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Un cuento sobre un niño y una cabra, ganador del concurso de relatos radiofónicos

  • El autor de la obra, titulada 'La piedra', es el japonés Eiju Okada

  • El premio, una beca de la Escuela de Letras y la dramatización del texto

RTVE.es
6 min.

Un cuento protagonizado por un niño y una cabra es la obra ganadora del II Concurso Internacional de Relatos Radiofónicos 'En Días Como Hoy', que se articula a través del magacín que dirige y presenta Juan Ramón Lucas en Radio Nacional.

El relato recibe el título de 'La piedra' y su autor es el japonés Eiju Okada, quien recibirá una beca de la Escuela de Letras y la dramatización de la obra galardonada.

A continuación reproducimos el texto ganador.

La piedra

"Riiiing" -corría por los pasillos del colegio el grito agudo del timbre descargando la impaciencia de todos-.

- "¿Entonces, vais a escribir vuestros cuentos durante este fin de semana?" -dijo la profesora rezumando placer en sus mejillas.

- "¡Puf!! ¿De dónde viene esa idea de mandar un deber tan pesado como este de escribir un cuento para un fin de semana? ¡Ésto no me dejará jugar ni fuera ni dentro de mi cuarto!"

Isidro iba por el camino del bosque, dando patadas a las piedrecillas para reclamar su queja. El sol alto de la tarde de primavera entretejía su agradable y somnolienta luz sobre el camino.

- "¡Ummeee... Ummeee...!"

- "¿Qué es eso? ¿Una cabra o alguien que la imita?" -Isidro se extrañó de oír un balido de animal por ahí. La curiosidad improvisada le obligó a averiguar quién era el dueño de ese balido. Al dar unos pasos, se le vino a la cabeza una escena de terror, cogió la piedra que justo estaba pisando y avanzó silenciosamente. Cuando hubo dado unos cincuenta pasos, vio una cabra blanca en la sombra de una hermosa encina. El animal, con una larga barbilla de chivo, tenía los pelos levantados entre sus dos pequeños cuernos; y la mancha negra circular alrededor de los ojos como un mapache.

Además de ser una barrigona, sus patas eran muy cortas dejando casi tocar y arrastrar sus mamas sobre el suelo. Masticaba hierbas entre sus dientes blancos dibujando con la mandíbula un óvalo geométrico, dando la impresión de sonreírse.

- "Ummeee...", balaba tras tragar la comida.

- "Aja jajá.., Aja jajá..." - A Isidro le dio un ataque de risa hasta que chocó con la mirada de la cabra.

El animal, importunado en su manjar exquisito, bajó la cabeza para enseñar sus cuernecitos al intruso y con sus patas cortas empezó a levantar la tierra y lanzó su balido de avance hacia el cielo:  -¡Beheeexx...!

Isidro se dio cuenta de que al animal no le gustaban sus carcajadas, y se sintió amenazado por la cabra. No se pensó dos veces tirarle la piedra y echar a correr.

- "¡Toma..., cabra-cerdo! ¡Toma ya...!" - Isidro intentaba lanzar la piedra una y otra vez, pero no se desprendía de su mano. Le parecía que estaba pegado a ella. Al fin la cabra empezó a correr hacia Isidro.

 -"¡Qué fallo!"- Isidro entendió bien que el animal podía correr mucho más rápido de lo que él imaginaba. Dejó de intentar soltar la dichosa piedra y empezó a correr hacia atrás a más no poder.

- "Beheeex..."

- "Waaa..."

El grito del niño y el balido de la cabra resonaban alternativamente en la profundidad del silencioso bosque. Cuando quedaba ya poca distancia entre la espalda de Isidro y el morro de la cabra, le surgió una idea espontánea, bueno, mejor dicho, se acordó de lo que decía un compañero de clase, que los animales gordos no pueden girar repentinamente mientras corren a toda velocidad. Esperando que es o fuese verdad, Isidro saltó entre las ramas del arbusto más cercano.

- "¡Puf!.. ¡Que cabra más loca! ¡Quería agujerear mi espalda! Menos mal que ha servido la teoría del glotón."

Isidro se secaba el sudor de susto de su frente con la manga de su camisa cuando le pareció oír un murmullo.

 -"¿Ahora qué...? Pero, ¿de dónde viene ese ruido?"

Cada vez que acercaba su manga a la frente, oía un ruido como al sintonizar la emisora de radio. Claro, el ruido salía de su mano. Isidro abrió su mano poco a poco, entonces la piedra se deslizó de su mano y rodó sobre el fresco y verde césped. Isidro la cogió de nuevo pero con mucha curiosidad y se la puso junto al oído cuidadosamente.

- "¡Que bárbaro! ¡Esto es una radio! Es la emisora que escucha mi yaya bajo la manta." Oyó el grito de una mujer: -"¡Más vale morir de pie que vivir de rodillas!"

El corazón del muchacho palpitaba de emoción y de alegría por haber encontrado una radio.

- "Se la voy a regalar a mi yaya. Con ésta podrá escuchar su emisora preferida, sentándose cómodamente en el sofá, y así no se asfixiará entre las mantas."

Entonces oyó la voz de un hombre.

- "¡Ale, ale!"

Serpenteando entre las columnas de árboles, apareció un hombre enano cabalgando sobre una cabra. "¡Baah!"; gritó para interrumpir los pasos de s u cabra y preguntó a Isidro educadamente:

- "Buenas tardes, caballero. Soy sargento de caballería. Quisiera preguntarle, por casualidad, ¿ha visto pasar una cabra por aquí?"

Isidro, sintiendo un peso en su brazo, le contestó indicando vagamente con su dedo hacia el fondo del camino por el cual había desaparecido aquella cabra loca, mientras echaba un vistazo al soldado: Llevaba un bigote en forma de cuarto creciente cuyas puntas casi llegaban a los rabillos de los ojos; en su cabeza grande un gorro de cuero negro que servía también de protección ante una caída; un bastón largo y una armadura de bambú bajo su capa verde que podría cubrir casi todo su cuerpo.

- "Gracias, caballero... Ah, si la ve por casualidad, nunca intente tirarle una piedra."

Isidro pensaba en la cabra y lo que intentaba hacer con ella, mientras caminaba y tocaba la piedra en el bolsillo del pantalón. Después de andar algún rato Isidro se dio cuenta de que no iba por su camino habitual.

- "¡Huy! Me he metido por otro camino, pero... ¡Ahh...!" -Por descuido Isidro cayó en un pozo chocando contra el fondo. Todo volvió a quedar en silencio hasta que se oyó el balido de la cabra seguida por el hombre.

"Beheeexx"

"¡Al fin hemos encontrado la mascota de mi capitán! ¡Ale, cabrito!" -El soldado se acercó a la cabra que estaba asomada al pozo.

- "Pero, ¿qué hay en ese pozo seco? ¡Oh! Pero, es el caballero de antes. Vamos a sacarle..."

- "¿Te has caído de la cama? ¡Vamos, despierta, chico! Tu madre ha preparado leche caliente."

Cuando Isidro fue a merendar leche de cabra, su abuela estaba escuchando la radio de piedra sentada cómodamente en su sofá.

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