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El turismo ante la sequía: entre el miedo a las restricciones y la responsabilidad en el gasto de agua

  • Las reservas hídricas se tensan en destinos como la Costa del Sol o Ibiza, con pocos excedentes y muchos visitantes

  • El sector toma medidas para mejorar la eficiencia y ahorrar agua, pero la sostenibilidad del modelo sigue en cuestión

SOFÍA SOLER
8 min.

En el sector turístico, las palabras de preocupación y confianza se entremezclan cuando se menciona la sequía. La escasez de agua o, más bien, las diferentes manifestaciones del cambio climático pueden afectar a la bonanza de hoteles, apartamentos y actividades lúdicas que disfrutan de los frutos de un clima y un paisaje que han sonreído tradicionalmente a España. Comunidades como Andalucía, Murcia o Cataluña observan los datos —y los cielos— con recelo estos últimos meses por la alerta activada por sequía prolongada, y la vista puesta en el verano.

"Nuestra máxima preocupación es que puedan llegar restricciones que se traduzcan en cancelaciones o en no reservas directamente", afirma Javier Hernández, vicepresidente ejecutivo de la Asociación de Empresarios Hoteleros de la Costa del Sol, que matiza que las últimas lluvias han alejado esos miedos este año.

En la otra cara de la moneda, está la paradoja: el mismo turismo exacerba el consumo de agua de las ciudades. Por ejemplo, en la Costa del Sol, un estudio de la Universidad de Málaga en 2020 anticipó que el cambio climático y el crecimiento de la población pueden comprometer el abastecimiento doméstico de agua a partir de la próxima década. Otro artículo, de la Universitat de les Illes Balears, observó cómo el consumo de agua disminuyó durante el confinamiento por la pandemia de coronavirus hasta un 58% en las zonas más turísticas y un 40% en las de intensidad "media". En cambio, en los municipios que habitualmente tenían menos presión de visitantes el gasto medio de agua solo se redujo un 14% durante el encierro. En definitiva, el turismo está detrás de un importante porcentaje del agua que se pierde cada día por el desagüe.

El caso de Ibiza: poca agua, muchos visitantes

Precisamente las Pitiusas sufren problemas de reservas de agua cada año. "Hay una preocupación desde 2014, que fue cuando tuvimos varios eventos de alerta por sequía, rayando casi la emergencia. Teníamos las reservas hídricas al 30%. El 2014, 2015 y 2016 fueron los años en que se catalogan más graves", relata Marina Moheno, coordinadora de la Alianza por el Agua en Ibiza y Formentera, una organización que nació por la necesidad de conjugar "economía, medioambiente y ciudadanía" en dos islas en las que se vive fundamentalmente del turismo de forma directa o indirecta.

Con los acuíferos a la mitad de su capacidad a principios de junio, cuando se inicia la temporada alta de turismo, Ibiza tira de infraestructuras para aprovechar el agua del mar. Según Moheno, sin las desalinizadoras, se llegaría al "colapso", pero corresponde al Govern balear y los ayuntamientos ordenar y, si es necesario, restringir o priorizar el uso de las diferentes aguas.

"Los acuíferos cada vez tiene una peor calidad porque si están muy cerca de la costa han sufrido contaminación por la salinidad que les entra agua del mar", explica Moheno, que es consciente del "descontento" de la ciudadanía cuando se les empieza a suministrar agua con peor sabor. "Pero al final es eso o no tener agua".

La inversión realizada en la red de abastecimiento, asegura, les ha permitido pasar del 80% de pérdidas de agua al 25% en los últimos años, un avance "notable" que debe ampliarse con esfuerzos desde todos los sectores. "Abogamos porque todo el sector Horeca (hoteles, restaurantes y cafés) y las empresas de construcción cumplan las políticas medioambientales en torno al ahorro y la reutilización del agua", sostiene.

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Restricciones y otros impactos

Pese a las amenazas de restricciones que sobrevuelan la conversación, el sector turístico no tiene precedentes realistas por los que preocuparse. "No hay un riesgo muy alto. Que el turista no tenga agua es un desastre y, en general, se prioriza, igual que a la población que vive en esas localidades", recuerda Alberto Garrido, catedrático de la Universidad Politécnica de Madrid y director del Observatorio del Agua de la Fundación Botín.

Garrido explica que los planes de sequía pautan las restricciones posibles, que serán primero para los regantes, pero también para otros usos no prioritarios como el lavado de coches. Así, en territorios como la Comunidad Valenciana o Andalucía, donde hay muchas hectáreas de regadío, se cuenta con más "margen" para recortar de la agricultura para dárselo al consumo humano, sea turista o no. "El hecho de que haya regadío siempre da más seguridad todavía a los abastecimientos (…) Y hoy en día si falta agua en el Mediterráneo, se ponen desaladoras", valora el experto, que considera que un aumento de las temperaturas por el cambio climático sí puede "ahuyentar" a los visitantes más que la sequía.

