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Derrota, humillación y consecuencias: 50 años de la salida de Estados Unidos de Vietnam

  • Las tropas norteamericanas se retiraron del país el 29 de marzo de 1973

  • El trauma de lo ocurrido sigue presente medio siglo después

MANUEL LÓPEZ DEL CERRO
10 min.

El 29 de marzo de 1973, hace medio siglo, las tropas norteamericanas abandonaron Vietnam después de casi 10 años de guerra contra Charlie, el correoso enemigo comunista. Los marines ganaron casi todas las batallas, tenían mejor armamento, una logística avanzada, nunca les faltó munición o comida, pero fueron incapaces de derrotar a una guerrilla que dominaba el escenario y los tiempos, que siempre marcó el ritmo de los combates y que tenía una voluntad de lucha que los norteamericanos habían perdido hacía ya mucho tiempo.

Estados Unidos dejó en los arrozales 60.000 muertos, miles de millones de dólares y buena parte de su imagen internacional. El país que había derrotado a Hitler y protegía a Occidente del comunismo (o al menos eso nos contaba a todas horas vía Hollywood) perdió la guerra y también el relato sobre lo ocurrido. Humillado por un enemigo inferior, señalado por cometer crímenes de guerra, la propia sociedad norteamericana terminó preguntándose qué hacía allí su ejército.

¿Qué hacían los norteamericanos en Vietnam?

Desde el siglo XIX, Vietnam formaba parte del Imperio Colonial Francés. La República francesa quizá marcaba el paso de los avances sociales en Europa, pero en Asia no se andaba con formalidades y explotaba los recursos y a la población sin mayores contemplaciones.

La situación cambió bruscamente cuando estalló la Segunda Guerra Mundial. Los alemanes entraron en París en 1940 sin apenas oposición y las colonias de Asia pasaron a estar controladas por la Francia de Vichy, que colaboraba abiertamente con el Eje. Cuando los japoneses llegaron a la frontera vietnamita, nadie les cerró el paso. Tampoco había nadie capaz de hacerlo. Allí se quedaron hasta que terminó la guerra, en agosto de 1945.

Una vez derrotados los japoneses, Francia intentó recuperar el control de su antigua colonia, pero se encontró de frente con el Viet Minh, un ejército de liberación nacional que agrupaba a comunistas y nacionalistas contrarios a todo poder colonial.

El Viet Minh ya se había fogueado luchando contra las tropas de Tokio y era fuerte en el norte. Francia, apoyada por EE.UU., no pudo doblegarle. La guerra se prolongó hasta 1954. Los franceses, tras la colosal derrota de Dien Bien Phu, se marcharon…esta vez, definitivamente.

Vietnam quedó así dividido en dos países. El Norte, comunista, y el Sur, prooccidental, donde los Estados Unidos, ya abiertamente, intentaron levantar un dique para frenar la expansión del comunismo. Primero enviaron dinero. Luego armas y asesores. Al final, tropas.

Dos formas de hacer la guerra

A mediados de los 60, en plena Guerra Fría, el ejército de EE.UU estaba preparado para operar en cualquier escenario de guerra convencional con el uso, incluso, si era necesario, de armamento nuclear táctico o estratégico.

Pero en Vietnam las tropas norteamericanas no se enfrentaron a un ejército convencional.

Por un lado, tuvieron que luchar contra el ejército de Vietnam del Norte, armado (bien armado) por China y la URSS, y, además, contra el Viet Cong, la guerrilla infiltrada en los territorios del Sur. La guerra, además, se extendió más allá de las fronteras vietnamitas, salpicando a Camboya y Laos. Los militares norteamericanos se vieron enredados en un tipo de lucha que no controlaban y en el que no tenía tanta importancia la sofisticación de las armas.

En vez de batallas a campo abierto, el enemigo prefería emboscadas y golpes de mano. Golpeaba y desaparecía. En cuanto los marines organizaban la respuesta, la guerrilla vietnamita se esfumaba. El mando estadounidense tuvo más o menos la situación bajo control hasta 1968, el año de la ofensiva del Tet. Un ataque sorpresa, a gran escala, que puso contra las cuerdas al cuerpo expedicionario norteamericano y a su aliado del Sur. La propia embajada estadounidense en Saigón fue asaltada.

