En un memento mori desconcertante, el novelista Martin Amis falleció el viernes mientras Cannes proyectaba la adaptación de una de sus últimas novelas, La zona de interés, a cargo del cineasta británico Jonathan Glazer, saludada como firme candidata a la Palma de Oro desde los primeros pases.
La novela de Amis, de 2014, polémica desde de su origen cuando encontró dificultades para publicarse, era una trama de amoríos, celos e infidelidades a pocos metros de un campo de exterminio. El horror era un marco latente que resignificaba cualquier nimia cotidianidad de los nazis protagonistas y Amis no renunciaba incluso al humor.
Glazer roba la potencia del planteamiento, el título de la novela, y poco más: su zona de interés es tomar más distancia para subrayar a base de puro contraste los límites de horror humano y se interesa menos en profundizar en las banalidades de los alemanes que asumieron como normalidad la barbarie.
En la película, junto al campo de Auschwitz, literalmente pegados al muro, el comandante Rudolf Höss y su familia disfrutan de una idílica vida en su casa con jardín. Glazer afirma que se obsesionó con todos los detalles para dar veracidad no a la Historia, sino a la vida privada, objetos, muebles y ropa de aquellas familias.
"No debemos estar tan seguros de que no podemos comportarnos como ellos"
Glazer cuenta con solo cuatro películas y La zona de interés es la primera que rueda en nueve años tras Under the skin, convertida en película de culto. Algo de la mirada de aquella permanece: si en Under the skin tomaba el punto de vista de unos alienígenas, el retrato del sinsentido nazi es lo más cercano a dejar fuera cualquier rastro de humanidad.
En rueda de prensa, Glazer ha explicado que su labor era mostrar “la capacidad dentro de cada uno de nosotros para la violencia, seas de donde seas”, rechazando una vez más la confortante idea de que el monstruo son los otros. “Es muy conveniente distanciarnos de ellos tanto como podamos, porque pensamos que no nos comportamos de esa manera, pero debemos estar menos seguros de eso”.
Además de Höss, el único personaje en el que profundiza la película es su mujer Hedwig, que ha pasado años construyendo la perfección familiar ajena completamente al ruido de fondo del campo de exterminio. La actriz Sandra Hüller explicaba cómo lidiar con la eterna culpa alemana: “Sentí la responsabilidad como alemana de retratarla. Nunca me sentí familiar con ella. No hay una forma real de hacerlo bien y nunca se trató de hacer algo extraordinario. Lo que hicimos tenía poco que ver con la actuación”.
A Glazer hay que agradecerle siempre su voluntad estética que le convierte en un cineasta único, especialmente por su ritmo y utilización del sonido y música. La planificación de La zona de interés es fascinante y enlaza con la frialdad que el cineasta quiere recalcar. Esa frialdad -más allá de la renuncia a los personajes y tramas- es la gran diferencia con la novela de Amis y lo que la sitúa algunos puntos por debajo en osadía.