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Pilar Manchón, lingüista computacional: "Con la IA, es más importante hacerlo bien que hacerlo rápido"

  • La sevillana Pilar Manchón dirige la estrategia de investigación en IA en Google

  • La recién nombrada Hija Predilecta de Andalucía es un referente tecnológico mundial

INÉS MODRÓN LECUE
Tiempo de lectura 7 min.

Los asistentes virtuales combaten ya problemas como la soledad no deseada, los algoritmos determinan el contenido de las redes sociales y los chatbots ganan terreno frente a las búsquedas tradicionales en internet. La inteligencia artificial (IA) ha transformado en los últimos años sectores como la comunicación, la salud o la educación. Detrás de estas tecnologías, trabajan especialistas en áreas muy diversas, que se unen para hacer posibles estos avances. Una de ellas recibe este Día de Andalucía de 2025 el nombramiento de Hija Predilecta de la comunidad autónoma.

Pilar Manchón, sevillana y experta en lingüística computacional, destaca por su contribución a la tecnología a escala global. Desde la fundación de Indisys, la primera empresa española adquirida por Intel, hasta su paso por Amazon y ahora como directora de estrategia de investigación en inteligencia artificial en Google, su carrera es reflejo de la vanguardia tecnológica. Además de su trabajo en Silicon Valley, Manchón es consejera en varias empresas de IA, universidades, ONG y entidades de Capital Riesgo, además de miembro del Consejo de Expertos de Estrategia de IA del Gobierno de España.

PREGUNTA: ¿Qué se siente al convertirse en Hija Predilecta de Andalucía?

RESPUESTA: Es un honor que no puedo describir con palabras. Ha sido una sorpresa maravillosa. No hay persona en el mundo que no le llegue al alma que le reconozcan en su tierra. Es el reconocimiento más bonito que uno puede recibir.

P: ¿Cómo llega una lingüista a directora de estrategia de investigación en IA de Google?

R: Ha sido un camino bastante interesante, con muchos cambios de dirección y una aproximación muy multidisciplinar a cualquier oportunidad. Tuve la fortuna de estudiar Ciencias y Tecnología, luego estudiar Lingüística y Humanidades, después hacer ciencia cognitiva y posteriormente un doctorado donde aunaba todas esas disciplinas. Eso me facilitó entender la inteligencia artificial desde una perspectiva mucho más amplia, no solamente desde la tecnología, sino con un enfoque centrado en el humano: cuáles son nuestras necesidades y cómo procesamos la información. Y, basándonos en eso, diseñar las interfaces y las herramientas para nuestras necesidades.

P: Se habla mucho de la IA generativa, pero ¿qué otros avances transformarán nuestras vidas en el futuro?

R: La inteligencia artificial va a cambiarlo todo. Ya estamos metidos de lleno en esa transformación y estamos viendo los primeros indicios de cómo va a tener un impacto en prácticamente todos los campos del saber y de la ciencia. Lo que nos cuesta más digerir y ver es la velocidad. Ahora mismo, sentimos que todo está cambiando de una manera vertiginosa, que cada día hay noticias nuevas sobre el mundo de la IA. Y es así.

Cuando uno está en el campo de las aplicaciones, lo que tiene que entender es cómo va a evolucionar en su mercado y comprender principios fundamentales y básicos de la IA, no necesariamente convertirse en un desarrollador. Yo animaría a todos a que se formaran, que es extremadamente fácil porque hay muchísimas oportunidades. Con tu propio conocimiento de tu mercado podrás predecir hacia dónde van las cosas y cuál es tu estrategia. Lo principal es no quedarse obsoleto.

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P: ¿Cómo se equilibra la innovación con una IA ética y responsable?

R: Es necesario ser muy ambiciosos, pero también muy responsables. Queremos ir deprisa, queremos hacer los desarrollos lo más rápido posible, pero es mucho más importante hacerlo bien que hacerlo rápido, sobre todo en herramientas que tienen este potencial tan profundo. Es crucial entender para qué las hacemos, qué queremos conseguir con ellas, cuál es el objetivo común y tener las conversaciones adecuadas y las metodologías diseñadas de antemano para poder predecir posibles daños colaterales.