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Los generales de Washington, de pronto, se dieron cuenta de que el enemigo era mucho más poderoso de lo que habían calculado. La guerra se podía perder y, de hecho, se estaba perdiendo. Hasta que finalmente se perdió: en enero de 1973 se abrieron negociaciones en París y las tropas de EE.UU abandonaron a su aliado del Sur a finales de marzo, hace 50 años.

En 1975, Vietnam del Norte derrotó definitivamente al Sur, su ejército entró en Saigón y se hizo con todo el país. La vieja capital colonial pasó a llamarse Ciudad Ho Chi Minh, en honor al líder comunista.

Un país en guerra contra sí mismo

Durante los años 60 y 70 se produjo un relevo generacional en EE.UU. que cambió el paso histórico del país. La generación que había ganado la Segunda Guerra Mundial ("la mejor generación", la llamaron) sentía ya el empuje de treintañeros y veinteañeros, que no se encontraban cómodos en los límites de sus padres.

Vietnam marcará totalmente ese traspaso generacional, iniciado en 1960 con la llegada de John F.Kennedy a la Casa Blanca. Kennedy enlazó con las nuevas inquietudes del país y su asesinato, en 1963, provocó un verdadero mazazo emocional.

Su sustituto, Lyndon B. Johnson, apostó firmemente por la solución militar en Vietnam, y precisamente la mala marcha de la guerra fue lo que le llevó a dejar la política. En 1968 ganó las elecciones Richard Nixon, que había sido vicepresidente del republicano Eisenhower entre 1953 y 1960.

Nixon se mantuvo en la Presidencia hasta 1974, luchando contra la inflación galopante y los cambios en el escenario internacional. Tuvo que dimitir por el escándalo del Watergate. Cuando se fue, las tropas norteamericanas ya habían salido de Vietnam.

Los tiempos estaban cambiando, decía Dylan, y para EE.UU lo hicieron muy deprisa, mientras sus soldados subían al avión para combatir en la otra punta del mundo. Hasta medio millón llegó a haber en Vietnam. Los estadounidenses libraban varias guerras a la vez, sin saberlo, y una de ellas tenía que ver con la discriminación racial.

En paralelo a la guerra se desarrollaba el Movimiento por los Derechos Civiles. En Vietnam, en primera línea, luchaban y morían soldados afroamericanos, aunque para una buena parte de su país seguían siendo ciudadanos de segunda. Incluso de tercera. Figuras como Martin Luther King o Malcolm X mostraron al mundo lo que pasaba en la nación que decía luchar por la libertad. Pero fue un boxeador, el campeón mundial de los pesos pesados, quien dio el golpe más fuerte al sistema.

El campeón se niega a luchar

Se llamaba Cassius Marcellus Clay y había nacido negro en Louisville, Kentucky. Era una fuerza de la naturaleza y un artista con los puños y el juego de piernas. Con 18 años, todavía amateur, ganó la medalla de oro en la Olimpiada de Roma. En 1964 se hizo con su primer título del campeonato de los pesos pesados.

Clay era una figura reconocida en el mundo del deporte…y también fuera. Gozaba de una enorme popularidad y hasta el momento se había mostrado orgulloso de su país, pese a haber nacido en una comunidad que sufría graves problemas de racismo (Kentucky, culturalmente, pertenece al Sur).

Todo cambió en 1966. Clay se había hecho musulmán, adoptando el nombre de Muhammad Alí, en recuerdo de sus ancestros africanos. Cuando el ejército decidió reclutarle para ir a Vietnam, se negó a ir.

La frase con la que rechazó su reclutamiento fue luego repetida por muchos jóvenes negros americanos: "No tengo problemas con los Viet Cong. Ningún Viet Cong me ha llamado negro de mierda".

Muhammad Alí fue la primera personalidad que se manifestó en contra de la guerra. Lo hizo antes, incluso, que Martin Luther King. Después lo harían otros muchos.

El horror de My Lai

El 16 de marzo de 1968 soldados de EE.UU. a las órdenes del teniente Calley entraron en la aldea de My Lai, persiguiendo a la siempre escurridiza guerrilla. Durante cuatro horas, dispararon indiscriminadamente a sus habitantes. Nunca se supo cuántos murieron en la carnicería, pero se calcula que unos 500. Mujeres, ancianos, niños, pero ningún combatiente. La matanza no fue mayor porque intervino la tripulación de un helicóptero, protegiendo a los pocos supervivientes que quedaron.

