El 'trumpismo' ha vuelto victorioso a la Casa Blanca, cuatro años después. Donald Trump será el 47º presidente de los Estados Unidos, a los 78 años. Será el primer presidente que revalida el cargo en elecciones no consecutivas en más de un siglo desde el demócrata Grover Cleveland (1892). También será el primer inquilino de la Casa Blanca condenado por delitos, y con varias causas pendientes. Para ello, Trump ha ganado tras unos comicios insólitos con dos intentos de asesinato contra él y la dimisión del candidato demócrata, Joe Biden, en mitad de la carrera electoral.
Su futuro judicial lo recibirá muy probablemente con el pleno control de los poderes ejecutivo y legislativo (Senado y Cámara de Representantes) y un poder judicial ideológicamente favorable, con un Tribunal Supremo con seis jueces nombrados por presidentes republicanos (tres de ellos por el mismo Trump en su anterior mandato) y tres demócratas.
Trump se supera a sí mismo
La victoria de Trump ha sido histórica también comparada consigo mismo. En un escenario de alta polarización y movilización, se alza vencedor con 312 votos electorales (pendientes de confirmación final), mejorando los 304 que cosechó en 2016, cuando se impuso a otra candidata demócrata, Hillary Clinton. Obtuvo entonces el 48,2% de los votos, y ahora gana con un 51%, dejando a Kamala Harris a casi cuatro puntos.
El Partido Republicano ha sido el más votado en 30 de los 50 estados. Trump ha mantenido sin problemas todos los feudos republicanos y ha visto cómo la mayoría conservadora se imponía de nuevo en Pensilvania, Georgia, Michigan y Wisconsin. Aunque mantuvo durante parte de la noche en disputa el estado de Virginia, no logró que cambiara de signo y, por quinta elección consecutiva, este estado votó demócrata.
"Es un movimiento como nadie ha visto nunca, el movimiento político más grande que se ha visto nunca en este país", ha declarado desde su cuartel electoral de West Palm Beach (Florida). No deja de ser una exageración 'made in Trump'. Lejos quedan los tiempos en los que Ronald Reagan o Richard Nixon conseguían casi un pleno para el Partido Republicano. No obstante, es cierto que Trump ha conseguido el quinto mejor resultado en votos electorales para su partido en los últimos 50 años. Con el 51% del voto, casi el mismo apoyo con el que le derrotó Joe Biden hace cuatro años, ha conseguido 302 votos electorales, ocho más que los que obtuvo en su primera victoria, en 2016.
Una victoria tranquila, sin remontada posible
El color de la Casa Blanca cambia por tercera vez consecutiva, si bien de una manera menos convulsa que en las últimas elecciones presidenciales. La noche electoral estuvo finalmente mucho menos reñida de lo que cabía esperar, a tenor de la cautela de las encuestas. En ningún momento, Kamala Harris estuvo por delante en el escrutinio y toda esperanza se fue desvaneciendo a medida que los siete estados decisivos iban tiñéndose de rojo y pasando uno a uno al recuento de votos de su rival.
Cuando poco antes de las 8:30, hora peninsular española, el magnate había decantado Pensilvania a su favor, salió a dar su discurso para atribuirse la victoria, que ya parecía segura, aunque aún no estuviese matemáticamente cerrada. El único estado en el que la candidata demócrata planteó un pulso y lo ganó fue Virginia, donde terminó ganando por más de cinco puntos.
Los siete estados decisivos, en manos republicanas
El giro a la derecha de Estados Unidos se evidencia en los estados clave, que repartían 93 de los 270 votos electorales necesarios para llegar a la Casa Blanca. El candidato republicano ha conseguido dominar en los siete estados decisivos, incluido Pensilvania, donde estaban puestas todas las miradas y ambas campañas han centrado gran parte de sus esfuerzos.
Las encuestas auguraban un resultado ajustado en estos estados 'bisagra' que, finalmente, no han necesitado un recuento tan prolongado como en 2020. Trump –que ha conseguido en su segunda victoria el pleno que no consiguió en la primera, cuando se le resistió Nevada– ha dominado en los tres estados clave del cinturón de óxido: Pensilvania, Wisconsin y Michigan, que suelen votar en el mismo sentido y en línea con el candidato que acaba siendo presidente. Durante dos décadas mantuvieron su perfil demócrata, hasta que Trump consiguió que giraran en 2016. Joe Biden los recuperó en 2020, pero Harris no ha conseguido mantenerlos.
Sin marea de voto 'anti-Trump' entre mujeres y latinos
Era clave en el resultado final de las elecciones el comportamiento electoral de ciertos grupos de población. Se esperaba una "marea de mujeres por Harris" que no ha llegado, de modo que Trump ha conseguido mejorar sus números de 2020 tanto entre los hombres como entre las mujeres. Aunque ha habido una mayoría en el apoyo femenino a la candidata demócrata, lo cierto es que las mujeres habrían respaldado a Harris menos de lo que lo hicieron con el actual presidente, Joe Biden, en 2020, según los sondeos de la agencia Associated Press (AP).
Tampoco en el voto de los hispanos, en torno al 10% de la población en Estados Unidos, que ha menguado su apoyo a los demócratas en el conjunto del país, al igual que la población afroamericana y otras minorías étnicas. De hecho, según los sondeos de AP, el voto de los latinos al Partido Demócrata habría bajado siete puntos respecto al obtenido en 2020.
Los analistas aseguraban la semana pasada que los comentarios despectivos sobre Puerto Rico en un gran mitin de Trump en Nueva York iban a afectar al republicano entre los votantes puertorriqueños e hispanos en el este de Pensilvania, pero esta polémica no habría hecho mella en su electorado ni tampoco engrosado el de Harris.
El trasvase del voto hispano hacia Trump se explica en su creciente apoyo a los republicanos en materia económica y también en su postura hacia la inmigración ilegal, compartida con la de Donald Trump. "Hay muchísimos latinos que viven en zonas de frontera que no quieren que sigan entrando" migrantes, afirma Gemma García, vicepresidenta de Noticias de Telemundo, en declaraciones al canal 24 horas.
Trump gana tres elecciones: triunfo también en Senado y Cámara
Aunque el escrutinio aún no está completo, todo apunta a que Donald Trump podría vivir el inicio de la legislatura con el control de ambas cámaras del Congreso, con lo que podría desarrollar su agenda política sin impedimentos. El Senado, que renovaba un tercio de sus representantes, vuelve a tener mayoría republicana, y esa es la tendencia asimismo de la Cámara de Representantes, que ya estaba bajo control de los republicanos, y que renueva por completo sus 435 miembros cada dos años.