Pero lo cierto es que en Cataluña, con las reservas de agua por debajo del 30%, la mayor parte de las provincias de Barcelona y Girona tienen ya activas restricciones de "excepcionalidad", como la prohibición de llenar piscinas privadas de uso unifamiliar o de regar el césped, con algunas excepciones para la "supervivencia" de árboles o plantas y demás.

Desde la Asociación de Apartamentos Turísticos Costa Brava Pirineos se reconocen especialmente afectados por "la crisis climática en la que estamos inmersos como sociedad" y hacen balance de los daños. "Ya hace muchos años que prácticamente todas las piscinas se mantienen con agua durante todo el año, por lo que no hay preocupación en eso. Lo más preocupante puede ser a nivel de riego de jardines, que evidentemente no van a estar en todo su esplendor. Esto sí que puede afectar a la visión del turista cuando llegue a su destino, pero nuestra labor como empresarios y trabajadores del sector es hacer la pedagogía pertinente sobre el problema que hay. Al fin y al cabo, que un jardín esté más o menos verde es más secundario", responde la presidenta de la asociación, Esther Torrent, que confía en que nada de esto impacte en su cuenta de resultados al final de la temporada.

En las cuencas del interior de España, en cambio, el impacto es ya importante debido a la reducción de los embalses. Las empresas de turismo de agua dulce en Extremadura hablan de un descenso de las reservas hasta menos de la mitad de lo que es habitual. "Al no haber agua, los peces se mueren y no viene la gente a pescar", declaró María Ángeles Gil, gerente de la compañía de alquiler de barcos Lake Cíjara a TVE. Algunos complejos de actividades al aire libre ni siquiera han podido desplegar sus atracciones acuáticas al haberse retirado demasiado la orilla.

Récords de turistas, ¿es sostenible?

Mientras hacen cálculos, dentro del sector turístico cada vez más agentes se cuestionan la sostenibilidad del modelo intensivo que caracteriza a España.

"Es una cuestión que llevamos arrastrando años. La política turística española dice que es un modelo sostenible al tiempo que promociona cada año el número de turistas que llegan. Alcanzar los 80 millones [de visitantes internacionales al año] es el objetivo número uno", critica Arturo Crosby, asesor experto en desarrollo y gestión sostenible del turismo, que reflexiona sobre el gasto extra de agua que eso supone.

No es fácil definir cuánta agua consume al día un turista. Las cifras son muy variadas dependiendo de quién está detrás del estudio o de cuándo se realizó, pero se puede establecer una horquilla entre los 300 y los 800 litros día, según Crosby, mientras desde el sector hotelero se suele apuntar en torno a los 200, solo un poco más que la media de un residente. Por lo demás, sí existen evidencias de que el despilfarro es mayor en los hoteles que en los apartamentos, y aún mayor en los establecimientos de cinco estrellas que en los de categoría más baja.

En ese sentido, Javier Hernández, vicepresidente ejecutivo de la Asociación de Empresarios Hoteleros de la Costa del Sol (AEHCOS) lamenta que existan normativas que obligan a los hoteles de lujo a ofrecer el cambio diario de las sábanas, como ocurre en Andalucía. Por su parte, asegura que han puesto en marcha medidas para reducir el desperdicio agua mediante circuitos cerrados de agua caliente, mejoras en la presión de las duchas o los carteles para que los clientes no echen las toallas a lavar cada día, pero, ¿es eso suficiente? "El sector toma medidas muy lógicas incluso para cualquier ciudadano en su domicilio, pero no podemos ir más allá", asegura. En su opinión, con las infraestructuras y la concienciación suficiente, el abastecimiento para el turismo no debería ser problema.

Desde Ibiza son algo menos optimistas: "Este turismo masificado no es sostenible", sentencia Moheno, de la Alianza por el Agua. "Faltarán años para que los gobiernos se pongan de acuerdo y hagan una agenda sobre cómo se va a diseminar el turismo, qué cantidad de gente puede llegar a la isla. Ahora lo importante es que hoteles, restaurantes y estudios de construcción conozcan la situación en la que estamos, sepan cómo nos abastecemos y qué han de hacer para utilizar este recurso lo más eficientemente posible".

En algo están de acuerdo todas las fuentes consultadas: la toma de conciencia es urgente tanto en las empresas, como en las casas y en la administración.

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