En el capítulo 79 de Águila Roja la Marquesa de Santillana se ha propuesto pasar a la historia como la primera mujer que cultive cacao en África. Lo tiene difícil. Para ello debe comprar tierras africanas y, siendo mujer, nadie quiere vendérselas. Pero para Lucrecia no hay nada imposible. Un terrateniente, Luis de la Vega, está dispuesto a cerrar el trato si ella le entrega su cuerpo. Todavía hay esperanza. Y mientras está en la cocina imaginándose su aventura africana, aparecen las monjas benedictinas. Vienen a por alimentos para los pobres. Entre ellas hay una novicia. Es Margarita. Lucrecia alucina. Y se da el regusto de preguntarle si Gonzalo ha tenido que ver en algo en su decisión:
Cipri, mientras, continúa desaparecido. Gonzalo lo ha buscado sin éxito en todas las mazmorras. El Rey ha ordenado que sea trasladado a la Isla de los Muertos por suplantar su identidad con el sello real y negarse a contar quién ha robado el oro real con ese mismo sello. Gonzalo averigua al fin cuál va a ser su destino y decide partir hacia la costa. Cuando Catalina se entera se derrumba y se confiesa. Le pide a su amigo un favor, si llega a ver a Cipri: “Dile que lo amo y que lo amaré siempre”
Sátur, ajeno a los planes de su amo, no ve otra solución que entregarse como responsable de la suplantación de la identidad real para que su amigo sea liberado. Desconoce que alguien ha robado oro con el sello real, y que ahora lo acusan a él. Si no quiere morir, debe desvelar dónde está el oro. ¿Qué hacer? Sátur nombra un lugar cualquiera del bosque, para despistar, y cuando llegan allí, escapa. No tiene nada que hacer, la guardia real lo alcanza y…
Lucrecia ha cedido al trato del terrateniente Luis de la Vega. Acude a su aposento, pero... Luis de la Vega ha cambiado un poco el juego. Le pide a Lucrecia que se ponga una máscara y que muestre su cuerpo desnudo ante varios hombres que apostarán por adivinar quién se esconde tras la máscara. Lucrecia al principio duda, pero Luis de la Vega le promete que nadie sabrá quién es, y acaba aceptando. Lucrecia sale desnuda, los hombres la observan y murmuran, entre ellos está... ¡Nuño! Y, para colmo de los males Luis de la Vega, la engaña y le quita la máscara...
La relación de Monseñor Adrián y el Cardenal Mendoza es cada vez más tensa. Monseñor Adrián ha averiguado que el Cardenal ordenó que le dispararan y va a denunciarlo. En la noche, el Cardenal Mendoza intenta sorprenderlo. Monseñor Adrián le dice lo que sabe, y el Cardenal no se anda con rodeos, a él nadie lo doblega. Dispara y... Monseñor cae…
¿Se hará Lucrecia con las tierras africanas? ¿Podrá el Comisario controlar a Nuño? ¿Seguirá Margarita en el convento? ¿Encontrará Gonzalo a Cipri? Os dejamos con el avance del próximo capítulo.