Es lunes, podría ser un lunes cualquiera, pero no uno como los demás. Son las cuatro menos cuarto de la tarde y la sala aún está vacía. Veinte jóvenes se disponen a recorrer un interminable pasillo iluminado por luces claras y puertas marcadas por vestuarios, cámaras, ordenadores y periodismo, mucho periodismo. El eco de cada paso resuena en las paredes de Torrespaña, donde se acumulan historias que esperan ser contadas, proyectos que se gestan en silencio, y secretos del oficio que solo se descubren al cruzar la línea del que observa al que hace. Pronto habrá frases que se grabarán de forma indeleble en la memoria de quienes sueñan con ser reporteros y estudian para ello, como: “no se trata solo de lo que grabas, sino de lo que decides no grabar”.
Un hombre con presencia discreta, pero cargada de autoridad atraviesa la puerta con la puntualidad de quien ha hecho del mundo su observatorio. Su figura, forjada en décadas de reportajes desde el epicentro de los mayores conflictos internacionales, encarna el rigor y la profundidad del periodismo. Sobrio en su porte y con una mirada que invita a la reflexión, es Luis Pérez, periodista y corresponsal nacido en 1974 en San Andrés y Sauces (La Palma), jefe de la sección internacional de RTVE.
Su trayectoria abarca corresponsalías en Bogotá, Moscú y Rabat, y coberturas de acontecimientos clave como la guerra en Ucrania y la muerte de Hugo Chávez.
Pérez pone énfasis en la responsabilidad ética y profesional que implica cada decisión.
Con humildad y claridad, guía a los presentes a través de un laberinto de posibilidades y desafíos para narrar historias desde el corazón de la tragedia y la realidad. Todo ello, desde Torrespaña, la cuna del periodismo televisivo en España.
El boceto no debe condicionar la historia
En un oficio donde la planificación se enfrenta constantemente con la imprevisibilidad del mundo, Luis Pérez nos recuerda que el guion de un reportaje es tan solo un punto de partida. "Cuentas con el día que vas y el que vuelves; el resto —suspira— es un mundo", añade con la mirada de quien sabe que lo planeado puede cambiar en un abrir y cerrar de ojos.
Es inevitable querer controlar todo lo que sucede a nuestro alrededor. En un mundo paralelo, la historia podría contarse desde la redacción local, pero eso no es el periodismo de calle. No podrías ver con los ojos de quienes viven esa realidad, ni oler esos pasajes, ni siquiera humanizar la historia. Y por supuesto, siempre llega el golpe de realidad, "y la realidad te pone en tu sitio", afirma Luis Pérez.
La lección a través de los reportajes: ‘El psiquiatra de Alepo’ y ‘La odisea del Darién’
La clase se desborda con los primeros ejemplos: los reportajes El psiquiatra de Alepo y La odisea del Darién. Son historias que ilustran cómo el proceso de grabación cambia frente a los ojos del reportero. En el primer caso, la dificultad de trabajar con personas en condiciones vulnerables, como los pacientes de un hospital psiquiátrico, plantea retos éticos y logísticos. La cámara no puede ser intrusiva; las entrevistas se realizan con el doctor del centro como mediador, y la narrativa se construye con una sensibilidad extrema.
En Portada - El psiquiatra de Alepo
Pérez reflexiona sobre cómo se construye la historia en este tipo de reportajes, donde "se juega con tu parte personal, con cómo sientes las cosas y cómo las quieres transmitir". La percepción del reportero se convierte en parte imprescindible del relato, y cada profesional puede tener una interpretación diferente de lo mismo. De este modo, el guion debe ser flexible, permitiendo que los personajes, como los pacientes del psiquiatra, cuenten sus historias a su propio ritmo, sin forzar el relato a un encuadre preconcebido.
Pérez ha estado como corresponsal en Bogotá, Moscú y Rabat.
En este punto, el aula se inunda de dudas: el guion del reportaje, el fíxer, cómo tratar con personas en situación de vulnerabilidad, leyes, papeleo, qué está bien y qué no, el valor de la palabra. Son tantas las dudas que la diapositiva permanece congelada en la pantalla durante muchos minutos mientras los alumnos reflexionan sobre la responsabilidad ética y profesional que implica cada decisión y no dejan de desgranar preguntas. El espacio se llena de un murmullo de voces, algunas pensativas, otras inciertas, pero todas inquietas por las posibles decisiones que un periodista debe tomar cuando se enfrenta a la realidad.
El reportaje sobre Darién relata un viaje épico a través de la selva panameña y colombiana, donde un grupo de migrantes intenta atravesar uno de los territorios más peligrosos del mundo. En este caso, la preparación previa es fundamental, pero como todo en el periodismo no siempre sale según lo planeado. "No sabes lo que te vas a encontrar cuando sales de Madrid", dice Pérez, y esa es la esencia del reportaje de campo: la realidad supera cualquier guion.
