Esta bitácora es prácticamente un libro sagrado para quienes han soñado alguna vez con Persia, el Jorasán, el Turquestán afgano, o la ribera del río Oxus. Robert Byron narra su Viaje a Oxiana en los años treinta del siglo pasado: un diario que anota por igual las anécdotas más desternillantes, los comentarios artísticos más agudos, los instantes más pletóricos del camino, y también —con volquetes de ironía— los más decepcionantes.
El autor desconfía de quienes presumen por viajar ligeros de equipaje y mantiene que es inexcusable reservar al menos un baúl entero para libros; hoy más que nunca, debería instaurarse el premio con el que bromeaba en mayo de 1934, en algún punto entre Herat y Mazar-i-Sharif.
“«Me gustaría ser lo bastante rico para dotar con un premio al viajero sensible: diez mil libras para el primero que cubra la ruta de Marco Polo y a la vez lea tres libros distintos a la semana, y otras diez mil si además bebe una botella de vino al día. Ese hombre podría contarnos algo de su viaje». “
Que uno de esos libros sea este.