"Empezó acariciándome la cara, la espalda, hasta llegar a azotes en el culo"
"Se acerca a los alumnos para iniciar conversaciones explícitas sobre sexo"
"Cuando le llevas la contraria, empieza la guerra"
"Salir de un lugar que para muchos lo es todo, es muy difícil"
"Tras eso decidí que el mundo del baile había acabado para mí"
— Extractos de publicaciones en @testimoniosartesescenicas sobre casos diversos
Las denuncias anónimas en redes sociales sacuden estos días las columnas machistas de la sociedad y han abierto una grieta en las artes escénicas. La fisura está en la misma base: escuelas y grupos juveniles, donde los nuevos talentos dan sus primeros pasos como artistas, se revelan a veces como espacios en los que la manipulación, el abuso de poder y las violencias machistas están normalizadas.
La cuenta de Instagram @testimoniosartesescenicas sirve de registro. Reciben las denuncias y las publican anonimizadas para evitar injurias o calumnias. No aparece quién publica, ni se explicita sobre quién. Sin embargo, una lectura continuada permite encontrar patrones y agrupar los relatos que se dan la razón entre ellos. El que sabe, sabe.
"Que una conducta no sea un delito no quiere decir que sea tolerable (…) Compartir estas historias ayuda a reconocernos en otras personas. Darnos cuenta de que no estamos solas, que no estábamos locas cuando pensábamos que una determinada situación estaba traspasando límites", justifica su manifiesto.
Entre los casos recogidos, RTVE.es ha investigado el que rodea a un coro de jóvenes de una importante ciudad española. Las vivencias de Noemí —nombre supuesto para proteger su identidad— y de otros componentes, aun con sus particularidades, ilustran un paradigma que se refleja en otras denuncias anónimas: un "ambiente sectario" que deriva en "dependencia", "chantaje emocional" e impunidad para la violencia psicológica o sexual por el silencio del grupo.
Tras más de una decena de entrevistas, reconstruimos sus historias y analizamos con expertos el problema social.
"La favorita"
Noemí estaba a punto de cumplir 14 años cuando entró a formar parte del coro. Desde entonces, recuerda un trato especial por parte del director artístico, unos 20 años mayor que ella. "Estaba siempre muy atento a todo lo que yo necesitase", rememora en una entrevista con RTVE.es.
La atención fue in crescendo en los siguientes años —cuenta Noemí— con comentarios que entonces juzgaba como "inocentes": si ese día estaba guapa, lo bien que le quedaba el vestido… También alguna "mala cara" o pregunta si le surgía un pretendiente. "La realidad es que yo lo apreciaba", confiesa. "No tenía un entorno familiar estable y para mí era un sentimiento de mucha protección". Sus compañeros reconocen que estaba aislada del grupo y que la identificaban como la "favorita".
Durante su adolescencia, Noemí y otras componentes del coro relatan escenas en las que no era rara la proximidad de director y pupila: masajes, abrazos y un baño en la playa en el que el músico y otro adulto se desnudaron para jugar con ella y otra joven, ambas de 17 años, según ha confirmado él mismo y otros testigos. Noemí recuerda la situación con "incredulidad" y dos jóvenes aseguran que se alejaron violentadas del lugar.
La relación cambió cuando Noemí cumplió los 18 y el director le hizo un regalo. "Me dijo que lo abriese cuando estuviese sola, que no lo viese nadie (…) Eran unas bragas de Navidad de color rojo. Me quedé bastante en shock, pero no quería ver ese lado", sostiene ella. Cuando le escribió para agradecérselo, él dio un paso más: "Me dijo que había dejado escondido otro regalo en unas plantas que hay en la sala de ensayo. Y lo mismo, que lo recogiese sola. Cuando lo abrí, era un tanga rojo".
La barrera se difumina
Las denuncias a través de @testimoniosartesescenicas tienen un común denominador: el abuso de poder. En un primer momento, esto puede evocar la imagen de un tirano que utiliza implacable su posición de dominio, pero en realidad los expertos y los ejemplos analizados apuntan a que es habitual que se muestre una cara amable. Se difumina la barrera profesor-alumno —o director-actor, bailarín, músico…—.
"En el desequilibrio del abuso de poder, se utiliza desde el chantaje emocional, que es de lo más frecuente, a dar privilegios y hacer sentir especial a una persona. Después [se usa] también el castigo, por ejemplo, eliminando los privilegios que se han concedido previamente o amenazando con la expulsión", explica el director técnico de la Fundación ANAR, Benjamín Ballesteros, que ha realizado múltiples estudios a raíz de las denuncias de menores a sus teléfonos de ayuda. El experto menciona los regalos, por un lado, y las humillaciones "ejemplarizantes", por otro, como otras vías comunes para la sumisión, sumadas en ocasiones al uso de alcohol o drogas.
