El ataque con drones y misiles lanzado por Irán contra Israel esta madrugada es el primer enfrentamiento abierto entre estos dos países en casi medio siglo de enemistad y culmina una escalada de tensión que ha ido en aumento en los últimos meses.
"Hasta ahora había habido ataques cibernéticos, chantajes por parte de unos y otros, asesinatos de científicos iraníes por parte de los servicios de inteligencia israelíes; pero no había habido un ataque directo desde suelo iraní a territorio israelí" asegura Jesús Núñez, codirector del Instituto sobre Conflictos y Acción Humanitaria, en una entrevista en RNE.
En la misma línea, el excorresponsal de TVE en Jerusalén Javier Gutiérrez afirma que entramos "en un territorio desconocido, porque no hay un precedente de un ataque directo de Irán hacia territorio israelí".
De la colaboración al enfrentamiento
A pesar de la creciente animadversión, ambos países no siempre fueron enemigos, sino todo lo contrario: antes de 1979, cuando se produjo la Revolución Islámica que derrocó al sha Mohamad Reza Pahlevi, Israel e Irán mantenían una relación cordial, incrementada por el hecho de que ambos gobiernos eran aliados de Estados Unidos. De hecho, Irán fue uno de los primeros países en reconocer al Estado de Israel, solo dos años después de su proclamación en 1948.
Ambos gobiernos mantuvieron en el tercer cuarto del siglo XX una intensa relación diplomática y, sobre todo, económica, ya que Israel importaba el 40% de su petróleo de Irán a cambio de armas, tecnología y productos agrícolas.
Sin embargo, la llegada al poder del ayatolá Ruholla Jomeini y la instauración en Teherán de un régimen teocrático chií cambió por completo las tornas e Irán pasó a ser el principal antagonista de Israel en una región ya de por sí conflictiva. Si para los ayatolás Estados Unidos era el 'Gran Satán', Israel -como fiel aliado de Washington- se convirtió en el 'Pequeño Satán'.
Pese a ello, durante la guerra entre Irán e Irak (1980-1988) Israel entregó misiles a Teherán en el marco de la venta ilegal de armas de Estados Unidos al régimen de Jomeini, un escándalo conocido como Irangate, cuyo objetivo era obtener la liberación de rehenes de EE.UU. retenidos en el Líbano.
El impulso de Hizbulá
Uno de los primeros escenarios del enfrentamiento indirecto entre ambas potencias tuvo lugar en 1982, cuando Israel intervino en la guerra civil libanesa, lo que llevó a la Guardia Revolucionaria iraní a impulsar el nacimiento de Hizbulá, un partido político que representa a la comunidad chií en el Líbano y que cuenta con un ala militar, considerada organización terrorista por Estados Unidos, la Unión Europea y otros países.
Teherán también estuvo detrás del nacimiento de otras organizaciones que llevan a cabo acciones armadas favorables a sus intereses y en contra de Israel, como Hamás, los hutíes de Yemen o la Yihad Islámica Palestina, que en 1992 perpetró el atentado contra la embajada israelí en Buenos Aires que causó 29 muertos.
Pocos meses antes, Israel había matado en el sur del Líbano al entonces líder de Hizbulá, Abbas al-Musawi, en un ataque en el que también murieron su mujer y su hijo de cinco años, entre otras personas.
Sospechas sobre el programa nuclear iraní
Uno de los episodios que más elevó la tensión entre ambos países fue la puesta en marcha del programa nuclear iraní. Aunque Teherán asegura que solo tiene objetivos civiles, Estados Unidos sospecha que la verdadera intención es usarlo con fines militares lo cual, si tenemos en cuenta que Israel es una potencia nuclear, convierte el escenario en un polvorín.
La tensión se elevó a raíz de la elección del ultraconservador Mahmud Ahmadineyad como presidente de Irán, quien predijo en varias ocasiones la desaparición de Israel y reimpulsó el programa nuclear.
En 2010, un virus informático -conocido como Stuxnet- tomó el control de las centrifugadoras encargadas de enriquecer uranio en la planta iraní de Natanz, causando graves daños. Un ataque cibernético cuya autoría se atribuye a los servicios secretos de EE.UU. e Israel.
Aunque en 2015 las aguas parecieron calmarse tras el histórico acuerdo entre Irán y las grandes potencias mundiales para frenar el programa nuclear, la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca dio al traste con el mismo, ya que el líder estadounidense decidió retirarse del pacto en 2018.
En 2020, Mohsen Fakhrizadeh, director del programa nuclear iraní según la Inteligencia occidental, fue asesinado a tiros en un atentado que Teherán atribuyó a Israel, aunque Jerusalén negó su autoría.
Otro capítulo en este largo conflicto es el de guerra civil en Siria de 2011, en la que el presidente, Bachar Al Asad, ha contado con el respaldo económico y material de Irán y la intervención militar de Hizbulá, una circunstancia que levantó suspicacias en Jerusalén. Para Teherán, Siria es un aliado fundamental ya que su territorio es una vía principal para el envío de armas al Líbano.
El ataque de Hamás eleva la tensión
En octubre de 2023, un ataque sorpresa lanzado por las milicias de Hamás sobre Israel, bautizado como 'Tormenta de Al Aqsa' y que combinaba el lanzamiento de cohetes desde la Franja de Gaza y una incursión terrestre, dejó más de 1.200 muertos y la toma de 240 rehenes. La respuesta israelí fue inmediata y contundente, con el bombardeo sistemático de la franja en un conflicto que está abierto y que deja ya más de 33.700 muertos y una grave crisis humanitaria en el enclave palestino.
La guerra entre Israel y Hamás -aliado firme de Irán- ha elevado la escalada en la región, con frecuentes enfrentamientos entre las tropas israelíes y las milicias de Hizbulá en la frontera del Líbano, además de las continuas amenazas del Gobierno de Teherán, que hasta la fecha no habían tenido reflejo en el campo de batalla.
Sin embargo, el ataque israelí al consulado de Irán en Damasco del pasado 1 de abril, en el que murieron siete miembros de la Guardia Revolucionaria, ha sido el detonante que ha hecho que Teherán pase de las amenazas a los hechos y, por primera vez desde 1979, lance un ataque sobre suelo de Israel.
Un lanzamiento masivo de drones y misiles anunciado con suficiente antelación para que fuera interceptado y que, aunque se ha saldado sin víctimas mortales, abre un escenario inédito en una de las zonas más conflictivas del planeta.