A Angelita se le eriza la piel al entrar por primera vez junto a su marido, José Luis, en la que fue su casa en la planta séptima del bloque más alto del edificio en el barrio de Campanar que ardió en Valencia el 22 de febrero de 2024. La "sensación de que por tres minutos salimos", explica a RTVE.es desde la misma construcción ahora en proceso de rehabilitación. "Tenemos las hijas, tenemos familia, tenemos todo [...] son muchas emociones las que llevas por dentro aparte de la pérdida material del piso y de tus recuerdos". Ella fue una de las víctimas de una tragedia patente en los vídeos grabados desde la calle por numerosos testigos del incendio y que circularon por las redes sociales aquella tarde de hace un año.
Miles de personas pudieron ver también en directo a través de los medios de comunicación el rápido avance del fuego por las dos torres del complejo residencial en el que 10 personas perdieron la vida y otras 15 resultaron heridas.

Incendio en el barrio de Campanar (Valencia)
Sin embargo, la otra cara del siniestro, la de la investigación judicial, permanece un año después rodeada de incógnitas sobre "la verdad" de los hechos que se produjeron entre las 17.30 y las 21.00 horas. Cuando, según aseguran los abogados de las diez personas que perdieron la vida, una de ellas se comunicó por última vez con su familia.
El informe de la policía científica concluyó que el origen de fuego fue una fuga de gas refrigerante de la nevera de la vivienda 86, pero las familias de las víctimas reclaman saber "con profundidad" lo ocurrido, afirma Ignacio Grau, abogado de siete de ellas. "Queremos una investigación completa por la brigada de policía científica", agrega el letrado, y que donde ellos "no lleguen, otros les ayuden".
Se trataba de un edificio moderno con dos bloques de catorce y nueve plantas, acabado en 2008, que según los expertos cumplía con la normativa de seguridad —tenía escaleras de evacuación, extintores y puertas antiincendios— pero el revestimiento de la fachada, hecho de aluminio con el núcleo de polietileno, material no ignífugo, favoreció la propagación de las llamas.
Julián García, conserje del edificio: "En tres cuartos de hora estaba toda la finca ardiendo"
En los primeros instantes, pasadas las 17.30 horas, hubo una persona con un papel clave para que otros pudieran salvarse del fuego, que inesperadamente avanzaban por la fachada. Julián García llevaba 15 años trabajando en la finca del edificio de la calle Rafael Alberti Poeta, 2.
Julián García, el conserje del edificio de Campanar incendiado. SILVIA QUÍLEZ
"Vimos humo, lo primero que hice fue averiguar de dónde salía, estuve subiendo y bajando y averigüé que procedía de la puerta 86 de la planta octava, que da a donde está la rotonda, luego ya se llamó a los bomberos y vinieron enseguida", rememora con RTVE.es sobre esos momentos que después serían cruciales, cuando todavía no había humo por la escalera del edificio.
Julián recuerda que el humo salía por las luces halógenas de la planta séptima, aunque el fuego se encontraba en la planta superior. Lo primero que hizo fue ir a buscar a la vecina de la puerta 72, que se encontraba justo debajo del piso donde había comenzado. "Está mal del oído y encima tenía la llave echada, pero al final conseguí que me abriera", explica.
“No me acuerdo ni las puertas que toqué porque estaba muy nervioso, iba llamando iba tocando, iba corriendo y bajando“
Las llamas habían prendido el balcón de la vivienda de esta vecina y caían por las cortinas de su casa, tal y como recuerda Julián. Una vez bajó con ella se fue corriendo a avisar al resto de los vecinos, iba por el rellano de cada planta, bajando y avisando. "No me acuerdo ni las puertas que toqué porque estaba muy nervioso", asegura.
