Las Fuerzas Democráticas Sirias (FDS), una alianza armada liderada por kurdosirios y apoyadas por Estados Unidos, pasarán a formar parte de las instituciones del país. Así lo ha anunciado este lunes la Presidencia siria.
De esta manera, sellan su integración en el Estado sirio y ceden al Gobierno el control del noreste del país, región fronteriza con el Kurdistán turco e iraquí. Esto supone un importante paso para la fase de transición en el país, en marcha tras la caída del antiguo régimen de Bachar al Asad el pasado mes de diciembre.
El presidente interino, Ahmed al Sharaa, y el líder de las FDS, Mazlum Abdi, han firmado un acuerdo de seis puntos que pone fin a semanas de negociaciones de paz entre las dos partes, y determina que el norte y noreste del país pasa a ser controlado por el Estado sirio.
Tras la firma, un convoy del Ministerio de Defensa sirio se ha dirigido a la provincia de Al Hasaka, en el noreste de Siria, para comenzar a controlar las sedes de la administración kurdosiria y los yacimientos de petróleo.
Integración del pueblo kurdo en Siria
Este histórico y esperado documento incluye entre sus puntos "el cese total de las hostilidades y la integración de todas las instituciones civiles y militares del noreste de Siria en la administración del Estado sirio, incluidos los cruces fronterizos, el aeropuerto y los yacimientos de petróleo y gas".
Es decir, las fuerzas militares kurdas, que también están compuestas por cristianos y asirios, pasan a formar parte del nuevo Ejército sirio unificado.
Asimismo, se indica que "la comunidad kurda es una comunidad indígena de Siria" y que "el Estado sirio garantiza su derecho a la ciudadanía y todos sus derechos constitucionales", algo que estuvo prohibido durante el régimen de Al Asad.
También se garantizan "los derechos de todos los sirios a la representación y participación en el proceso político y en todas las instituciones del Estado sobre la base de su competencia, independientemente de su origen religioso y étnico", así como el "retorno de todos los sirios desplazados a sus ciudades y pueblos", y la "protección por parte del Estado sirio".
Apoyo de Turquía a Siria pero no a las FDS
El texto que ambos mandatarios han acordado incluye "un alto el fuego en todos los territorios sirios": la región kurdosiria sufre desde hace tres meses una ofensiva lanzada por rebeldes sirios apoyados por Turquía para controlar su territorio.
Desde que Asad fue derrocado por las fuerzas islamistas de Sharaa, grupos respaldados por Turquía, uno de los principales partidarios de Sharaa, se han enfrentado con las FDS. Las fuerzas kurdas son el principal aliado de la coalición estadounidense contra los militantes del Estado Islámico en Siria.
Las FDS están encabezadas por la milicia YPG, un grupo que Ankara considera una extensión de los militantes del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) que han luchado contra el Estado turco durante 40 años.
Turquía considera al PKK, al YPG y a las FDS como grupos terroristas, y la nueva administración de Sharaa en Damasco ha estado presionando a las FDS para que se fusionen con las fuerzas de seguridad del Estado recién creadas.
Las fuerzas kurdosirias se han comprometido a apoyar al Gobierno en la lucha contra los restos del régimen del depuesto presidente Bachar al Asad y contra cualquier amenaza a la seguridad y la unidad de Siria.
Siria sufre el peor estallido de violencia desde la caída de Al Asad con más de 1.000 muertos
Puntos en desacuerdo
Uno de los principales puntos en desacuerdo ha sido la integración de las FSD en las fuerzas del Ministerio de Defensa, algo que la alianza armada insiste en hacer como un "bloque militar unido".
También han discrepado en el control de los campos petroleros del noreste de Siria, donde se concentran la mayor parte de yacimientos importantes del país, así como las fronteras y cárceles, aunque este último no se menciona en el documento.
En las cárceles del territorio kurdosirio se encuentran miles de combatientes del grupo yihadista Estado Islámico, muchos de ellos extranjeros, además de los campos en los que se encuentran hacinados mujeres y niños familiares de los terroristas.