Este jueves, 10 de agosto, se cumplen cien años de la muerte del popular pintor valenciano Joaquín Sorolla . Y ha recibido sendos homenajes en su ciudad natal y en Madrid, donde se encuentra su famosa casa-museo. También este jueves se lanza un cupón conmemorativo de la ONCE, ilustrado con la obra La llegada de las barcas y los décimos de la Lotería Nacional del 12 de agosto llevan impreso el cuadro de Sorolla La bata rosa.
Una ofrenda floral en su casa de Madrid
Bisnietos y tataranietos del artista han conmemorado este jueves el centenario del día de su muerte con una ofrenda floral en los jardines de la casa museo del artista en Madrid acompañada de la interpretación de una pieza clásica de chelo.
Un acto breve, "muy sencillo" y "evocador", con el que se ha rendido homenaje a un "maestro del arte español y de la pintura internacional", ha señalado el director del Museo Sorolla, Enrique Varela Agüí.
El homenaje ha consistido en la colocación en el jardín del museo, bajo el busto que esculpiera el reputado artista y amigo del pintor Mariano Benlliurre, de un conjunto floral en el que dos bandas recordaban el año de su nacimiento y el de su muerte (1923-2023), tras lo cual el chelista Javier Morillas ha interpretado "El cisne", de Saint Saens.
Asimismo, Agüí ha recordado el simbolismo del lugar de la ceremonia, el mismo jardín en el que el verano de 1920 el pintor sufrió un accidente cerebrovascular que lo inhabilitó como artista en los tres últimos años de su vida, hecho por el que ha afirmado que el valenciano "falleció dos veces", una "como pintor" y otra "como hombre".
Además del homenaje, en este día la entrada al Museo Sorolla será gratuita, se celebrarán una serie de microconciertos a cargo de Morillas y habrá visitas guiadas especiales al museo y a las exposiciones temporales: ¡Sorolla ha muerto! ¡Viva Sorolla!, y"En el mar de Sorolla con Manuel Vicent.

Flores frente al busto de Joaquín Sorolla por el centenario de la muerte del pintor, en el Museo Casa Sorolla Gabriel Luengas / Europa Press
Flores en la tumba de Sorolla en València
Una ofrenda floral y la interpretación al chelo de una pieza de música popular ante el sarcófago donde descansan los restos de Joaquín Sorolla en el Cementerio General de València han rendido tributo al pintor fallecido, en un acto en el que también se ha destacado la figura del artista valenciano más universal.
Durante el homenaje, organizado por el Museo Sorolla y la Fundación Museo Sorolla y que ha sido breve por las altas temperaturas que se registran en la ciudad, el biznieto del pintor Antonio Mollà Lorente y su tataranieta Ana Richi Pons-Sorolla han depositado un conjunto floral formado por rosas, astromelias y hortensias en el que predominaban los colores azules, amarillos, blancos y verdosos, los que Sorolla plasmó en sus lienzos.
Posteriormente, el violonchelista Félix Romero ha interpretado el "Cant dels Ocells" (El canto de los pájaros), una canción popular catalana, y Antonio Mollá, que preside la Comisión permanente de la Fundación Museo Sorolla, ha subrayado que hoy es un "día importante" para rendir homenaje a "un formidable pintor" y uno de "los hijos más ilustres" de esta ciudad.
Los restos de Sorolla se trasladaron a Valencia pocos días después de fallecer en Cercedilla (Madrid) el 10 de agosto de 1923. Y aunque en un principio fue enterrado en un panteón de Antonio García, su familia política, posteriormente su nieto y arquitecto Francisco Pons Sorolla construyó un mausoleo propio en el mismo Cementerio General de València.
En el actual sarcófago, de lineas sencillas y que contiene el escudo de la ciudad y una corona de laurel en cuyo centro pone la palabra "SOROLLA", reposan tanto los restos de Joaquín Sorolla como de su mujer, Clotilde García, y sus tres hijos, así como otros miembros de la familia, según ha explicado a los periodistas el biznieto del pintor, Antonio Mollá.
Miembros de la familia de Joaquín Sorolla, posan en la tumba del pintor EFE/Biel Aliño
El mundo entero le rinde homenaje en el "Año Sorolla"
La inmensa obra de Joaquín Sorolla se ha afianzado en los últimos meses como uno de los referentes artísticos españoles más admirados, homenajeados, reproducidos y cotizados gracias a su visión pictórica de la luz, el costumbrismo y la naturaleza.
Especialmente querido por el gran público gracias a sus eternas estampas vitalistas, infantiles y luminosas de las playas -sobre todo mediterráneas, pero también cantábricas-, el pintor valenciano goza en este 2023 de una merecida veneración colectiva a su figura y su obra..
El Año Sorolla luce con orgullo y por doquier en museos y espacios expositivos, en estaciones y trenes, en calles y palacios, en sellos, vinos y monedas, en medios de comunicación de todo el mundo y, también, en tiendas físicas y virtuales que venden un sinfín de productos basados en algunas de sus obras más famosas -marineras, paisajísticas, provincianas, históricas o ajardinadas- y que forman parte ya del acervo colectivo de la pintura española contemporánea.