"Fue todo tan rápido, creo que en tres cuartos de hora estaba toda la finca ardiendo", recuerda con pesar, y el viento fuerte de aquella tarde, con rachas superiores a 60 km/h complicó aún más la situación. Él se quedó el último en la finca junto a los bomberos por si podía ayudarles en algo, les abrió las puertas de emergencia del edificio, incluso llegó a plantearles que le dejaran un equipo con el que poder orientarles, pero le dijeron que por seguridad, no era posible y que permaneciera en el patio.
Apenas unas semanas después volvió al trabajo con la misma empresa, pero en otro lugar, el Hospital General de Valencia. Ahora lo que más desea es poder volver a trabajar al edificio aún en plena reconstrucción, frente al que atiende a RTVE.es, junto a los vecinos a los que cuidó durante 15 años.
Angelita y José Luis: "Por tres minutos salimos"
Terminadas las obras de desescombro que comenzaron en septiembre, Angelita ha visitado por primera vez este 14 de febrero junto a su marido, José Luis, la que fue su casa en la planta séptima del bloque más alto. "Es una sensación que aunque te la imagines no es lo mismo que estar aquí. Ver cómo se destruyó todo, es una sensación de tristeza por ver lo que era y lo que es ahora", asegura al entrar en el esqueleto del edificio.
“Se me eriza la piel de verdad, es una sensación que aunque te la imagines no es lo mismo que estar aquí“
Es algo "emocionalmente muy fuerte, porque tienes tu hogar, tu casa, tu estabilidad y de repente tener que correr no saber a dónde, qué hacer. La única ilusión que queda es ver que se está avanzando, es lo único. Ha sido un año muy fuerte, emocionalmente muy muy fuerte", recuerda sobre cómo ha cambiado su vida. Mirando hacia arriba desde una de las terrazas del edificio, a Angelita le cuesta encontrar el piso donde vivía: "Es irreconocible".
Angelita y José Luis vuelven al edificio incendiado de Campanar en el que vivían y al que esperan poder regresar. SILVIA QUÍLEZ
Todavía tiene pesadillas y sigue un tratamiento psiquiátrico y psicológico para sobrellevarlo. Su marido, José Luis, no encuentra ninguna emoción positiva al volver al edificio y "recordar aquellos momentos", aquella situación que fue "tan rápida". Este ha sido un año "complicado", en el que él ha preferido sumergirse en los trabajos de la asociación para colaborar y para estar activo, y eso le ha ayudado, pero insiste visiblemente afectado, ha sido "difícil".
El presidente de la Asociación de Propietarios: "Se acabó la vida que tenías"
Junto a la comunidad, los propietarios de las viviendas calcinadas han creado una asociación (APROICAM) para poder afrontar mejor un incendio que ha cambiado sus vidas. Su presidente es Enrique Salvador, propietario de una vivienda de la décima planta, que la había comprado "con toda la ilusión del mundo, nada más aprobar la oposición" y era su "plan de vida", pero con el fuego "todo eso se esfumó, literal, se calcinó".
Muchos de los vecinos necesitan atención psicológica. APROICAM, junto con la fundación Valientes, la está brindando. "El servicio está teniendo bastante afluencia porque asumir de un día para otro que se acabó la vida que tenías, el día a día que tenías aquí en el barrio, que te tienes que rehacer y organizarte la vida, tienes familia, pareja..., y eso cambiarlo de un minuto para otro, eso ha sido muy duro", asegura.
El presidente de la Asociación de Propietarios Afectados por el Incendio de Campanar (APROCAIM), Enrique Salvador. SILVIA QUÍLEZ
El día del incendio recuerda que llegó cinco minutos después de que comenzara. "Cuando ves una vivienda arder piensas que solo arderá esa vivienda y ya está pero es que minutos después por los videos ya se veía que con el viento y esa propagación en la fachada, se iba a contagiar el 100% del edificio", señala al acordarse de como el fuego ya daba la vuelta al edificio y afectaba a su propia casa. "Te puedes imaginar cómo fue la sensación, mi casa estaba en la décima planta [...] te puedes imaginar lo que yo pensé, impotencia total", asegura.
