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El año del adiós a la normalidad climática: "Es un clima distinto a aquel en el que floreció nuestra civilización"

  • Este 2023 será el año más cálido desde que hay registros y, probablemente, el más caluroso en miles de años

  • Más allá de cumbres como la de Dubái, los expertos piden adaptar ya cultivos y ciudades, con más zonas verdes y refugios

ÁLVARO CABALLERO / DatosRTVE
8 min.

Mientras los líderes de todo el mundo se reúnen en Dubái, una capital en el desierto que no baja de los 21 grados este diciembre, para negociar acuerdos que frenen el cambio climático, la ciencia ya confirma, sin prácticamente ningún tipo de duda, que este 2023 será el año más cálido desde que hay registros. Los récords de calor y la multiplicación de fenómenos extremos elevan también la temperatura de las negociaciones en la cumbre del clima, añadiendo más presión a los países para llegar a resultados ambiciosos.

"Es un año de récord total, como nunca lo hemos visto en nuestra historia como servicio climático, pero seguramente tampoco en nuestra historia como civilización", afirma, contundente, Carlo Buontempo, director del Servicio de Cambio Climático del programa europeo Copernicus. Lo confirma este servicio, así como la Organización Meteorológica Mundial en un informe reciente, en el que sitúa a 2023 como el año más caluroso desde hace 174 años, cuando empezaron las observaciones.

"Es un año de récord total, como nunca lo hemos visto en nuestra historia como servicio climático, pero seguramente tampoco en nuestra historia como civilización"

Aunque el año empezó relativamente dentro de la media, todo se empezó a torcer en verano. Este julio fue el julio más cálido, igual que agosto, septiembre y octubre. Con los últimos datos, noviembre también se añade a esta lista, y diciembre "no se ve muy positivo", apunta por su parte Emma Gaitán, responsable de Meteorología y Clima de la Fundación para la Investigación del Clima. "Estamos en un clima muy distinto al clima histórico al cual estamos acostumbrados, en el que floreció nuestra civilización", alerta Buontempo.

Dos días de noviembre superan el temido límite de los dos grados

No solo 2023 es el año más cálido, sino que dos días del mes de noviembre han superado el temido límite de dos grados por encima de niveles preindustriales. En el histórico Acuerdo de París de 2015 la comunidad internacional acordó reducir las emisiones para no rebasar esa barrera, o idealmente, la de 1,5 ºC, considerado el "límite de seguridad para el planeta". A partir de ahí, los daños climáticos serían mucho más catastróficos.

Y aunque para considerar que se ha superado oficialmente se debe medir con una media mucho más larga -en general se considera que de diez años-, el hecho de haber estado por arriba en un momento puntual hace saltar todas las alarmas. Además, 86 días de este año ya han estado por encima del grado y medio. "Ya estamos en ese umbral. Antes hablábamos de los dos grados para final de siglo y ahora lo tenemos más cerca, aunque haya sido solo un día", señala Jorge Olcina, catedrático de Geografía de la Universidad de Alicante y director del Laboratorio de Climatología en este centro.

La OMM apunta a que 2023 tendrá una media de 1,4 grados, rozando el límite más ambicioso de París, y ese límite se rebasará probablemente en 2033 o 2034, afirma Olcina. "Estamos alcanzado esos horizontes mucho antes" de lo que se esperaba, insiste. Además, los récords no se están rompiendo por una décima, sino con mucha diferencia respecto a los hitos anteriores, como demuestran los contundentes gráficos de los últimos meses.

Récords "en todos los continentes y océanos" más allá de El Niño

Pero, ¿a qué se debe este año de récord? Detrás hay, por un lado, una causa natural: el fenómeno El Niño, que provoca un calentamiento del Pacífico y esto a su vez hace aumentar en general la temperatura global. Pero no todo se puede explicar por El Niño, destaca Buontempo, ya que también se han dado récords inusuales de calor en el Atlántico Norte en verano o un deshielo sin precedentes en la Antártida, récords "en todos los continentes y todos los océanos". Detrás hay también otra causa: el cambio climático, provocado por las emisiones de gases de efecto invernadero.

"El problema es que tenemos un 70% de emisiones que están descontroladas", es decir, de países que no están cumpliendo con sus compromisos de París, apunta Olcina. Aunque el ritmo de aumento de las emisiones en los últimos años se ha ralentizado, especialmente tras aquel pacto en la capital francesa, estas siguen aumentando, y en 2023 alcanzarán un nuevo récord, con un 1,1% más de CO₂ emitido que en 2022 -que marcó el récord anterior-, según el informe del grupo de científicos Global Carbon Project que se publica este martes.