La biografía del impresionista, luminista y naturalista Joaquín Sorolla y Bastida, nacido en València el 27 de febrero de 1863, está profusamente documentada (pese a algunos paréntesis en alguna de sus estancias europeas de juventud), relatada y fotografiada, algo no tan habitual para un artista de su generación. Viajó mucho y se dejó ver y retratar, siempre trabajando con su caballete al aire libre, como si fuera el trípode de su cámara, en rincones de toda España
En su madurez artística Sorolla gozó de un gran reconocimiento nacional e internacional -con exposiciones en numerosos países, premios, encargos, obras repartidas en museos de prestigio y mecenazgos de postín-, a que dejó un legado pictórico de más de 2.000 obras y al respaldo que tuvo de la Casa Real española, a la que retrató en varias ocasiones y que avaló su estatus y el de su familia.
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Un niño prodigio
Quedó huérfano a los 2 años y sus tíos, tras ver que los pinceles se le daban bien, propiciaron que entrara al mundo académico de la pintura, que al principio le daría de comer y le abriría las fronteras españolas (sobre todo a Roma, becado por la Diputación de Valencia, y París) pero que, décadas después, le haría famoso en vida y leyenda tras su muerte.
A los 15 años ingresó en la Escuela de Bellas Artes de València y a partir de ahí se sucedieron las clases y las inmersiones en museos y obras de autores que irían marcando su estilo, tanto las temáticas religiosas e históricas como los paisajes y actividades pesqueras y rurales de su Mediterráneo natal, que luego iría ampliando por toda la geografía nacional con un punto de vista fotográfico y encuadres donde las pinceladas atrapaban la luz de cada momento del día.
Los reconocimientos se fueron sucediendo y su nombre se hacía ya un hueco en la escena pictórica de las últimas dos décadas del siglo XIX; estaba sembrando el camino y, sobre todo, experimentando ya con la luz, los focos y los matices del ocaso, con el mar siempre de fondo, para dar una vuelta de tuerca a lo que ya hacía Ignacio Pinazo con maestría pero que él logró convertir en una marca propia.
Informe Semanal - Los colores de Sorolla
También empezó a plasmar en sus cuadros temáticas de denuncia social, influido posiblemente por su amigo de la infancia Vicente Blasco Ibáñez -con obras como "¡Triste herencia!", "¡... y aún dicen que el pescado es caro!" o "Trata de blancas"-, mientras en Estados Unidos crecía su prestigio con exposiciones que lograban el respaldo de crítica y público.
Allí fue donde el fundador de la Hispanic Society of America en Nueva York, el aristócrata Archer Milton Huntington, le encargó su gigantesca Visión de España, el ambicioso retrato regional que, después de muchos años de trabajo y viajes, Sorolla envolvió en catorce paneles de enormes proporciones donde reina su perspectiva de las realidades de las provincias españolas de entonces.
Máster RNE - Joaquín Sorolla, la luz en el tiempo
En 1888 se casó con su musa y protagonista de numerosos retratos, Clotilde García del Castillo, con quien tuvo tres hijos -María, Joaquín y Elena- y que fue su "mano derecha" para gestionar su obra y sus exposiciones; tras la muerte del pintor, su viuda cedió toda la obra que estaba en su poder y la casa familiar al Estado español, que la convirtió en el actual Museo Sorolla.
Su ciudad natal, precisamente, intenta este año quitarse una espina que lleva clavada desde entonces (que el museo de su pintor más famoso esté en Madrid) y acaba de inaugurar una sala permanente dedicada a él en el Museo de Bellas Artes, en el que también estos meses pueden verse las obras de Sorolla que posee la familia Masaveu, la colección privada más numerosa en España y la tercera a nivel mundial del artista valenciano.
Sorolla antes de Sorolla
Más de 30 exposiciones en todo el mundo
En València se han programado hasta siete exposiciones temáticas sobre su artista más universal -y que da nombre a su estación ferroviaria de alta velocidad-, así como conferencias, publicaciones y rutas callejeras que han contado con el respaldo de la Generalitat, que declaró 2023 el Any Joaquín Sorolla.
Todo ello se enmarca en un amplio calendario global de actividades promovidas por la Comisión Nacional del Centenario Sorolla, un programa abierto hasta finales de 2024 y coordinado por la Fundación Sorolla y su Museo madrileño.
Este programa prevé más de una treintena de exposiciones en veintisiete instituciones culturales y museísticas en veinte ciudades de España y de países como Dinamarca, Estados Unidos e Italia, así como conferencias, publicaciones e iniciativas educativas. En esa Comisión Nacional participan el Ministerio de Cultura, la Generalitat Valenciana, la Comunidad de Madrid, la Diputación de Valencia y los ayuntamientos de València y Madrid.
Así, el legado sorollesco ha podido verse este año en ciudades como Avilés, Toledo, Bilbao, Madrid, Alicante, San Sebastián, València, León y Barcelona con proyectos culturales enfocados a lo local -la visión regional de Sorolla es casi enciclopédica- o a alguna temática o técnica en particular.
También entran aquí las nuevas tecnologías de inmersión expositiva (como en el Palacio Real de Madrid o la Marina de València), mientras el Museo Sorolla ofrece un recorrido con el diálogo literario que el escritor castellonense Manuel Vicent ha diseñado en torno a mares sorollescos como el de la Malvarrosa, desde cuya playa se puede ir paseando al monumento de València -obra de Mariano Benlliure- a su pintor más querido, el que inmortalizó sus olas, sus niños y sus pescadores, pero sobre todo su luz.
La mitad invisible - Paseo a orillas del mar. Sorolla