Un matrimonio aferrado a la barandilla de un garaje durante horas, un padre luchando por no ahogarse después de perder en la riada a su hija de 11 años o dos niños arrastrados por la fuerza del agua al irrumpir en su salón. Estos son algunos de los testimonios recopilados en las primeras diligencias de la dana, a las que ha tenido acceso RTVE. En las denuncias, recogidas por la Guardia Civil y por vía judicial en cerca de 1.000 folios, los familiares señalan que la pérdida de contacto con sus seres queridos se produjo entre las 19 y las 20 horas, antes de que la alerta llegara a los móviles. Una advertencia de las autoridades en la que, aunque instaban a la población a permanecer en sus hogares, no enfatizaba la necesidad de evitar las plantas bajas y sótanos, que luego se convirtieron en los principales focos de las inundaciones.
Los relatos evidencian nuevamente cómo muchas personas fallecieron mientras trataban de poner a salvo sus vehículos, desapareciendo al ser arrastrados por la sorpresiva corriente. En ese sentido, las autopsias determinan que las muertes se produjeron mayoritariamente por asfixia mecánica, con los pulmones llenos de barro, en mitad de una situación que la jueza de instrucción, Nuria Ruiz Tobarra, describe como "un infierno real de destrucción".
La hora en la que se envió el mensaje de advertencia a la población es una de las principales claves que continúa investigando el Juzgado de Instrucción número 3 de Catarroja, en Valencia. La trágica tarde del 29 de octubre acabó con la vida de 224 personas y dejó a tres desaparecidos, cuyos familiares aún continúan tratando de volver a la normalidad, mientras pervive el doloroso recuerdo de aquellos que no pudieron contarlo.
La primera alerta llegó a los móviles entre las 20.11 y las 20.14 horas, cuando miles de personas ya estaban atrapadas "con el agua hasta el cuello" en coches, fábricas o centros comerciales.
Desbordamiento de la rambla del Poyo
Uno de los testimonios, procedente de una hija, recoge los agónicos momentos que su madre, Isabel, de 91 años, pasó junto a su cuidadora al desbordarse la rambla del Poyo, en Catarroja. Según el relato recogido en las diligencias procesales, el 29 de octubre a las 19.10 horas aproximadamente la hija llamó a la asistenta para avisar del colapso y la inundación de la rambla con el objetivo de prevenirlas.
"Minutos más tarde, la cuidadora le pasa un vídeo al teléfono para que viera cómo el agua ya estaba entrando al interior", señala el informe, que detalla cómo, minutos después, la cuidadora volvió a llamar a la hija pidiéndole auxilio y "gritando que su madre había fallecido ahogada".
La hija le pidió que se subiera a la terraza de la vivienda ante el peligro de ahogamiento. Sobre las 5:00 horas de la mañana del 30 de octubre, cuando el nivel de agua había bajado, el marido de la hija se acercó al domicilio de la progenitora. "Pasó una mujer del pueblo que es enfermera y, al comprobar el estado de la madre de la declarante, les dijo que había fallecido", recoge el relato. El equipo forense no acudió hasta el 31 de octubre para trasladar el cuerpo de la madre al Instituto de Medicina Legal de Valencia
En Catarroja, otra vecina y familiar de una de las víctimas asegura que vio desde su casa "cómo llegaba una ola de agua" sobre las 19.50, sin haber llovido antes. “En cuestión de minutos pasó de ser nada a cubrir los árboles", señala en las diligencias. Cuando la alerta llegó, la luz y el agua se habían ido. Su padre, fallecido durante la dana, "bajó la calle y no volvió".
Atrapados en sótanos y garajes
Multitud de relatos hablan sobre la angustiosa situación que vivieron cientos de personas al intentar sacar sus coches de garajes y que quedaron atrapados en las plantas subterráneas. Adrián relata cómo su padre, Nicasio, de 63 años, y su mujer, fueron sorprendidos por una tromba de agua mientras trataban de sacar su vehículo sobre las 18.15 de la tarde en Massanassa. El relato cuenta cómo "ambos tuvieron que agarrarse a una barandilla de la rampa para no ser arrastrados por la corriente".
Nicasio sufrió un desvanecimiento, por lo que la mujer tuvo que agarrarle, aunque llegó un momento en que “no pudo sujetar más a su marido, siendo llevado por la corriente”. Ocho horas después, algunos vecinos lograron socorrer a la mujer, que fue trasladada, posteriormente, hasta el hospital de Manises. El fallecido fue localizado en la tarde del 31 de octubre por la Policía Local, que trasladaron a los servicios funerarios.
Las diligencias recogen, entre otras pruebas, capturas de mensajes en WhatsApp, así como llamadas, que evidencian la situación y la hora para reconstruir los peores momentos de la riada. Sobre las 18.45 horas, Susana cuenta que empezó a recibir multitud de vídeos de vecinos en los que se observaba cómo el agua corría ya por las calles. Minutos después, algunos residentes bajaron al garaje para instalar compuertas de seguridad, y su marido se unió a ellos. Sin embargo, cuando lograron colocar las puertas para impedir la entrada del agua, él no subió con el resto.
"¿Cómo vas?", le preguntó en un mensaje. "Mal", fue su única respuesta. Preocupada, insistió: "Cuenta, ¿no puedes nadar?, ¿Bajo?, ¿Llamo a la Policía o algo?". A partir de las 20.05 horas, sus mensajes no obtuvieron respuesta.
