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Medio ambiente

La Seca, el hongo asesino de las encinas que amenaza a la dehesa

  • El hongo microscópico Phytophthora cinnamomi pudre las raíces de los árboles e impide que absorban agua y nutrientes

  • En Andalucía está presente en un millón de hectáreas de bosque adehesado

ELADIO HERNÁNDEZ / RTVE ANDALUCÍA
Tiempo de lectura 6 min.

La dehesa es un ecosistema único de la península ibérica donde confluyen la foresta salvaje y la explotación ganadera sostenible. En una hectárea de encinas, alcornoques y quejigos, es posible pastorear ovejas, cabras, terneras y el emblemático cerdo ibérico de bellota, además de desarrollar actividades como la caza, la apicultura y la producción de corcho.

Este equilibrio entre naturaleza y actividad humana ha permitido la perdurabilidad de la dehesa durante siglos, funcionando como un sistema agroforestal sostenible. Por un lado, conserva la biodiversidad propia de los bosques mediterráneos, albergando especies emblemáticas como el lince ibérico y el águila imperial. Por otro, su manejo responsable garantiza la producción de recursos como bellotas, madera y pastos sin agotar el ecosistema. Según la Federación de Cooperativas Agroalimentarias de Andalucía, más de 100 municipios andaluces dependen de la dehesa, con 14.000 explotaciones ganaderas que albergan más de tres millones de cabezas de ganado.

La Seca: una enfermedad imparable

Sin embargo, esta armonía está en peligro debido a una enfermedad devastadora: la Seca, causada por el hongo Phytophthora. Obdulia, técnica en I+D+i de la Federación de Cooperativas Agroalimentarias de Andalucía, lleva años investigando este patógeno y advierte que, de las 1,2 millones de hectáreas de bosque adehesado en Andalucía, un millón ya presenta presencia del hongo. "Las consecuencias para el medio ambiente y la economía local son devastadoras", alerta. Además, puntualiza que, aunque la Seca es conocida desde hace tiempo, en la última década su incidencia se ha disparado hasta convertirse en el mayor problema de la dehesa.

Lo peor es que las esporas pueden permanecer en el suelo hasta 20 años

El Andévalo onubense es una de las zonas más afectadas. Allí, Javier Bolaño, propietario de una finca perjudicada, escucha atentamente a Obdulia, quien le explica cómo se propaga la infección entre sus encinas. "El hongo ataca la raíz del árbol, asfixiándolo al impedirle nutrirse. Lo peor es que las esporas pueden permanecer en el suelo hasta 20 años", explica. Además, señala que la mayor acidez de los suelos en las sierras de Huelva favorece la enfermedad y que el cambio climático podría estar influyendo. "Por ahora, la única solución real para erradicarlo es quemar los árboles infectados", concluye con pesar.

Javier ha heredado la tradición de la cría del cerdo ibérico desde su abuelo y, emocionalmente abatido, lamenta no poder mantener el legado familiar. "Sin encinas, no hay bellotas para alimentar a mis cerdos. Temo ser el próximo ganadero en cerrar mi explotación", confiesa. Sin embargo, su esperanza recae en el proyecto OnDehesa, un grupo operativo de investigación multidisciplinar que busca soluciones para frenar el avance del Phytophthora mediante tecnología de vanguardia.

Tecnología contra el hongo

Eduardo Hidalgo, profesor en la Facultad de Ingenieros Industriales, supervisa la instalación de dispositivos IoT en la finca de Javier. "Hemos instalado una miniestación que monitorea parámetros medioambientales como radiación solar, dirección del viento, humedad y pluviometría, además de sensores de suelo que envían datos a la nube", explica. Un dron con cámaras espectrales complementa la recopilación de información desde el aire. "La clave del éxito radica en la monitorización en tiempo real y en el diseño de dispositivos de bajo costo, accesibles para cualquier ganadero", afirma.

A cientos de kilómetros, en Sevilla, David Gómez, ingeniero informático de la Fundación Ayesa, trabaja junto a su equipo en el desarrollo de un software basado en inteligencia artificial. "Analizamos grandes volúmenes de datos y, mediante machine learning, generamos imágenes aéreas que identifican los árboles infectados y las zonas de mayor riesgo", explica. Muestra en su portátil un mapa aéreo de la finca, donde los árboles afectados aparecen en color azul. "Nuestro objetivo es detectar los factores clave de la propagación como nunca antes se ha hecho, construir una memoria digital con datos de otras fincas y años anteriores, y encontrar el punto débil del patógeno", concluye.

Un asesino invisible

Obdulia recalca que el Phytophthora es un "asesino invisible": cuando aparecen los primeros síntomas, como el amarillamiento y la caída prematura de hojas, ramas secas, chancros en el tronco y raíces podridas, ya no hay cura y el árbol muere irremediablemente. "Ahora, con esta tecnología, podemos anticiparnos a esa situación y tomar medidas preventivas.

Con la información en su tablet, Javier puede decidir no pastorear el ganado en las zonas afectadas, evitando la propagación del hongo a través de las pezuñas del cerdo", explica. Aun así, subraya la necesidad de mayor investigación académica y de escuchar a los ganaderos, que han observado la enfermedad durante toda su vida.

En la finca Soto de la Fuente, en la Sierra Norte de Sevilla, encinas centenarias dan la bienvenida a una pareja de linces ibéricos recientemente liberados por la Consejería de Medio Ambiente. Javier Soto, su propietario, lamenta la presencia de algunos árboles afectados en lo que hasta ahora era una zona libre de la enfermedad. Como ganadero comprometido con la biodiversidad, su finca actúa como corredor natural entre Doñana y Sierra Morena, permitiendo la conexión de especies protegidas. Más al norte, en la misma sierra, una pareja de águilas imperiales anida cada año en la finca Dehesa Frías. Su gerente, José Miguel Martín, se enorgullece de ello: "Pierdo unas 20 gallinas al año cuando vienen a criar, pero su presencia en mi finca significa que hemos logrado un equilibrio sostenible entre nuestro ganado y la fauna salvaje. Si hay águila, la finca está sana y eso es bueno para el largo plazo de la finca"

Se necesitan repoblaciones urgentes de encinas y alcornoques

José Manuel Roca, ingeniero agrónomo de ASAJA Sevilla, recuerda que la dehesa es el hábitat ideal para muchas especies en peligro. "La mayoría de los linces nacen fuera de Doñana. En apenas 20 años, han pasado de estar en riesgo crítico de extinción a ser una especie vulnerable, con más de 2.000 ejemplares en la península", destaca. Atribuye este éxito, en gran parte, al compromiso de los ganaderos, quienes los acogen en sus fincas, aun asumiendo las pérdidas que puedan causar en su ganado.

Sin embargo, reclama acciones urgentes de reforestación masiva en las zonas afectadas por la Seca: "Cada año se pierden mil hectáreas de bosque adehesado. Si plantamos 100 nuevos árboles y sobreviven 10, ya es un avance". "Nos jugamos mucho, el abandono del ganadero conlleva la "matorralización" de la Dehesa, ya hemos visto lo que pasa con los montes abandonados presa de los incendios de 6ª generación como el que arrasó la Sierra de la Culebra en Zamora", concluye. "Debemos garantizar la supervivencia de nuestro bosque más emblemático con el que hemos convivido durante siglos en armonía, su origen se remonta a la Edad Media, para las generaciones futuras".