En Portada - La odisea del Darién
Los reporteros, con el mínimo equipo y bajo condiciones extremas, deben tomar decisiones: ¿qué grabar? ¿a qué personajes seguir? La selva y la angustia de los migrantes ofrecen momentos duros que deben ser capturados sin alterar la autenticidad de lo que está sucediendo. Es una constante lucha entre lo que se planeó y lo que la naturaleza de la historia exige. La lección aquí es clara: no se trata solo de lo que grabas, sino de lo que decides no grabar. En un terreno tan hostil, el reportero debe ser consciente de cuándo y cómo intervenir y, sobre todo, de hasta dónde puede llegar.
A medida que Luis Pérez comparte sus experiencias, las reacciones de los alumnos son diversas. Martín se asombra por el uso de términos como "cocktail explosivo de estados de ánimo”, mientras que Andrea, con curiosidad y sin alzar demasiado la voz, pregunta sobre los hechos que aún no comprende. Miguel reflexiona sobre el poder de acercarse al lugar de los hechos buscando complicidad con el entorno, mientras Marine cuestiona el acercamiento a los internos del psiquiátrico.
“No se trata solo de lo que grabas, sino de lo que decides no grabar. “
Nora, con insistencia, plantea preguntas sobre la ética profesional. Otros, más callados, prefieren escuchar, asintiendo con la cabeza en silencio, mientras procesan lo que se discute, cada uno desde su propia vida y experiencia.
La observación desde el lugar de la noticia
Usualmente, los 15 minutos de descanso se convierten en un momento de impresiones fugaces o conversaciones que, como un eco, se repiten sin rumbo fijo, siempre terminando en las mismas cuatro plantas del edificio de la carretera de la Dehesa de la Villa. Sin embargo, esta vez, los alumnos, en lugar de buscar la salida, se sumergen en el Edificio A de Torrespaña, explorando sus pasillos con una mirada curiosa, como si cada rincón guardara secretos por descubrir.
El periodista defiende que el guion de todo reportaje debe de ser flexible.
Se comparte el momento de hablar, asombrados por la clase, el contenido y el lugar, con el aire fresco de estar en un sitio nuevo. El silencio de las oficinas contrasta con el bullicio de la creatividad que se gesta en cada uno de ellos, impresionados por la magnitud de este espacio y la historia que respira en sus paredes.
La importancia de que el periodista y realizador vayan al mismo ritmo
Tras el descanso, regresa la intensidad del aprendizaje. El momento de la elaboración del guion se convierte en una de las partes más complejas del proceso de reportaje. En este, el realizador juega un papel crucial: es él quien, con su visión técnica y creativa, da forma a la estructura del relato. Luis Pérez enfatiza la importancia de la flexibilidad del guion, pero también la necesidad de una base sólida que permita desarrollar la historia sin perder el rumbo.
El debate no es solo sobre el contenido, sino sobre la forma, la manera en que el reportaje debe tomar vida en pantalla. Las dudas surgen, las opiniones se entrelazan y, poco a poco, el reportaje comienza a tomar forma, gracias a la interacción constante entre guion y realizador, una colaboración que define la calidad del resultado final. Es una danza de ideas, donde periodista y realizador deben ir al mismo son, sin perder el ritmo de la historia que se busca contar.
Pérez ganó el Premio Internacional de Periodismo en 2012.
A la calle en busca de nuevas historias
Pero el proceso creativo no termina en la redacción o en las aulas. Luis Pérez, siempre dispuesto a desafiar las zonas de confort, no duda en lanzar a los estudiantes a la calle. No para hacer prácticas o ejercicios, sino para sumergirse en la ciudad, recorrer librerías y espacios donde las historias aún no han sido contadas.
Siguiendo el ejemplo del novelista Joseph Conrad, el escritor que narra las complejidades de la exploración humana y las historias ocultas en los rincones más oscuros con obras como El corazón de las tinieblas, los estudiantes son enviados a buscar esas historias invisibles, las que aún esperan ser descubiertas. Este ejercicio es otro recordatorio de que el periodismo no solo se basa en la teoría sino en la acción.
Escuela de Reporteros
Todo reportero que se precie, y más si su ámbito de insaciable curiosidad es el mundo mundial, ha de pasarse la vida estudiando. Leer, leer y leer es tan importante como vivir, porque el lenguaje es su materia prima, la herramienta para intentar contar y descifrar la realidad.
Este espacio es un cuaderno experimental para quienes cursan el Máster de Reporterismo Internacional auspiciado por RTVE Instituto y la Universidad de Alcalá. Cada vez que alguien relevante pase por sus aulas o dicte una clase magistral habrá una crónica que dará cuenta de lo más valioso, lecciones para nutrir la mirada, en realidad los cinco sentidos.
*Ana García Mellado es alumna de Máster de Formación Permanente en Reporterismo Internacional de la Universidad de Alcalá de Henares y RTVE. Esther G. Pérez, redactora jefa de Sociedad, ha supervisado la elaboración completa de este texto.