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El gran diccionario del Primavera Sound 2012

ÍÑIGO PIÑEIRO (RADIO 3)
7 min.

Primavera Sound es un festival de dimensiones inabarcables. Más de 250 artistas de todos los géneros desfilan por sus distintos escenarios a lo largo de cuatro días de febril actividad musical. El sufrido fan se ve en la necesidad de trasladarse de un escenario a otro para poder disfrutar de parte de la oferta de un evento que obliga a tomar partido. Este diccionario se ofrece como una guía alfabética (irremediablemente incompleta) del cartel del festival. No están todos los que son, pero los que son, están.

A

Aeroplane: Electrónica bailonga pilotada por el belga Vito Deluca. Programado con buen criterio a las 4 de la mañana, una hora en la que el éxtasis está garantizado.

Afghan Whigs: Banda de soul secuestrada por un grupo de rock que nadie entendió del todo en los 90.

Afrocubism: Colectivo cubano-maliense con un nombre brillante. Cubre la cuota exótico-étnica del festival. Nadie les va a ver, pero todos diremos que estuvieron magníficos.

Anímic: Delicatessen catalana que hace parecer a Manel una banda de punk troglodita.

Atlas Sound: Un tipo raro y enfermo que hace canciones a punto de ser bonitas. Éxito seguro a poco que pose. Como mínimo, garantiza la sonrisa de "Mona Lisa".

B

Barça: Término populista de referencia para todos los artistas que estén haciendo aguas. En esta edición podría ser sustituido por un "Guardiola" mal pronunciado que será recibido con indulgencia.

Baxter Dury: Espléndido autor de canciones de art-pop taciturno y candidato a convertirse en el primer hijo en igualar la talla artística de un padre canonizado (a Jeff Buckley no le dio tiempo).

Beach House: Todo preparado para que canten en Barcelona el alirón de la liga indie 2011/2012. No está mal para la sexta mejor banda de Baltimore.

Bjork: Deja un vacío enorme. No será fácil encontrar una celebridad venida a menos a la que machacar con saña. (Noel Gallagher no está y Franz Ferdinand no dan la talla como villanos).

Black Lips: Garajeros con sustancia que tocan el miércoles y el domingo. Cientos de onubenses protestan indignados.

Bombino: Le han colgado la etiqueta de "Jimi Hendrix del Sahara" pero en realidad podría pasar por un J.J.Cale tuareg que, más allá del virtuosismo, hace canciones hipnóticas y vivificantes al mismo tiempo.

C

Chavez: Editaron dos discos de indierock macizo más que apreciables en los 90, cuando su nombre aún no tenía connotaciones bolivarianas. Cuando le quisieron sacar partido a la gracia era demasiado tarde: ya habían colaborado con Billy Corgan.

Codeine: Clásicos del slowcore que triunfaron en los 90 entre la gente con menos de 50 pulsaciones por minuto.

D

Danny Brown: La gran atracción hiphopera del festival junto a A$ap Rocky tras la lamentable cancelación de El-P. El MC de Detroit tiene carisma y canciones de sobra para darle una penúltima oportunidad a un género que empieza a agonizar por agotamiento.

Death cab for cutie: El grupo que no sabes si odias amar o amas odiar. En cualquier caso, el peinado de Ben Gibbard tiene la culpa.

Dominique A: Un clásico del festival que nunca antes había generado tanta expectación. Vers les lueurs, el disco en el que ha ajustado la producción a los gustos cultivados del momento, tiene la culpa.

E

Erol Alkan: DJ británico de moda. Siempre hay uno.

F

Father John Misty: Ojos azules, barba perfectamente arreglada, bonitas chaquetas de pana, canciones de country-rock clásico más que correctas...Va a arrasar. Luego, en el escenario, ya veremos.

Franz Ferdinand: Ídolos caídos. Su reinado indie fue breve y aún no ha pasado suficiente tiempo para que puedan pasar por entrañables y, mucho menos, por reivindicables. Durante su concierto, todos los que corrieron a comprarse su debut en 2004 se pasearán con su camiseta nueva de Beach House mirando para otro lado.

G

Grimes: Una estrella en ciernes. Claire Boucher firma desde Canadá uno de los mejores álbumes del año: 'Visions', un disco de electropop excitante y multiforme. Estamos ansiosos por verla brillar ahí arriba.