Javier Baldoví, doble víctima: del incendio y de la dana
Casi 12 meses después y finalizada la limpieza del edificio, Javier Baldoví, ha podido subir a la undécima planta donde se encuentra su vivienda: "Ahora mismo mi casa no está, te sorprende ver la casa así, donde has vivido durante tantos años que has sido feliz, pero bueno, tienes la esperanza de que por lo menos ya vamos avanzando y dentro de poco pues algún día nos la devolverán. Volveremos a ser felices y a construir un futuro aquí otra vez".
Javier Baldoví visita por primera vez el edificio de Campanar donde tiene su vivienda y contempla la placa de su buzón. SILVIA QUÍLEZ
Se enteró del fuego cuando estaba entrando a su trabajo porque su madre le llamó y le dijo que estaba ardiendo la planta número ocho del edificio, que había que localizar a su primo que vivía en la novena. Luego supo que estaba con Julián y que había intentado abrir la puerta de una de las viviendas donde sabían que se encontraba un perro atrapado, pero finalmente no pudo sacarlo. Después subió a su vivienda en el noveno piso a buscar a su mujer y a su perro y bajaron todos juntos.
"A la hora a la que pasó todo había mucha gente que estaba fuera del edificio con los niños", explica, y ese fue el caso de su mujer y sus hijos, de cinco y tres años, que aquel jueves se encontraban en el parque después de salir del colegio.
Lo único que los bomberos pudieron sacar de la vivienda fue la caja fuerte, pero en su interior, todo se encontraba calcinado. El fuego se mantuvo durante toda la noche por una batería de juguete que había quedado en el comedor. Se han ido a otro piso de alquiler por el que actualmente pagan 1.600 euros mensuales.
Su caso también ha sido doblemente doloroso porque después de sufrir la pérdida material por el fuego de Campanar, la dana del pasado 29 de octubre le hizo perder su negocio, su principal fuente de ingresos. Su mujer, Inga, entrevistada en el Canal 24h de TVE el pasado 13 de noviembre aseguraba que no sabían cómo iban a salir adelante y que aún no habían recibido la ayuda para el alquiler, aunque sí les estaban aplicando la moratoria en la hipoteca.
Adriana Banu: "Mi hija consiguió salir entre los últimos"
La administradora de la finca, Adriana Banu, también se vio afectada por el incendio, como propietaria de una de las viviendas. En ese momento se encontraban dentro de la casa su suegra y su hija. Su marido, que había recibido el aviso de un vecino de la finca de enfrente, les recomendó primero que cerraran todas las puertas y se quedaran dentro, pero después, al llegar al lugar cerca del edificio y ver la situación, les pidió a las dos que salieran ya.
Sin embargo, Adriana vivió minutos de enorme angustia. "No sabíamos si habían salido o no, yo estaba desubicada totalmente, con la incertidumbre, en shock". Además, poco antes había recibido un mensaje que avisaba de que se había cortado el suministro eléctrico en la finca. Llamábamos al conserje, pero no contestaba", recuerda ella, hasta que su marido pudo hablar con Julián, que le dijo: "Tu hija y tu suegra están conmigo".
Ambas habían bajado en el ascensor pocos minutos antes de que se cortase la luz en el edificio. "Para mi es una gran lección. La vida a veces te pone frente a ciertas situaciones y dices..., entre tanto sufrimiento estoy en vida y mi hija ha conseguido salir entre los últimos del edificio, por tanto es importante. También valoras algunas otras medidas que se podrían tomar para evitar llegar a semejantes situaciones", reflexiona Adriana, tras este primer año.
Francisco Fernández, presidente de la comunidad
El presidente de la comunidad de vecinos, Francisco Fernández, llevaba solo 11 meses como propietario de su vivienda en la tercera planta del bloque de nueve pisos. Tras el incendio tuvieron que organizarse como si fueran una empresa, para afrontar problemas nada habituales para unos vecinos como gestionar y cobrar indemnizaciones millonarias. Eso ha permitido avanzar de forma muy rápida y tener el edificio desescombrado y limpio en un año, con el proyecto básico de arquitectura realizado.
