La guerra entre Israel y Gaza desatada el 7 de septiembre, con un ataque inédito sobre territorio israelí, una durísima represalia en la Franja, y consecuencias internacionales aún imprevistas, ha devuelto el protagonismo a un conflicto abierto desde hace 70 años y nunca cerrado. Israel ha sufrido el peor ataque dentro de sus fronteras desde la guerra de Yom Kipur, hace medio siglo, algo que ocurre en un momento en el que el país atraviesa una grave crisis institucional, mientras que Gaza se encuentra en una situación crítica, con bombardeos continuos y cortes de suministro por parte de Tel Aviv. Repasamos quién es quién en este complejo escenario, con múltiples protagonistas y actores secundarios de peso.
Hamás
Esta organización islamista y nacionalista, con una rama política y otra militar, es la gran protagonista del conflicto. Esta rama política de Hamás, acrónimo de Movimiento de Resistencia Islámica, controla la Franja de Gaza desde 2006, cuando ganó las últimas elecciones celebradas en Palestina, aunque su dominio 'de facto' del enclave se confirmó el año siguiente, tras imponerse a las fuerzas del Movimiento Nacional de Liberación Palestina (Fatah) leales al presidente palestino Mahmud Abás, en una breve guerra civil.
Fundada en 1987 durante la Primera Intifada y liderada actualmente por Ismail Haniye, persigue como objetivo el establecimiento de un Estado Palestino independiente y no reconoce la legitimidad del Estado de Israel. Para ello, no ha renunciado nunca a la lucha armada, y son habituales los lanzamientos de cohetes desde Gaza a Israel. Ha sido calificada como una organización terrorista por Estados Unidos, la Unión Europea y buena parte de los países occidentales, mientras que recibe el apoyo de Irán.
El ataque por sorpresa de sus milicias, llamadas Brigadas de Ezedin al-Kasem, inédito por el número de víctimas en el lado israelí, supone una muestra de fuerza del movimiento, que va más allá de lo militar. Hamás ha logrado un gran apoyo social en Gaza gracias a proporcionar servicios esenciales en un territorio en constante crisis humanitaria.
Benjamín Netanyahu
El líder nacionalista y conservador Benjamín Netanyahu (Tel Aviv, 1949) es el actual primer ministro israelí. Volvió al poder en diciembre del año pasado tras haber gobernado durante 12 años y hasta el inicio de esta guerra encabezaba una coalición de partidos ultranacionalistas y ultraortodoxos, en lo que se considera como el Gobierno israelí más extremista desde la creación del Estado.
Este último mandato de Netanyahu, quien ya había gobernado entre 1996 y 1999 y entre 2009 y 2021, ha estado rodeado de una fuerte polémica por su controvertida reforma judicial, que busca dar mayor control del Ejecutivo sobre la Justicia y limitar su independencia. Como consecuencia, el país ha sufrido las mayores protestas de su historia y miles de reservistas renunciaron a servir en el Ejército. Antes, también le persiguió la polémica por los múltiples casos de corrupción en los que se vio envuelto.
Ahora, el primer ministro ha recibido el apoyo de la oposición para formar un Ejecutivo de emergencia nacional y el ataque de Hamás puede aumentar el consenso en torno a su figura, pero no escasean las críticas por su línea dura contra Palestina como responsable del estallido del conflicto actual. En su editorial, el principal diario del país, Haaretz, ha llegado a apuntar a Netanyahu como culpable del "desastre" del sábado 7 por sus políticas a favor de la colonización y la ocupación de territorio palestino. Netanyahu ya ha prometido mano dura contra la milicia islamista: "Lo que experimentará Hamás será duro y terrible. Solo acabamos de empezar".
Gobierno de Israel
Netanyahu ha formado un Ejecutivo de unidad junto al líder opositor Benny Gantz, exministro de Defensa, mientras dure la guerra. En su Gobierno están además otros seis partidos, entre ellos fuerzas ultranacionalistas y judías ultraortodoxas. Forman parte de su gabinete figuras controvertidas como la de Bezalel Smotrich, colono en territorio palestino y partidario de la expansión de la colonización en Cisjordania, algo considerado ilegal por la legislación internacional, o Itamar Ben-Gvir, también colono, supremacista judío y ex miembro de KAJ, un grupo extremista que aparece en la lista de organizaciones terroristas de Israel y Estados Unidos.
Desde que este nuevo Gobierno echó a andar en diciembre de 2022, se han multiplicado las colonizaciones y la tensión con Palestina ha crecido hasta niveles que no se veían desde hace 20 años, con las redadas y cargas policiales en un lugar tan simbólico como la Explanada de las Mezquitas de Jerusalén en abril o el ataque israelí al campo de refugiados de Yenín en Cisjordania en julio. Además, el gabinete de Netanyahu se ha visto salpicado por otros escándalos como el cese de ministros por corrupción.
La Franja de Gaza
Los ataques israelíes se concentran sobre la Franja de Gaza, un territorio superpoblado de apenas 365 km² en el que viven más de dos millones de personas. Lleva bloqueado por Israel 16 años -cuando Hamás se hizo con el control del enclave- y ha sufrido constantes bombardeos y ataques por parte de Tel Aviv, como la ofensiva de 2008 y 2009, que dejó más de 1.300 muertos, la mitad civiles.