En opinión de Ramón, miembro del coro desde el comienzo, la "manipulación" en su caso se evidencia precisamente cuando alguien expresa un desacuerdo con el director, aunque sea menor, lo que se recibe como hostilidad y falta de compromiso. Él y otros jóvenes que formaron parte del proyecto en épocas distintas hablan de un "ambiente sectario" y "tóxico" que expulsa al disidente, y que se justificaba por un supuesto amor al arte: "La música era lo más importante".
"Este coro, lejos de ser una excepción, sigue dinámicas de muchas agrupaciones profesionales, por desgracia. Y no considero que sea un requisito para hacer buena música", discurre Álvaro, que pasó brevemente por el grupo y asegura que presenció "actitudes vejatorias" por el líder y otros componentes afines a él.
Una relación "manipulada"
En el verano de la recién alcanzada mayoría de edad de Noemí, llegó el primer beso. Ocurrió durante un viaje del coro y es el único que el director artístico ha admitido a RTVE.es. Ella, en cambio, relata una relación sentimental "con consentimiento" que se prolonga en adelante durante meses, pero bajo el "control absoluto" de él. "Decidía cuándo, cómo y qué hacíamos cuando nos veíamos (…) Justificaba todo con que se había enamorado de mí, pero tenía que ser cuando nadie ve ni escucha nada", expone Noemí, que hoy considera que fue "manipulada" desde niña. Le había convencido de que nadie lo entendería si lo contaba y que pondría en riesgo todo el proyecto del coro.
Igual que ahora, el director negó a la madre de Noemí que mantuvieran una relación cuando esta le preguntó preocupada por la actitud de su hija, triste y esquiva, que volvía de madrugada sin contar con quién había estado. Pero ella ya tenía las pruebas. Un chat de WhatsApp abierto en el ordenador le puso tras la pista del músico. En esas conversaciones hemos visto mensajes para quedar fuera del coro y cómo él le envía fotografías en ropa interior e insinuaciones sexuales a través de emojis.
"Ya eras alguien muy especial con 14 añitos… pero obviamente no podía pasar nada. Y sí, es cierto que has cambiado… y las cosas han cambiado, te has convertido en una 'mujer' muy especial", le dijo él en una ocasión.
El peso en la salud mental
Los celos, el peso del secreto y el juego de "te lo doy todo y te lo quito en un día" depredó la salud mental de Noemí, que recuerda hasta dos ocasiones de ideaciones suicidas.
Sin comentar este caso en concreto, la psicóloga Deborah Murcia apunta que el deseo de "dejar de sufrir", que ha tratado a menudo en terapia, suele tener que ver con la manipulación conocida como 'luz de gas': "Imagínate una relación en la que vives cosas que en tu cabeza son reales y la otra persona te hace creer que no es así". La profesional nos describe también los "bucles de manipulación" que suceden cuando la víctima intenta poner límites y "la persona que ejerce el poder cede un poco, aunque no demasiado para que no se vaya". La "red de apoyo" es clave para "abrir los ojos".
En uno de los conciertos en el extranjero, Adrián, que ocupaba un cargo en la directiva del coro, se acercó a Noemí. "Sé lo que pasa y no eres la primera. Es el momento de que sueltes esto. Está apagando tu luz", cuenta ella que le dijo. RTVE.es ha visto pruebas de que esa conversación existió, que varios miembros de la directiva de entonces sabían lo que estaba ocurriendo y que cuando Noemí pidió ayuda, se ignoró el problema.
Cuando luego se enfrentó al director, este le acusó de querer destruir el proyecto y su reputación si lo contaba. Trató a Noemí y Adrián con indiferencia y silencio durante meses, pese a que ambos continuaban asistiendo a los ensayos. En esas sesiones, aún a veces el director tocaba al piano una melodía que solo Noemí sabía que era un mensaje velado para ella.
"La violencia de género y el acoso laboral tienen en común la violencia psicológica. Por ejemplo, un jefe o una pareja se enfada contigo después de un problema y te deja de hablar durante días", señala la psicóloga forense Ruth Pérez, que tampoco comenta el caso particular, sino las características de las dinámicas de abuso de poder.