Francisco Fernández, presidente de la comunidad de vecinos y afectado del edificio incendiado en Campanar. SILVIA QUÍLEZ
Cuando el fuego se desató él estaba en una reunión de trabajo en Madrid y vio que habían llegado mensajes a su móvil sobre un incendio en Valencia. En un primer momento, pensó que era "imposible" que fuera su edificio, pero cuando volvió a coger el móvil pasados unos minutos, tenía más de 100 llamadas perdidas y su teléfono se había colapsado de mensajes WhatsApp.
Sobre el proceso judicial es pesimista y cree que no va a "salir nada" que pueda reconfortar a las familias de las víctimas ni a los propietarios de las viviendas. El origen del fuego ya se conoce pero considera que "no se van a buscar responsabilidades mucho más allá, cuando han muerto diez personas".
Laura Conejos: "Ni he podido subir y tengo allí toda mi vida"
Otra de las vecinas que de Campanar fue Laura Conejos, de 29 años, que iba a cumplir cuatro como inquilina de uno de los pisos. Cuando empezó todo estaba en la ducha y notó un fuerte olor a quemado. "Se escuchaban muchísimas sirenas y me decidí a salir, solo cogí las llaves y el móvil no cogí ni cartera ni muchísimo menos nada de casa", dice haciendo memoria de lo ocurrido.
Laura recuerda que al salir al rellano de la escalera había humo blanco y como vivía en el último piso prefirió bajar por la escalera, donde se encontró con un bombero que le dijo que se fuera a casa que se cerrara con todo, que es lo que se debe hacer en esas ocasiones, pero ella insistió en que en ese momento estaba sola en casa y prefería bajar, que luego ya volvería a subir.
Sin embargo ya no pudo volver. Lo único que recuperó fue una taza, "superviviente nata", que conserva como recuerdo en una vitrina. Laura siente que no ha pasado un año sino diez, y nota incluso cómo ha cambiado físicamente: "No puedo pasar por el edificio sin emocionarme, es que al final ni he podido subir y tengo allí toda mi vida, que ya no está".
Nancy, presidenta de la asociación de residentes
La presidenta de la Asociación de Residentes Afectados por el Incendio de Campanar (ARDIC), Nancy Khawam Ulloa, vivía con su marido y su hija en un piso alquilado en la puerta 125 de la planta undécima.
Nancy vivía de alquiler en una de las viviendas del edificio de Campanar desde 2019. SILVIA QUÍLEZ
"Aquel día fui afortunada, porque teníamos visita en el médico y simplemente se me había olvidado una tarjeta del médico de mi marido y subí, mi marido y mi hija se quedaron en el coche esperando", recuerda.
Logró salir a tiempo y asegura que despertó del shock cuando le dijo a un policía: "Tranquila, tranquila que ya ha pasado, lo importante es que estáis aquí, pero que sepas que hay gente dentro". Después le dio un abrazo que nunca olvidará. Los primeros días estuvieron en el hotel habilitado por el Ayuntamiento de Valencia y se quedaron seis meses en los pisos de Safranar. En la actualidad sigue viviendo junto a su familia en otra vivienda de alquiler pero han tenido que irse fuera de Valencia debido a los precios.
Vladimir Likhvan ha recuperado la normalidad pero no su pasaporte
Algunos residentes extranjeros, de origen bielorruso, perdieron todos sus papeles y nadie accedía a alquilarles una vivienda. También había ucranianos que se encontraron con la dificultad añadida de que a las mujeres les renovaban el pasaporte pero no a los hombres, a los que obligan a volver a su país por la guerra contra Rusia.