Con las políticas actuales, el mundo se dirige a un calentamiento de unos 3,2 grados a final de siglo, según el último informe del Grupo de Expertos sobre Cambio Climático de la ONU (IPCC), mientras que si se aplicaran los compromisos de reducción de emisiones, el calentamiento se limitaría a 2,5 ºC. Las emisiones tendrían que reducirse un 43% en 2030 para alcanzar el objetivo de no superar los 1,5 ºC, es decir, un 7,6% anual, más incluso de lo que cayeron en 2020 por la pandemia, según el IPCC.

¿Cómo se traduciría en España un aumento de dos grados?

Cuesta imaginar qué supone que el mundo sea dos o tres grados más cálido que antes de que el mundo se lanzara a emitir gases de efecto invernadero. Gaitán recuerda, para empezar, el calentamiento en España, zona cero del cambio climático, sería mayor. Aquí, en un escenario medio de emisiones, el aumento sería "de entre dos y cuatro grados" debido a la latitud en la que nos encontramos, lo que tendrá consecuencias claras, algunas de las cuales ya se están viendo en este 2023, un "anticipo" de lo que vendrá.

Vamos a pasar de tener tres olas de calor al año a tener diez

"Lo que para nosotros ahora es un episodio de calor, a lo mejor en 30 o 40 años será un episodio normal. Vamos a pasar de tener tres olas de calor al año a tener diez", señala esta investigadora.

También habrá impactos en la salud humana -ya se ve en las muertes por calor- y para la economía, especialmente para dos de los sectores más importantes en España: el turismo y la agricultura, ya en jaque por la sequía en buena parte del país. "Van a cambiar los calendarios de cultivo y el calendario turístico. Seguramente se va a poder alargar hacia la primavera y hacia el otoño, aunque en el centro del verano va a haber una pérdida por la disminución del confort térmico", apunta Olcina.

Zonas verdes, refugios climáticos y otros cultivos: la clave es la adaptación

Ante este panorama sombrío, los expertos apuntan hacia dos líneas de actuación: la mitigación, es decir, la reducción de emisiones, y la adaptación. La primera se afronta a nivel global, con cumbres como la de Dubái, pero sus efectos no se ven inmediatamente. "Aunque mañana cerráramos emisiones, nos quedarían todavía al menos dos décadas de efectos claros de calentamiento", apunta el profesor de la Universidad de Alicante.

Aunque mañana cerráramos emisiones, nos quedarían todavía al menos dos décadas de efectos claros de calentamiento

Por eso, tanto él como el resto de analistas consultados ponen el foco en la adaptación a los efectos que se están dando aquí y ahora. Esta, a diferencia de la mitigación, se puede dar a nivel "muy local", con medidas como aumentar las zonas verdes en las ciudades o cambiar los horarios de los colegios para evitar la exposición al calor más intenso. Cree que, actualmente, se diseñan políticas pensando en fenómenos extremos que ocurren "una vez al siglo", mirando al pasado. Sin embargo, como ya sabemos que estos desastres van a ser más frecuentes, habría que diseñar estas actuaciones con la vista puesta en el futuro.

Olcina pone otros ejemplos, como "tener más fuentes en plazas públicas o diseñar en las ciudades una red de refugios climáticos" para veranos mucho más calurosos. También habría que "rediseñar" los sistemas de alcantarillado, que no están preparados para la cantidad de lluvia que recibiremos, de manera más irregular, especialmente en el litoral mediterráneo.

Apunta, además, a la necesidad de adaptar la agricultura, modificando regadíos, y el turismo, hacia otras épocas del año. "Si lo planificamos desde ya, la pérdida económica será menor". Este profesor cree que se puede ver el cambio climático como una "oportunidad" para "hacer las cosas mejor" y para generar, por ejemplo, puestos de trabajo en energía, movilidad o planificación territorial.

Por su parte, Gaitán apunta a medidas como "cambios de cultivo hacia otros más resilientes" -los viñedos, aunque sufrirán en el sur, pueden verse beneficiados en el norte del país-, e incide en evitar la "mala adaptación", es decir, planificar sin tener en cuenta cómo está cambiando ya el clima. "Construir una plaza sin un árbol sabiendo que la temperatura alcanzará X grados", ejemplifica.

Más allá de lo que se acuerde en Dubái y en las grandes negociaciones internacionales -y aquí hay voces más o menos optimistas-, todos coinciden en lo imprescindible que resulta actuar ya en nuestros ámbitos más cercanos -pueblos, ciudades o regiones- para adaptarnos a un mundo que ya, pase lo que pase, no será el mismo que conocíamos.

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