La mutua dependencia
La ola de denuncias en el mundo de la cultura —contra el actor y profesor de teatro Juan Codina, el dramaturgo Ramón Paso, el director de cine Carlos Vermut o dos profesores del Aula de Teatro de Lleida, caso llevado al cine por Isabel Coixet en El techo amarillo— resuena con otras polémicas que afectan a atletas de élite: desde el comunicado del equipo de natación sincronizada contra Anna Tarrés en 2012 a las recientes acusaciones contra el técnico Pedro Mir por parte de una veintena de gimnastas, desveladas por El País el año pasado.
"Los atletas pueden depender de su entrenador, pero los entrenadores también dependen de los atletas para tener éxito. A los entrenadores se les contrata por su capacidad para producir competidores internacionales", subraya un estudio de investigadores sociales en Países Bajos que ahonda en cómo el abuso emocional se perpetúa en el deporte por un contexto institucional que prioriza el rendimiento al bienestar de los jóvenes, algo que podría aplicarse al ámbito artístico.
De hecho, las denuncias en redes y las entrevistas realizadas para este reportaje reflexionan también sobre el papel que juega la propia ambición y vocación. De lo contrario, ¿por qué aguantar tanto?
"Ha sido mi vida", responde Ramón, que formó parte de la agrupación desde los diez años. "El coro te da proyectos muy chulos, conciertos grandes que disfrutas mucho. Pero son cosas puntuales, como un refuerzo intermitente. En el día a día, recuerdo los últimos años con ansiedad incluso yendo a un ensayo. Y sé que no soy el único". Igualmente, los mensajes de otros coristas mencionan de forma explícita la sensación de manipulación y el miedo a que todo el proyecto se viniera abajo si plantaban cara. Por eso, dicen, nunca hicieron nada para cambiarlo.
El director niega las acusaciones: "Han ido a hacerme daño y yo jamás he hecho daño a ninguna de las personas que han pasado por el coro", declara. En una entrevista con RTVE.es, reconoce el baño en la playa cuando se quitó el bañador para jugar con las jóvenes de 17 años. "Había más gente y [estábamos] a oscuras", defiende. Respecto a los relatos de abuso de poder, responde: "No lo entiendo. ¿Qué abuso de poder?". Y lo circunscribe a rencillas puramente musicales.
El aislamiento de la víctima
Noemí decidió difundir su historia —en redes y con RTVE.es— a raíz de otra denuncia en Instagram. En su propia cuenta y sin señalar nombres, Ane reprochaba al coro y a su director que miraran hacia otro lado cuando contó que un compañero la había agredido sexualmente. La publicación suscitó decenas de comentarios y animó a Noemí y a otros a compartir sus experiencias.
Ahora bien, en una conversación posterior con RTVE.es, Ane lamenta el precio que ha tenido que pagar. Fue ella, víctima de una agresión sexual, la que abandonó el coro y renunció a los potenciales proyectos. Muchos de sus excompañeros la dejaron de seguir en Instagram, según entiende ella, para evitar que se les vincule con su publicación. También ha recibido reproches por no denunciar ante la justicia. Jaime, amigo de Ane y excomponente de la asociación, resume el mensaje que extrae: "Si atacas al director, atacas al coro".
Tras las denuncias, la directiva de la asociación juvenil publicó un comunicado en el que expresaban su "rechazo absoluto" a cualquier acoso, abuso o discriminación y se comprometían a garantizar un espacio seguro. Indicaron también que se había aceptado la dimisión del director, pero él nos aclara que fue un cese unilateral y que puede no ser definitivo. Ningún miembro de la Junta ha respondido a nuestras preguntas para conocer su postura y si se han llevado a cabo otras acciones.
Los testimonios recogidos coinciden al señalar que no buscan un linchamiento o juicio público, por eso han pedido que no aparezcan los nombres reales de ninguna de las partes. Sin embargo, llaman a hacer una reflexión de las dinámicas que se exponen y que, como puede verse en @testimoniosartesescenicas, no son un caso aislado.
Noemí, que acabó abandonando el coro sin que nada cambiara dentro de la asociación, explica por qué decidió escribir su denuncia anónima en apoyo a Ane: "No podía ayudarla, porque ya había pasado, pero sí podía decirle que no estaba loca y que lo que ha vivido es un abuso de poder de este señor. Que la acompaño y que ojalá alguien hubiera hecho eso conmigo cuando me pasó".
Si un menor de edad necesita ayuda
Fundación ANAR ofrece un teléfono de ayuda para niños, niñas y adolescentes en el número: 900 20 20 10. Y para familias y centros escolares en el 600 50 51 52.