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Una Nakba 2.0 para la población de Gaza, el último "sinsentido" de Trump: "No podemos abandonar nuestra tierra"

  • Trump quiere convertir Gaza en la "Riviera de Oriente Próximo" y defiende la expulsión "sin retorno" de la población

  • Sus declaraciones recuerdan a la Nakba, el éxodo de 700.000 palestinos en 1948 a Líbano, Siria y Jordania

Mujer con hiyab y niño con jersey rojo en un campo de refugiados.  Tiendas de lona y terreno árido muestran la precariedad del lugar.
EBBABA HAMEIDA
Tiempo de lectura 8 min.

El 15 de mayo de 1948, Zidan Said Ahmed tenía cinco años y, de la noche a la mañana, sus padres se vieron obligados a emprender un viaje sin retorno. "Tengo ráfagas de recuerdos de una infancia feliz en mi país", explica este octogenario, desde el campo de refugiados de Yarmuk en Damasco (Siria). Es uno de los pocos supervivientes de la Nakba o la "catástrofe" de 1948, que sigue con vida. Aún guarda las llaves de la casa de sus padres, que fue demolida cuando comenzó la primera guerra palestino-israelí. "Era muy pequeño, pero recuerdo cómo salimos caminando durante días. Tengo aún grabado el primer invierno en Líbano. Estuvimos en pequeñas chozas que volaban con el viento y se mojaban con la lluvia", describe, en un intento de reconstruir la Nakba.

A Said Ahmed, la amenaza de Donald Trump de expulsar a la población palestina de Gaza para tomar el control del enclave y transformarlo en la "Riviera de Oriente Próximo", le traslada a lo ocurrido hace más de 75 años. Uno de los acontecimientos históricos más traumáticos vivido por el pueblo palestino, solo superado por la última guerra, que ha durado 15 meses y se ha saldado con la vida de, al menos, 47.000 personas. La ciudad palestina de Safed le vio nacer, aunque no tardó en abandonarla para buscar la paz, primero en la tierra de los cedros, Líbano, y posteriormente, la tierra de Sham, Siria.

Atiende la llamada de RTVE.es desde uno de los campos de refugiados palestinos más grandes del mundo. Alberga entre 600.000 y 800.000 palestinos y fue un punto de acogida del éxodo palestino. "Huimos con lo puesto pensando que íbamos a estar dos días fuera de casa", dice con una voz quebrada. "He vivido toda mi vida pensando en volver a mi tierra", asegura. Por ello, aún guarda las llaves de la casa de sus padres y sus abuelos. No pierde la esperanza de volver a su tierra. 

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Doble refugiado con la guerra en Siria

Ese derecho al retorno se ha convertido en una esperanza que le ha acompañado a lo largo de toda su vida. Su condición de refugiado la han heredado sus hijos y sus nietos. En todo el mundo hay más de 5,6 millones de palestinos refugiados. Se concentran especialmente en los países vecinos como Jordania, Siria y Líbano. Ellos han acabado en Siria y el estallido de la guerra en 2011 le obligó a emprender una segunda huida y enfrentarse a la condición de doble refugiado. "La familia se ha dividido, yo ahora solo estoy con dos de mis hijos", explica. 

Volvieron a vivir bajo la lluvia de los bombardeos y su única salvación fue la de abandonar ese campo de refugiados. "Nos fuimos en 2012 a Egipto y de allí entramos en Gaza, pero la guerra de 2014 nos expulsó del enclave después de estar 51 días bajo los bombardeos de Israel. Volvimos a Egipto y en 2015 a Siria, pese a que la guerra seguía", concluye. Conoce bien la pesadilla de la guerra: sufrimiento, matanzas, detenciones y desapariciones. 

Ser refugiado, explica, conlleva una serie de carencias que te acompañan toda la vida. "La gente necesita un territorio para vivir en paz", arguye. En estos países de acogida a lo largo de estos 75 años han sido ciudadanos de segunda. Aislados en campos de refugiados, con muchas dificultades para acceder a derechos básicos como la sanidad o la educación, pero sobre todo, siempre pendientes de la ayuda humanitaria. "No podemos abandonar nuestra tierra, estas palabras de Trump son terribles", dice perplejo.

"Mi abuela tenía una llave colgada en la pared"

Hanin Khaled nació en este mismo campo de refugiados hace 35 años. Ella no vivió la Nakba, pero es heredera del periplo de sus abuelos. "Mis abuelos se marcharon con dos hijos y uno murió en el camino", explica. Vivían en el actual norte de Israel, muy cerca del Mar Muerto, cuya elevada cantidad de sal aviva flotar sobre sus aguas. La misma reminiscencia que emerge de sus recuerdos de la infancia en Siria. "Mi abuela tenía una llave grande colgada en la pared. Me acuerdo de preguntarle ¿y esto qué es abuela?", dice. Hace una pausa y explica que ahora entiende que aquella llave simbolizaba el retorno. "Ella decidió no llevarse nada, ni sus joyas, pensando que regresaría en cualquier momento. Se ha pasado toda su vida sin querer decorar sus hogares en el refugio. Nunca quiso pintar ni una pared, ni mejorar su vida porque siempre tenía la esperanza de volver", relata a RTVE.es, desde la ciudad de Beirut al otro lado del teléfono.  

