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Guerra en Ucrania | Análisis

Claves de la suspensión del tratado Nuevo START: nueva amenaza de Putin y malos augurios para el control de armas

MIGUEL CHARTE
9 min.

Rusia ha suspendido su participación en el tratado de control de armas Nuevo START, tal y como anunció este martes su presidente, Vladímir Putin, en el contexto de la guerra de Ucrania. Se trata del único en vigor para la reducción de armas nucleares.

La otra parte firmante del acuerdo, Estados Unidos, ha tachado la decisión de "irresponsable", y la OTAN cree que el mundo será "más peligroso".

Las consecuencias prácticas a corto plazo de la suspensión son limitadas, porque el tratado ya estaba muy tocado por la falta de inspecciones, y porque Moscú asegura que seguirá cumpliendo con las limitaciones de armas previstas (aunque, eso sí, sin posibilidad de verificación). Pero el anuncio cumple para Putin un objetivo psicológico y propagandístico, y a largo plazo puede afectar al gran objetivo de la reducción de armas nucleares en el mundo.

Un tratado ya tocado por la falta de inspecciones

El tratado Nuevo START (o START III) es el único tratado de control y reducción de armas nucleares actualmente en vigor.

Es el último de una serie de acuerdos que se iniciaron en plena guerra fría, entre las potencias del momento: EE.UU. y la URSS. Se quería crear medidas de confianza para evitar que un error, un malentendido o una escalada (como la crisis de los misiles en Cuba en 1962) desencadenaran una guerra nuclear que destruyera a la humanidad, algo que entonces parecía muy posible.

Las conversaciones entre ambas potencias llevaron, en 1972, a la firma por Nixon y Brezhnev de los dos primeros acuerdos: el SALT I y el Tratado Anti-Misiles Balísticos (ABMT, por sus siglas en inglés). Este último estuvo en vigor hasta que en 2002 Estados Unidos lo abandonó unilateralmente.

Posteriormente, llegaron los acuerdos SALT II (1979), START I (1991) y START II (1993, ya con Rusia en lugar de la desaparecida URSS). En 2002, el propio Putin firmó con George W. Bush el Tratado de Moscú (también conocido por sus siglas en inglés, SORT), para la reducción de armas estratégicas. Este acuerdo, que caducaba en 2011, fue sustituido por el Nuevo START, firmado entre Barack Obama y el entonces presidente ruso, Dmitry Medvedev.

El tratado se propone reducir en un 30% el número de cabezas nucleares, hasta las 1.550 cabezas desplegadas (ya instaladas, o listas para su uso) por país, un tope al que se llegó en 2018. Además, limita a 700 el número de misiles balísticos intercontinentales, y a 800 los enclaves o vehículos para su lanzamiento, estén o no operativos.

Según estimaciones del Instituto Internacional para la Investigación de la Paz de Estocolmo (SIPRI), EE.UU. tenía, a comienzos de 2022, 3.708 ojivas nucleares (desplegadas y no desplegadas), y Rusia 4.477. Pero son muchas más en ambos casos si se suman las ojivas retiradas, pero aún no destruidas, y que fácilmente pueden volver a ponerse en uso.

Justo antes de que Rusia invadiera Ucrania, Joe Biden prorrogó el New START hasta 2026, pero desde entonces su funcionamiento ha entrado en crisis.

"El enfrentamiento empezó el 31 de enero cuando EE.UU. declaro que no estaba recibiendo las autorizaciones por parte de Rusia para proceder a las visitas de verificación incluidas en el tratado", ha explicado en RNE Juan Antonio del Castillo, teniente general retirado y secretario general de la Asociación Atlántica Española.

En cambio, el Consejo del Atlántico Norte aseguró que EE.UU. sí estaba concediendo dichas autorizaciones. "La realidad es que hay 18 visitas programadas y aún no se ha ejecutado ninguna por ninguna de las dos partes", añade Del Castillo.

Los obstáculos a las inspecciones no son algo nuevo en la vida de los tratados. "Esto se ha producido históricamente cuando ha habido un desarrollo tecnológico que pone en entredicho la efectividad técnica y operativa de los tratados", recuerda Del Castillo - . "Véase con el escudo antimisiles, lo que se llamó la 'Guerra de las Galaxias', que desequilibró a las dos partes. Ahora se entiende que se está degradando la diferencia tecnológica entre Rusia y EE.UU. , y también ha entrado China".