No era la primera vez (ni sería la última) que ocurría algo así en Vietnam, pero aquella consiguió salir a la luz gracias a la tenacidad de Seymour Hersh, que ganó el premio Pulitzer por el reportaje después de que fuera rechazado por muchas cabeceras. Calley fue juzgado y condenado, aunque solo pasó tres años en arresto domiciliario. Nixon lo indultó en 1974.

Con My Lai algo se quebró en el espíritu norteamericano, pues sus tropas, de repente, aparecieron ante el mundo haciendo lo mismo que hacían los nazis en las aldeas de Bielorrusia. La guerra de los norteamericanos, hasta ese momento, era algo así como un eterno "El día más largo", la película en la que explicaban al mundo cómo fue el Desembarco en Normandía. Nada que ver con My Lai, la guerra real.

El movimiento pacifista redobló sus esfuerzos contra una guerra lejana, injusta, el espejo saltó por los aires y la imagen ya no se recompuso jamás. Había jóvenes que salían del país para no ser reclutados. Las manifestaciones en contra se multiplicaron. Jane Fonda, una de las actrices del momento, se pronunció públicamente a favor de Vietnam del Norte. Incluso viajó hasta Hanoi ('Hanoi Jane' la bautizaron) y se fotografió con los soldados enemigos, sonriendo.

La polarización del país fue total, pues mientras en las universidades la contestación a la guerra era muy grande, desde los sectores más patriotas también se oían voces en contra de los pacifistas. Voces que aseguraban que mientras los universitarios (acomodados) se ponían flores en el pelo y tocaban la guitarra, la clase obrera enviaba a sus hijos a luchar por el país.

El tiempo dorado de la televisión

"¿Qué habéis hecho con mi hijo?" Eso fue lo que preguntó la madre de uno de los soldados que estuvo en My Lai. "Os entregué a un muchacho sano y me habéis devuelto a un asesino", dijo. Para la mayoría de los veteranos, la guerra no terminó al volver de Vietnam. La guerra continuó en su cabeza, con el llamado Síndrome de Vietnam, que causó graves desequilibrios a la mayoría de los que habían combatido allí.

Hay que destacar que esos traumas posteriores los han sufrido veteranos de todas las guerras, desde la Ilíada hasta la actual invasión rusa de Ucrania. Lo novedoso de Vietnam fue que se empezó a hablar de ello.

Periodistas en Vietnam

La experiencia vietnamita también supuso otras novedades. En todas las guerras se han cometido crímenes horrendos como el de My Lai, se ha abusado de la población civil y se han usado armas no convencionales como el hambre o la destrucción del medio ambiente (EE.UU. usó con abundancia napalm y Agente Naranja), pero en Vietnam no solo se contó, sino que se contó en un medio popular que se colaba todas las noches en las casas de los norteamericanos: la televisión.

El impacto de la televisión en esta guerra fue innegable, hasta el punto de que los ejércitos tomaron buena nota de lo que hicieron los reporteros que acompañaban a los soldados norteamericanos… y ya nunca más dejaron hacerlo.

Vietnam y la historia vista desde Occidente

La derrota sufrida en Vietnam ha tenido un tremendo impacto en la cultura de masas de finales del siglo XX y principios del XXI. La guerra y sus consecuencias están presentes en cientos de películas, novelas, ensayos o canciones, y cada año se publican nuevos libros de historia que explican lo ocurrido en las selvas vietnamitas, los despachos de los presidentes.

El fantasma de la salida de Saigón reaparece cada cierto tiempo, la última vez fue tras la entrada de los talibanes en Kabul, con escenas de desesperación en el aeropuerto que hacían recordar lo ocurrido en 1975.

Se ha escrito mucho y lo que ha llegado, normalmente, ha sido desde el punto de vista norteamericano.

Vietnam, la guerra inacabada

Pero si para los norteamericanos fue un trauma, para los vietnamitas (también para camboyanos o laosianos) lo fue mucho más. Millones de ellos murieron entre 1946 y los años 80 y los efectos de las armas químicas usadas en el conflicto todavía provocan muerte y enfermedades. Vietnam consiguió la independencia y se reunificó sufriendo un desgarro brutal, inconcebible en la Europa posterior a la Segunda Guerra Mundial, sobre el que muy pocas veces se reflexiona.

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