"Yo no tengo un pasaporte. Tengo un título de viaje y siempre he sido refugiada", dice para aclarar que ha heredado esta condición. "He crecido en un campo de refugiados rodeada de palestinos y todo lo que hacemos está ligado con el regreso a esta tierra que yo no conozco", matiza. Ella estudió inglés y cuando estalló la guerra en Siria, su familia decidió arrojarse al mar en un intento de llegar a Europa, pero ella eligió Beirut. "La guerra no diferenciaba entre palestinos y sirios. Nos igualó y nosotros también vivimos las matanzas, la pobreza y la destrucción en Damasco", concluye.

Lleva desde 2019 intentando rehacer su vida en Líbano. "Al principio había muchos desafíos, racismo y falta de oportunidades, pero poco a poco he conseguido un trabajo en una organización", confiesa. El 1 de octubre de 2024, cuando las Fuerzas Armadas de Israel iniciaron una ofensiva en el sur del Líbano, volvieron las pesadillas. "Me aterraba que se repitiese la misma historia del Líbano. No habría tenido la energía suficiente para reiniciar mi vida de cero en otro país", declara. Finalmente, el pasado 27 de noviembre Hizbulá y Benjamín Netanyahu lograron alcanzar una tregua, que pese a su fragilidad, para Khaled supone que aún podrá seguir haciendo su vida, en la París de Oriente Próximo.

Líbano: de nuevo la pesadilla de la guerra

"Con la guerra de Siria y la guerra en Líbano, muchos han sufrido en sus propias carnes de nuevo el éxodo y han vuelto a convertirse, por segunda vez, en refugiados", explica Raquel Martí, directora del Comité español de la Agencia de Naciones Unidas para la población refugiada de Palestina (UNRWA). 

La joven palestina afincada en Líbano teme más que las palabras de Trump, la actitud de Jordania y Egipto. Son dos países aliados de Estados Unidos y con una dependencia muy fuerte de Washington, les "costará frenar las locuras que se dicten desde la Casa Blanca. Si les promete ayuda económica, podrían aceptar la expulsión masiva de los palestinos de Gaza". Además, el mandatario estadounidense ha dejado claro que se trata de un éxodo "permanente". 

"Los desplazamientos de población por la fuerza acaban convirtiéndose en indefinidos", recuerda Martí. Por ahora, Egipto y Jordania se han mostrado contrarios porque viola el Derecho Internacional Humanitario. "Me parece muy improbable porque a nivel logístico es una pesadilla y, políticamente, un suicidio a nivel internacional", analiza el especialista en Derecho Internacional Público y profesor en la Universidad Complutense de Madrid, José Enrique Conde Belmonte. Países como Alemania han mostrado su rechazo a las intenciones del inquilino de la Casa Blanca. Incluso China, que mantiene un perfil bajo, ha expresado su negativa. "Es una decisión que afectará a toda la Comunidad Internacional. Sería la gota que colmase el vaso para poner a Estados Unidos como un paria internacional", añade el jurista.

"Nos estamos cargando la normativa internacional"

"Si algo han demostrado a lo largo de todos estos meses es que tienen una entereza común y la firmeza de que ellos, pase lo que pase, se van a quedar en Gaza porque es a donde pertenecen", explica la directora del Comité español de UNRWA. Desde la agencia de la ONU aclaran que quizás haya personas que en estos momentos, en una Gaza destruida, necesiten marcharse por razones personales, porque tienen enfermos entre sus familiares, niños que necesitan ser tratados fuera de Gaza o porque quieren reunirse con sus seres queridos o porque realmente lo que quieren es un futuro digno para sus hijos, "pero de ahí a hablar de que se va a sacar a la totalidad de la población de Gaza, me parece aberrante y un sinsentido", concluye la directora en el comité español.

Desde la agencia de la ONU se muestran especialmente preocupados por la situación en Cisjordania "porque lo que están haciendo es diezmar y acabar, de una vez por todas, con cualquier plan de creación de un Estado palestino", concluye. Adicionalmente, lamentan que con esta actitud, Estados Unidos demuestra su absoluta falta de respeto por el Derecho Internacional Humanitario que, expresamente, prohíbe el desplazamiento o deportación forzosa de la población de un territorio ocupado.

Hay que recordar que hace una semana Trump firmó una orden ejecutiva para sancionar a integrantes de la Corte Penal Internacional que vayan a investigar a sus ciudadanos o los de países aliados como Israel. La CPI ha rechazado estas sanciones y ha reiterado su intención de "seguir haciendo justicia". "Nos estamos cargando la normativa internacional y los valores en los que hemos sido educados desde la Segunda Guerra Mundial para intentar evitar que la historia se repita y no hemos aprendido nada", concluye Martí.