Entonces, no es mucho pedir, es simplemente intentar hacer las cosas bien y con buena letra, sobre todo en cuestiones tan importantes como la IA, que puede ser fantástica y estupenda, pero, si cae en malas manos o se hace de manera negligente, puede causar daño.

P: Si la IA responde a los intereses de quienes la diseñan, ¿cómo se asegura que no se convierta en una herramienta de concentración de poder?

R: Yo niego la mayor. La IA no es neutral, sino que responde a los datos con los que ha sido entrenada. Eso no es necesariamente los intereses de los que la diseñan. Hay una cuestión de estado del arte y de control de la tecnología. Otra cosa muy distinta es la manipulación de lo que es la inteligencia artificial para unos fines concretos. Creo que la seguridad, el diseño y la responsabilidad son primordiales. Debiéramos invertir mucho más como sociedad en investigación en esa línea.

La solución no es simplemente regular, porque regular por regular lo que hace es impedir la innovación. Lo primero es intentar averiguar cuanto más mejor sobre cómo funcionan los sistemas y medir las métricas adecuadas. Están cambiando muchísimas cosas ahora y lo principal entender todos estos nuevos marcos, para diseñar de manera segura y auditar debidamente todas estas tecnologías. El poder reside en la transparencia y el control, que deben ser elementos indispensables en cualquier herramienta de este tipo de impacto.

P: ¿Es realista pensar en una IA desarrollada con un verdadero propósito social o siempre dependerá de la lógica de mercado?

R: No tiene por qué ser así. En Google Research, que es donde trabajo yo, hacemos muchísimos desarrollos simplemente por el bien de la humanidad y no hay ninguna estrategia de monetización detrás: temas de cambio climático, de sostenibilidad, de salud… Cuestiones que afectan a la sociedad en general. Un ejemplo es el proyecto Green Light, que ayuda a gestionar mejor los semáforos, de manera que se reduzcan las emisiones en los cruces. Hay decenas de proyectos cuyo único interés es ayudar a la humanidad a avanzar, sin un interés económico detrás.

P: ¿Hasta qué punto los gobiernos entienden realmente lo que están regulando en materia de IA?

R: Creo que el nivel de madurez para entender dónde está la IA, lo que se puede y no se puede hacer y dónde está el estado del arte es extremadamente complejo. Normalmente, los cuerpos reguladores tienen una formación mucho más cercana a las cuestiones legales que a las técnicas. Entonces, es necesario que se asesoren bien, que se formen bien y darles las herramientas necesarias para que puedan tener toda la información a la hora de regular debidamente.

La inteligencia artificial, como dice el CEO de Google, Sundar Pichai, es algo demasiado importante para no regular y demasiado importante para no regularlo bien. Esa formación es fundamental y, desde Google, también proporcionamos muchísimas herramientas para que todo el mundo, incluyendo legisladores y demás, puedan entender bien los fundamentos básicos de la IA y, en consecuencia, hacer incluso mejor su trabajo.

P: ¿Son compatibles la lucha contra el cambio climático y los avances en IA?

R: Yo creo que sí que son muy compatibles. La inteligencia artificial, de hecho, es la única tecnología que tiene la capacidad de ayudar a optimizarse a sí misma. De hecho, ha evolucionado enormemente en los últimos 18 - 24 meses y los costes computacionales, la cantidad de datos que era necesaria para conseguir determinados resultados, ha cambiado. Ha disminuido en órdenes de magnitud. Conforme más vayamos avanzando, más fácil será hacer más cosas, con menos datos y con menos computación.

Como casi con todas las tecnologías, hay que empezar en algún sitio. Eso no es incompatible, ni mucho menos, con ser muy conscientes de cuáles son las necesidades del medio ambiente y utilizar la IA específicamente para estudiar cómo minimizar el impacto y cómo obtener energía de otras fuentes. La inteligencia artificial es la mejor herramienta que nos puede ayudar precisamente a solventar los problemas con el cambio climático.