Vladimir Likhvan, de 37 años, forma parte de la veintena de vecinos ucranianos que vivían en Campanar y habían llegado a España huyendo de la guerra, de las bombas que habían destrozado su ciudad y buscando seguridad, pero dos años después el fuego calcinó todo lo que tenían en la vivienda de la décima planta del edificio.
Una panorámica del edficio de Campanar tomada una semana antes de cumplirse el aniversario del incendio. SILVIA QUÍLEZ
Pese a todas las dificultades, se muestra muy agradecido a las administraciones. Un año después, Vladimir y su familia viven en otro piso, también de alquiler en Valencia, y ha conseguido recuperar su trabajo, a través de internet.
Sin embargo, es el único de todos los ucranianos afectados por el incendio que perdió su pasaporte. Asegura que hace un año acudió a la oficina para tramitar la documentación, pagó 200 euros pero siguen sin dárselo. Aunque ha vuelto a preguntar le dicen que para recuperarlo tendría que volver a Ucrania pero explica a RTVE.es, con preocupación, que no quiere morir.
Florencia Bossel: "Nunca imaginé que iba a ser la última vez en mi casa"
Florencia Bossel se encontraba medio dormida en el sofá cuando empezó el incendio. "Siempre digo que una de las pocas cosas que estaban bien en el edificio eran las puertas y las ventanas porque eran dobles y no se escuchaba absolutamente nada de lo que estaba pasando fuera, estaba super ajena a si estaba pasando algo, nunca me enteré de nada de todo eso", recuerda sobre esos primeros momentos. Llevaba dos años viviendo en el segundo piso del bloque de menor altura.
Florencia Bossel vivía en alquiler en la segunda planta del bloque de nueve pisos de Campanar. SILVIA QUÍLEZ
Se levantó del sofá por el fuerte viento que hizo que el tendedero de la ropa golpeara contra el cristal de su balcón. Cuando salió a levantarlo encontró que se había roto una maceta, y escuchó el bullicio que había abajo, pero todavía no podía ver nada desde donde ella estaba. Sí que observó que había gente en la plaza como mirando al otro edificio, fue a ver qué ocurría y recuerda que ya no volvió: "Nunca imaginé que iba a ser la última vez que iba a estar en mi casa".
Cuando bajó por el ascensor eran las 17:50 y solo diez minutos más tarde, alrededor de las 18.00, como puede verse en los videos, ya estaba casi todo el edificio de al lado tomado por el fuego. Ella bajó por el ascensor porque se encontraba totalmente ajena a lo que estaba pasando. "Inconscientemente pensé, seguramente esto los bomberos lo van a combatir, apagar y en cualquier momento voy a poder subir a mi casa, pero no fue así los bomberos", ha relatado. En un lapso de veinte minutos estaba todo tomado por el fuego, recuerda ella, y "cuando ves en carne propia que se está prendiendo fuego toda tu casa es terrible".
La investigación sigue adelante
El titular del Juzgado de Instrucción número 9 de Valencia archivó la causa sobre este incendio de forma provisional el 8 de marzo, pero la Audiencia Provincial ordenó en junio su reapertura.
Aún siguen pendientes varias diligencias solicitadas al juez por los letrados de las familias de las víctimas, entre ellas conocer el contenido de las llamadas al 112 y al 091 realizadas aquella tarde, cuyas grabaciones se han conservado tras acceder a ello el juez, y la declaración testifical de los vecinos supervivientes que vivían en la planta octava, donde se originó el incendio.
También han pedido que la policía científica acuda de nuevo al lugar a recuperar pruebas, después de que la dana las destruyera.
Todos los afectados coinciden en que a pesar de haberlo perdido todo, lo que vino con la dana del 29 de octubre fue aún peor. Recuerdan que no han podido tener tanto respaldo como ellos que pudieron vivir seis meses en los pisos de Safranar del Ayuntamiento de Valencia. Se solidarizan con las víctimas de la riada del 29 de octubre y piden que toda la ayuda sea para ellos.