serie, cuando Inés aprende a leer del vividor Juan de Málaga, y a lo que se opuso también al insistir, más adelante en su vida, en aprender la lengua hablada por los mapuches.
En realidad, relacionarse con Juan de Málaga fue el primer desafío a las normas sociales de nuestra Inés y su amorío, en la novela de Allende, ni siquiera tiene demasiado que ver con el amor verdadero. Era el deseo carnal lo que la ataba a ese vividor al que siguió al Nuevo Mundo, y su relación física precedió al matrimonio, una afrenta directa a las costumbres de la época. Todo parece indicar que dicha ceremonia sólo se produjo por insistencia de su abuelo, pero fue su status de casada lo que permitió que viajase a América.
En América hubo más de una Inés
Y es que, pese a los muchos acontecimientos excepcionales que marcaron su vida, el propio paso a Indias no fue una hazaña tan extraordinaria. Como señala Elisa García Prieto, investigadora del CIDA (Centro de Información Documental de Archivos), "la voluntad de la Corona fue siempre reproducir el sistema social y de valores que imperaba en la Península, así que trataron siempre de preservar y fomentar el matrimonio. Por eso, en el caso de los hombres casados que habían dejado atrás a sus mujeres, era muy habitual que potenciasen esa unión familiar".
Aunque apenas oigamos hablar de las mujeres que participaron activamente en este período histórico, en América hubo más de una Inés: "Ella constituye uno de los muchos casos excepcionales de mujeres que pasaron a Indias y contaron con un papel activo en el proceso de exploración, conquista y asentamiento en el Nuevo Mundo".
"La ignoran porque no fue esposa legítima de Pedro de Valdivia"
Lo interesante de su caso es que, nada más llegar a América, Inés supo que su marido había muerto y recuperó practicamente el estado de doncella: "En el caso de las viudas jóvenes se insistía en la protección de la virtud de una manera tan clara como en el caso de las doncellas", explica Elisa. Y, pese al nuevo espacio de libertad que inevitablemente hallasen al llegar a un territorio convulso y no tan vigilado, las restricciones sobre las mujeres se mantenían: "El estatuto de la mujer en las Indias no era distinto del de la península".
Así, al entablar una relación con Pedro de Valdivia, los amantes fueron culpables de las dos conductas que las instituciones buscaban evitar concediendo permisos de viaje: la "bigamia" y el "amancebamiento", la vida en común sin matrimonio de por medio, que en el futuro le supondría problemas a Inés con la Inquisición y que, según Isabel Allende, habría influido en su posterior borrado de la historia: "A Inés Suárez la ignoran también porque no era la esposa legítima de Pedro de Valdivia", afirmaba en una entrevista.
Las hazañas bélicas de Inés
Pese a todas las restricciones que pesaban sobre las mujeres, si es posible rescatar el nombre de Inés Suárez no es por sus valientes decisiones personales en una cultura opresiva, sino por su participación en un acontecimiento militar: la defensa de Santiago de un ataque mapuche sucedido el 11 de septiembre de 1541, cuando Pedro de Valdivia había sido atraído fuera de la colonia y sólo un puñado de sus hombres se encontraban junto a Inés en la ciudad bajo asedio. Son los eventos que la serie reproduce en la primera escena, en la que vemos a una guerrera llamar a sus soldados a una batalla que nadie sabía que pudiesen ganar.
Y son los eventos que aparecen ilustrados en los libros, con una sanguinaria Inés que poco se parece a la figura compasiva y justa que trató de ser durante su larga vida. Este acto de valor y guerra, con el que se ganó el respeto de los españoles, forma parte de la contradictoria historia de la conquista de Chile, en cuya fundación y prosperidad posterior Inés Suárez tuvo un papel reconocido, por fin, por la ficción, cuyas consecuencias fueron innegables: "Yo soy mestiza", decía Isabel Allende. "Vengo de la cultura española y de la cultura indígena. El choque de ambas es un choque de amor, de odio, de lujuria, de poder, de gran violencia. De ahí nacemos los latinoamericanos".
Las otras mujeres silenciadas por la Historia
Inés Suárez de Plasencia se salvó del olvido por su servicio a la Corona y su papel como conquistadora, pero incontables mujeres dieron forma a la herencia cultural española e hispanoamericana. Como denunciaba Isabel Allende, muchas de ellas no están en los libros: aunque en Inés del alma mía hay muy pocos acontecimientos puramente ficcionados, tanto en la novela como en la serie tienen gran peso otros personajes, mapuches y yanaconas, que la escritora tuvo que tomarse la libertad de reconstruir a partir de su función histórica. Así, en la serie conoceremos a Catalina (Patricia Cuyul), la sabia aliada y compañera de vida de nuestra protagonista, o a la princesa Cecilia (Antonia Giesen), madre del primer mestizo chileno, a quien fue mucho más difícil encarnar porque apenas se conserva información sobre ella: "Investigar quién era, cómo era y su participación en la conquista de Chile fue difícil y, sobre todo, difuso", dijo la actriz.
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