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Verjas, pinchos o bancos individuales: los obstáculos de la "arquitectura hostil" para las personas sin hogar

  • Los expertos advierten que este tipo de diseños buscan invisibilizar la problemática y “criminalizarla”

  • La arquitectura hostil puede dificultar el acceso a un refugio de las inclemencias climáticas, entre otras consecuencias

LAURA GÓMEZ SÁNCHEZ
6 min.

Vivir en la calle es una experiencia terriblemente dura, pero, para José, la situación ha empeorado en los últimos años. Camionero de profesión, perdió su empleo en 2017 y pasó ocho meses en una situación de sinhogarismo hasta que se cruzó con la asociación Remar, con la que comenzó a ayudar a otras personas sin techo. Ha escuchado cientos de historias como la suya y, asegura, las ciudades "cada vez ponen más inconvenientes". Al difícil contexto que generan las inclemencias climáticas y el alto riesgo de agresiones se ha sumado la conocida como “arquitectura hostil”.

Un ejemplo de arquitectura hostil en Barcelona Juan Lemus/Arrels Fundació

El técnico de relaciones institucionales de Hogar Sí, Pablo Gómez-Escolar, define la arquitectura hostil como "una herramienta de diseño urbano que busca impedir que las personas sin hogar utilicen los espacios públicos para dormir". Forman parte de ella los bancos individuales o las verjas en los soportales, pero existen también otros más sutiles como el sistema de riego. "Encendían los aspersores cuando nos echábamos en el parque y nos dejaban empapados", recuerda al respecto José.

Un alumno muestra una foto de bancos individuales vistos en Barcelona Juan Lemus/Arrels Fundació

Organizaciones como la Fundació Arrells también denuncian que los diseños arquitectónicos hostiles están aumentando en los centros de las grandes ciudades. Para sacarlos a la luz, Arrells creó un mapa digital abierto para todas las personas que quieran contribuir aportando fotografías. Un plano al que solo en una semana 500 estudiantes de 14 centros educativos que colaboraron con la asociación añadieron 334 puntos en Barcelona.

Para el gerente técnico de la asociación Nueva Vida, Julio David García, estos obstáculos están íntimamente relacionados con la aporofobia, la aversión a las personas pobres o desfavorecidas. Así, considera que la arquitectura hostil busca "desplazar del centro de las ciudades a las personas sin hogar" en lugar de tomar medidas para abordar la problemática social.

Una "criminalización" más de las personas sin hogar

De acuerdo a las ONG entrevistadas por RTVE.es, la arquitectura hostil es una forma más de "criminalización" de las personas sin techo que contribuye a ocultarlas a la vez que a infundir prejuicios y miedos sobre quienes no tienen acceso a una vivienda digna. Sucede lo mismo con ordenanzas como la de Convivencia del Ayuntamiento de Alicante, que establece multas desde 750 euros a quienes duerman en la calle, de noche o de día.

Pero los bolardos y otros obstáculos, además, "crean mucha tensión física en toda la sociedad", opina la vocal de la asociación Arquitectura y Sostenibilidad Sonia Hernández. Asegura que el urbanismo puede facilitar las relaciones entre los ciudadanos, pues "nuestras respuestas emocionales vienen definidas por la percepción del espacio". Están lejos de cumplir esta función los diseños arquitectónicos como los pinchos, que tienden a generar "cierta violencia y estrés" en la población.

Lo cierto es que las personas que se ven obligadas a vivir en la calle sufren agresiones, insultos, discriminación y, en los peores casos, violencia sexual, física y asesinatos. El observatorio Hatento de los delitos de odio contra personas sin hogar de la plataforma Hogar Sí afirma que el 47% de quienes han pasado un periodo de tiempo sin hogar han sufrido al menos un incidente o delito relacionado con la aporofobia.

Muchos vecinos no quieren que sus barrios pierdan categoría

"Muchos vecinos no quieren que sus barrios pierdan categoría con los sin techo", opina por su parte José. Él pasó algo más de medio año en una situación de sinhogarismo, y otros 18 meses colaborando con la asociación Remar, que le ofreció una vivienda. Durante todo ese tiempo en el que proporcionó ayuda a personas que se encontraban en la calle pudo presenciar y escuchar diversos testimonios sobre la dureza de las noches. "Hay gente que ya solo duerme de día por miedo", relata.

Junto a ese miedo al que contribuye la arquitectura hostil y los prejuicios que difunde implícitamente, este tipo de diseños arquitectónicos también pueden dificultar la seguridad y la salud de las personas sin hogar, más expuestas a las inclemencias del tiempo y alejadas de los servicios del centro de la ciudad. "Al final lo que se está haciendo es ponerlas en una situación más complicada", comparte el técnico de relaciones institucionales de Hogar Sí, Pablo Gómez-Escolar.

La dificultad de encontrar un techo

Son muchas las razones que pueden llevar a alguien a una situación de sinhogarismo. En la última encuesta del INE, destacaron como principales motivos el tener que empezar de cero tras llegar desde otro país (28,8%), la pérdida del trabajo (26,8%) y el desahucio (16,1%). Los problemas de salud mental y las adicciones son otros posibles desencadenantes, pero, en cualquier caso, José opina que "nadie duerme en la calle porque quiere".

Una persona sin hogar dormía bajo este puente antes de que tapasen el hueco con una fachada gris Juan Lemus/Arrels Fundació

A José sus problemas de salud le han llevado a alejarse del voluntariado, ahora espera un trasplante en una plaza del programa de viviendas para la recuperación de la salud de Hogar Sí, sin embargo, sigue teniendo muy presentes las historias de sus amigos y conocidos sin hogar. Y, asegura, no siempre es tan fácil como parece ser acogido bajo un techo, normalmente compartido con decenas de usuarios.

"Muchos albergues solo te dejan quedarte cuatro días y luego tienes que esperar meses para poder volver a entrar, por eso quien directamente prefieren no ir", explica el camionero. Las normas que estos imponen, además, son difíciles de seguir para algunos. De hecho, las 28.552 personas sin hogar que el INE recoge en su encuesta solo tienen en cuenta a las usuarias de centros asistenciales, es decir, deja fuera a quienes no están dentro del sistema. Los expertos sugieren que la cifra podría ser mayor. Contra el Estigma estima que más de 600.000 han carecido en alguna ocasión de vivienda.

Sin embargo, las organizaciones denuncian que faltan tanto alternativas y sensibilización por parte de las administraciones como recursos para que asociaciones como Hogar sí, Fundació Arrells o Nueva Vida puedan ofrecer viviendas dignas y no solo para pasar la noche a más personas vulnerables. Mientras tanto, siguen sobrando bolardos, pinchos y verjas. Barreras que bien vendría cambiarlas por más plazas de alojamiento en lugar de esconder debajo de la alfombra el problema de toda una sociedad.

Si necesitas ayuda

Si estás en una situación de sinhogarismo o conoces a alguien que no tenga acceso a una vivienda digna, puedes contactar con asociaciones como:

  • Hogar Sí: 911 108 984 o hola@hogarsi.org. Esta organización promueve tanto viviendas de recuperación como para la autonomía y viviendas house first. Trabaja también el acceso al empleo y la economía social, entre otros aspectos.
  • Nueva Vida: 942 34 34 28 o secretaria@asociacionnuevavida.org. Atienden a población privada de libertad, mujeres prostituidas, migrantes bajo protección internacional y personas o familias en riesgo de exclusión. 
  • Fundació Arrels: 934 412 990 o info@arrelsfundacio.org. Acompañan a las personas sin hogar que viven en las calles de Barcelona. 

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