Grupo de expertos solynieve: Creadores de un género: el country andaluz. Un hito cultural español. Está pasando. No llegues tarde.

I

I Break Horses: Los integrantes de este dúo sueco se conocieron en un foro para hipocondríacos, lo que inmediatamente te hace simpatizar con ellos. Hacen shoegaze de diseño y dream pop de temporada, pero da igual, son elegantes y neuróticos y con eso basta.

Inborn!: Grupo de Luxemburgo, lo que ya es relevante en sí mismo. Hacen canciones de pop electrónico con ese punto de misterio y sofisticación que tan alejado está de la emoción genuina.

J

Jeff Mangum: En los 90 fue la más brillante alternativa a los alternativos de portada. Escurridizo y enigmático, vuelve a dar señales de vida con la intención de recordar porqué 'In a aeroplane over the sea' es uno de los mejores discos de los últimos 20 años.

K

Kings of Convenience: Dúo de folk-pop preciosista y cálido. Si tienes un mal día, son asombrosamente reconfortantes . Si tienes uno bueno, te hunden para luego reconfortarte. Así cualquiera.

L

Lisabö: Intensidad euskaldun más allá del hardcore. El hype más inesperado de la temporada.

Los Negretes: No pueden representar mejor a México D.F, su ciudad natal: caóticos, temerarios, disparatados y divertidísimos. Garage-punk que dignifica el género, que aún se puede.

Lower Dens: Irregular banda de Baltimore, a medio camino entre los Radiohead de 'Kid A' y los Can más accesibles. Su vocalista le da un nuevo sentido al término andrógino.

M

M83: O lo que es lo mismo, Anthony Gonzalez. De Antibes, Francia. Autor del himno "Midnight City", el "Waka waka" indie.

N

Nacho Vegas: Sí, también aquí.

Napalm Death: Padres del grindcore y clásicos del metal por derecho propio. En Primavera Sound se enfrentan a público que en su mayoría no entiende de matices y que se acercará a verlos como quien se acerca a una jaula de monos en un zoo. Con curiosidad y distancia irónica.

Neon Indian: Electropop psicodélico atento a la melodía. Lo de menos es el nombre, pero le llaman chillwave. Recuérdalo dentro de 30 años: la segunda década del siglo XXI sonaba a esto.

O

Off!: Hardcore de la vieja escuela. Expeditivo, sin concesiones. Y a todo trapo: su último disco despacha 16 temas en 17 minutos. Les sobran los últimos 15.

Other lives: El mejor sucedáneo posible para los que lloran la ausencia del falsete de Bon Iver.

R

Rufus Wainwright: Compositor en continúo estado de gracia a pesar de sus excesos barrocos, e intérprete exuberante y un poquito chinchorrero. Rufus ha llegado a un punto de su carrera en el que hasta le sobra el apellido.

S

Saint Etienne: Como quien no quiere la cosa, estos avispados londinenes se han convertido en clásicos modernos a fuerza de mutaciones oportunistas pero indiscutiblemente brillantes. Regresan con un disco ejemplar: el pop comercial de estos tiempos tendría que sonar como suena hoy Saint Etienne.

Sharon Van Etten: Tiene cosas de P.J.Harvey y Cat Power. Pero no las verdaderamente importantes.

T

The Black Keys: Ah, no.

The Cure: El único concierto del que se puede escribir la crónica antes de empezar: suenan espectaculares, combinan sus imbatibles hits de siempre con temas oscuros de su repertorio y en los bises se hacen eternos, en todos los sentidos.

The Olivia Tremor Control: Pop alucinógeno, sueles leer en las reseñas. Pop alucinante, en realidad. ¿Ha llegado el momento de hacerles justicia?

The Rapture: O cómo vivir del revival. La lista es larga pero debería empezar por aquí.

The Weeknd: La última gran esperanza negra, dicen los gurús blancos.

W

White Denim: Banda mutante y virtuosa con un punto exhibicionista que les resta credibilidad pero que en directo amplifica las virtudes de su pastiche de rock (aparentemente) moderno.

Wilco: Jóvenes dinosaurios cuyo declive discográfico desde que se convirtieron en sexteto es inversamente proporcional a su apasionante puesta en escena.

Y

Yo La Tengo: Banda residente. Un Primavera Sound sin ellos es como un whisky sin alcohol: inconcebible.

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