"Si existe un infierno en la tierra, es el de la vida de los niños en Gaza", aseguró en 2021 el secretario general de Naciones Unidas, António Guterres. Los índices de pobreza y desempleo son máximos, con la población incapaz de acceder a servicios mínimos ni de salir de un territorio bloqueado por sus dos únicos pasos fronterizos -uno con Israel y otro con Egipto- y también por mar. Es, según una frase usada habitualmente por palestinos y organizaciones de derechos humanos, "la cárcel al aire libre más grande del mundo".
Ahora, en esta nueva guerra, Israel ha impuesto un "asedio total" a Gaza y ha cortado el suministro de electricidad, agua, alimentos y combustible a la Franja. "Lo que fue en el pasado, ya no será en el futuro", ha dicho un ministro del Gobierno de Netanyahu en referencia a la situación de este territorio. Ya hay allí más de 2.000 y cientos de heridos, según cálculos palestinos.
Oposición de Israel
La crisis por la reforma judicial de Netanyahu había provocado en los últimos meses un gran distanciamiento con los principales partidos de la oposición, que veían cómo caía la popularidad del primer ministro y también perdía apoyos en las encuestas.
El bloque opuesto al actual jefe de Gobierno aglutina a una amalgama de partidos de todo el arco ideológico. Entre ellos, el segundo partido con más escaños tras el Likud de Netanyahu es el centrista Yesh Atid, cuyo líder, Yair Lapid, presidió brevemente el Ejecutivo el año pasado. Ahora, tanto él como Naftali Bennett, también ex primer ministro en este último y fugaz Gobierno, han prometido unidad al primer ministro.
Ejército israelí
Las Fuerzas de Defensa de Israel (IDF, por sus siglas en inglés), conocido popularmente como Tzáhal, es una de las principales instituciones del país. Su fortaleza se debe, en gran parte, al servicio militar obligatorio, que le permite tener un poderoso contingente de más de 500.000 reservistas, que se suman a los casi 200.000 profesionales de carrera. En esta guerra, Tel Aviv ha movilizado ya a 300.000 reservistas, lo que proporcionará una fuerza considerable para un país de poco más de nueve millones de habitantes. Como prueba de su prestigio está el hecho de que todos sus primeros ministros desde los años noventa han sido altos mandos del Ejército en el pasado.
Con el apoyo militar de Estados Unidos, posee una tecnología puntera y una alta eficacia, demostrada en todos los conflictos sufridos en los últimos años con sus vecinos árabes. Ahora, el ataque por sorpresa puede poner en cuestión su prestigio entre la población israelí, sobre todo por la falta de previsión.
Fatah
Fatah es, frente a Hamás, la otra cara de la moneda del poder palestino. Este partido nacionalista y secular gobierna la Autoridad Nacional Palestina -ahora denominada Estado Palestino-, que ejerce el control sobre Cisjordania, el otro territorio palestino junto a Gaza. Fundada por el histórico líder Yasir Arafat tras la creación de Israel, y parte principal de la Organización para la Liberación de Palestina, persigue la creación de un Estado palestino aunque no islamista, a diferencia de Hamás.
También se diferencia con la milicia en su renuncia a la lucha armada, que inicialmente defendía y llevaba a cabo, y en su reconocimiento del Estado de Israel, lo que le permitió salir de la lista de organizaciones terroristas de EE.UU. y negociar con Tel Aviv. Fatah y Hamás están enfrentadas desde 2007, cuando la milicia, que había ganado las últimas elecciones celebradas en Palestina, expulsó a Fatah de Gaza. El Gobierno palestino, con Abbas a la cabeza desde hace 18 años, ha condenado una "bárbara campaña de muerte y destrucción" llevada a cabo por Israel contra Gaza.
Irán
Irán es el principal aliado de Palestina en el polvorín de Oriente Medio. El régimen de los Ayatolás, que no reconoce el Estado de Israel, estuvo ayudando desde el pasado agosto a Hamás a preparar el ataque sorpresa del sábado, según el diario The Wall Street Journal, un extremo que niega Teherán y sobre lo que Estados Unidos dice no tener pruebas, aunque sí que reconocen que el país y la milicia tienen una "larga relación".
"Apoyamos enfáticamente y sin dudas la causa de Palestina; sin embargo, no estamos implicados en la respuesta palestina, que ha sido tomada solo por Palestina", han señalado desde la misión de Irán ante la ONU. El país también apoya a Hezbolá, una organización paramilitar y política libanesa entrenada en su origen por la Guardia Revolucionaria iraní y que ya se ha sumado al actual conflicto con ataques contra Israel.
Líbano
Líbano, un país de mayoría árabe situado al norte de Israel, es otro actor clave en el conflicto árabe-israelí. Beirut y Tel Aviv se han enzarzado en varias guerras abiertas, como la de 1982 o la de 2006, en la que las fuerzas israelíes se enfrentaron contra Hezbolá -que controla varias zonas del país-, en múltiples escaramuzas alrededor de la frontera que comparten. Se teme que el conflicto actual se pueda extender también a Líbano.