La fuerza del agua arrastró a una niña de 11 años
Entre las víctimas se encuentran varios menores, como es el caso de Hui, de 11 años. Su madre relata que el día 29 de octubre, sobre las 19.00 horas, se encontraba en un bar de Benetússer junto a su marido, su hijo de 4 años y su hija fallecida.
"Sobre las 19.40 horas, el agua estaba subiendo mucho, y sobre las 20.00 horas decidieron pedir ayuda a los vecinos de arriba”, detalla la denuncia. Primero les tiraron una cuerda, pero resultó ser demasiado corta, por lo que optaron mejor por una escalera.
“Sobre las 19.40 horas, el agua estaba subiendo mucho“
Hui fue la primera en intentar subir, pero la fuerza del agua acabó arrastrando a la joven, que no pudo agarrarse a ningún objeto cercano. El padre trató de alcanzarla, pero sin éxito, y la final "se agarró a un coche para no ahogarse".
No fue hasta el 30 de octubre a las 17.00 horas cuando la Guardia Civil de Alfafar, teniendo la fotografía de la niña como referencia, pudo localizar su cuerpo en un centro comercial de Massanassa.
EUROPA PRESS
Izán y Rubén, arrancados de los brazos de su padre
Otro de los casos que conmocionó a la opinión pública fue el de Izán y Rubén, dos niños de 3 y 5 años, que desaparecieron después de que una tromba de agua arrastrara parte del salón de su casa por delante en Torrent. El testimonio, ofrecido por la madre, Marta, cuenta cómo de golpe cayó una de las paredes, “entrando una gran cantidad de agua" que inundó "todo el inmueble” y se llevó tanto a Víctor, el padre, como a ambos menores por delante.
Los tres fueron arrastrados por la corriente fuera de la vivienda, aunque el padre "logró agarrarse a un árbol cercano y aguantar durante dos horas, sin lograr ver cómo sus hijos salen de la casa".
Continua la búsqueda de Rubén e Izan, los niños de cinco y tres años, desaparecidos en Torrent por la DANA
Horas más tarde, al bajar el nivel del agua, el padre comenzó la búsqueda de los niños, pero sin conseguir ningún rastro. Los equipos de rescate no hallaron los cuerpos sin vida de los niños hasta el 13 de noviembre.
"No tuvo fuerza suficiente para agarrarse a la sábana y se la llevó la riada"
A otras víctimas, la riada les pilló acudiendo a sus lugares de trabajo o realizando tareas cotidianas. Fue el caso de Lorenza, de 35 años, que acudió, como de costumbre, a la peluquería "para arreglarse el pelo" durante la tarde de aquel fatídico 29 de octubre, sin saber que no saldría de ella. Sobre las 19.30 horas, la víctima llamó a su pareja, Malvina, “pidiéndole ayuda”.
"Estaba dentro del establecimiento y le dijo que estaba entrando agua", detalla la denuncia. En ese momento, una vecina de un piso de arriba “lanzó una sábana para intentar ayudar a las personas” que se encontraban dentro.
Sin embargo, la fallecida "no tuvo fuerza suficiente para agarrarse a la sábana y se la llevó la riada", desapareciendo entre el lodo, los vehículos y el resto de elementos arrastrados por el agua.
“Lanzó una sábana para intentar ayudar“
Personas enfermas con movilidad reducida
Otros testimonios revelan momentos dramáticos vividos en poblaciones de la zona cero, donde en algunos casos personas con movilidad reducida o afectadas por algún tipo de enfermedad fallecieron en las plantas bajas de viviendas sin poder ser subidas a pisos superiores o por la falta de tratamientos.
Manuel, quien padecía epilepsia, insuficiencia pulmonar e iba en silla de ruedas, falleció al no poder ser atendido con la medicación que necesitaba. Su vivienda se inundó "muy rápidamente sobre las 20.30 horas" y llegó a alcanzar casi los dos metros de altura. En ese momento, Julián, su cuidador, le cogió en brazos, subiéndole a la segunda planta. Una reciente traqueotomía le obligaba a tomar medicación todos los días, además de "necesitar de una máquina para ayudarle a respirar". Sin embargo, con las prisas, se habían quedado en la planta baja.
"Se encontraba mojado y aterrorizado", relata la hermana de la víctima, que asegura que murió horas más tarde "por la tromba de agua". Por este motivo, pidió que la causa de la muerte, establecida como natural, modificada y atribuida a la inundación. También subraya el total abandono por parte de las autoridades, tras llamar de manera reiterada a emergencias para que se llevaran el cadáver.
La jueza continúa solicitando información a las autoridades
Sobre las responsabilidades, la jueza, Nuria Ruiz Tobarra, ha solicitado en un auto al Ministerio de Transición Ecológica información sobre la situación de los embalses de la Cuenca del Júcar. También reclama datos sobre la limpieza de los cauces y sobre el estado de las ramblas del Poyo entre las 16.13 y las 18.42 horas, cuando colapsó.
La magistrada ha vuelto a preguntar a la Generalitat, ante la ausencia de contestación, sobre quién tomó la decisión de enviar la alerta a las 20.14 horas, así como con qué información se contaba para hacerlo.