El Gobierno ruso ha concedido la ciudadanía a 3,5 millones de residentes de las cuatro regiones ucranianas que Moscú se ha anexionado en esta guerra. El ministro del Interior, Vladímir Kolokoltsev, lo ha catalogado como "una concesión masiva de pasaportes" para los habitantes de los "territorios liberados" de Donetsk, Lugansk, Jersón y Zaporiyia. Según la ONU, unas 8,7 millones de personas viven en estos cuatro territorios.
Junto a Crimea, anexionada ilegalmente en 2014, estas regiones suman cerca del 20% del territorio internacionalmente reconocido de Ucrania. Las autoridades rusas han asegurado sus tropas controlan un 99% de Lugansk y tres cuartas partes de las otras tres regiones. Aunque el Ejército ruso sigue sin dominarlas en su totalidad, el presidente Vladímir Putin, promulgó la incorporación a su país de dichos territorios en septiembre de 2022 y estos pasaron a estar blindados en la Constitución estatal.
El 21 de febrero de 2022, Putin reconoció la independencia de las autoproclamadas República Popular de Donetsk (RPD) y de Lugansk (RPL) y ordenó el envío de tropas a estas dos regiones para "establecer la paz". Tres días después lanzó su ofensiva militar sobre el país vecino.
Rusos a la fuerza
En 2023, los medios públicos europeos denunciaron la "pasaportización" forzosa como chantaje para poder acceder a servicios básicos, la educación y la cultura. Un ejemplo de ello es la costera Mariúpol, que en los primeros meses del conflicto vivió un asedio total por 86 días. Para Rusia, esta es una más de sus ciudades y para acceder a servicios como la sanidad hay que contar con un pasaporte ruso y haber jurado lealtad a Moscú.
Tres años después del inicio de la guerra, Rusia intenta borrar lo antes posible las huellas aquel asalto mientras lucha por convertir la ciudad en el símbolo de una nueva era de prosperidad. Nina, una mujer de Mariúpol, confiesa a RTVE que no puede olvidar aquellos días de guerra total en los que perdió por completo su vivienda. Ahora las autoridades rusas le han dado un nuevo apartamento bajo la condición de aceptar el pasaporte ruso. Está contenta, pero comparte la pena de que sus familiares que viven en Ucrania les llamen "traidores" por haberse quedado allí.
En junio de 2023, administrador local del asentamiento de Lazurnoye, en la región de Jersón, Alexander Petrovich Dudka, afirmó que quienes no tuviesen "pasaporte ruso no podrán recibir ayuda humanitaria, no podrán conseguir trabajo, no podrán recibir una pensión y una serie de prestaciones que la Federación Rusa proporciona". Las organizaciones internacionales también han documentado que en estas regiones es necesario un documento ruso para gestiones como inscribir a un niño en la escuela o para que las personas diabéticas obtengan insulina.
Zonas en juego en las negociaciones
La incorporación de esas regiones en la Federación Rusa ha sido plasmada en la Constitución y, por ello, el Kremlin no pretende negociarlas en una futura paz con Kiev. El presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, se aferra a la recuperación de estas regiones, pero Washington considera poco realista que Kiev piense en liberar los territorios conquistados por el enemigo ruso y recuperar sus fronteras previas a 2014, cuando estalló el conflicto en las regiones prorrusas de Donetsk y Lugansk entre milicias separatistas y el Ejército de Ucrania.
Mientras que los objetivos de Kiev se mantienen en preservar sus fronteras previas a la guerra y asegurar su incorporación a la OTAN, Moscú pretende conservar las regiones del Dombás y alejar a Ucrania de la Alianza Atlántica.