"En esta situación lo normal es que se suspenda el tratado, pero eso no quiere decir que esté denunciado o que no se vaya a renovar, como estaba previsto, en 2026", ha añadido.

Las Mañanas de RNE - Juan Antonio del Castillo, teniente General retirado: "Que Putin suspenda el tratado no quiere decir que no se vaya a renovar" - Escuchar ahora

Las expectativas de renovación no son buenas, a la vista de que Rusia paralizó todas las conversaciones el pasado noviembre, como consecuencia del clima creado por la guerra. Además, Moscú ha anunciado que prepara nuevas capacidades, como el torpedo Poseidón.

”A corto plazo, acabas con la confianza del último tratado de desarme, lanzas un mensaje de que no va a haber cooperación en nada, y se da también una excusa a China”, se lamenta, en declaraciones a RTVE.es, Vicente Garrido, profesor de la URJC y experto en armas de destrucción masiva y no proliferación.

“A medio plazo, deja abierta la posibilidad de aumentar el arsenal de misiles. Rusia ya lo hacía con misiles de alcance intermedio, y ahora vamos a los de largo alcance, que serían ICBM [misiles intercontinentales], con capacidad nuclear”, añade. “No significan que se vayan a usar, pero volvemos a la lógica de la Guerra Fría: 'si soy débil o doy muestras de que soy débil, soy vulnerable', la única forma de disuadir es mejorar mis capacidades”.

Esto repercutirá, según Garrido, en un aumento del gasto y de los presupuestos de defensa, “sobre todo porque habrá que reforzar las defensas antimisiles, y eso cuesta mucho dinero”.

Por su parte Guillermo Pulido, analista de la Revista Ejércitos, cree que la decisión rusa "tendrá consecuencias prácticas que de momento no podemos adivinar”, pero que probablemente se concretarán en un aumento del número de armas.

”No va a ser un farol, van a tener que hacer algo práctico para meter miedo”, añade Pulido. "Desde hace tiempo, Rusia ve que está en inferioridad en armas estratégicas, y quiere zafarse de esos límites".

Putin blande de nuevo la amenaza nuclear

El efecto inmediato del anuncio de Putin ha sido provocar la condena de Occidente y, hasta cierto punto, la alarma ante la posibilidad del uso del arma nuclear. Una carta que Rusia ha jugado en repetidas ocasiones desde el mismo día en que invadió Ucrania, hace casi un año.

"Putin ha utilizado la sensibilidad especial en Occidente hacia cualquier declaración que afecte a temas nucleares - dice Juan Antonio del Castillo - Probablemente una intención secundaria es que sea su respuesta, acertada por cierto, a la dotación de alta tecnología a Ucrania por parte de Occidente".

Entonces, ¿ha aumentado el riesgo de que se use un arma nuclear?

Abre tal cantidad de posibilidades incontrolables, que a ninguna de las partes parte le interesa utilizar un arma nuclear

Del Castillo cree que no. "Los factores que limitan el efecto de esa amenaza siguen estando activos. Desde China, indudablemente, Xi habrá llamado a Putin y le habrá dicho que eso por ahora no es una opción. Incluso la posibilidad de lanzar un arma nuclear de alcance táctico sobre Ucrania destaparía la caja de pandora. A partir de ahí, ¿quién podría decir que la India y Pakistan no la van a usar? ¿O quién impediría a Irán desarrollar sus propias armas nucleares, lo que arrastraría a Arabia Saudí? Abre tal cantidad de posibilidades incontrolables, que a ninguna de las partes parte le interesa. Además la rentabilidad no sería tanta en el conflicto".

Por sí mismo, esto no incrementa la posibilidad de que Rusia use armas nucleares en el corto plazo

En cambio, el anuncio "sí les sirve para amenazar porque sabe que la opinión pública occidental es muy susceptible a esas amenazas".

"Por sí mismo, esto no incrementa la posibilidad de que Rusia use armas nucleares en el corto plazo", coincide Guillermo Pulido. "Pero en cuanto se empeora la situación general, a largo plazo sí podría, de manera indirecta, aumentar la probabilidad de un uso nuclear, de que lleguemos a una situación que no le gustaría a ninguna persona razonable”.

Malas perspectivas para el régimen de no proliferación

Pese a su escasa repercusión a corto plazo, a largo plazo la decisión de Putin supone un revés para el sistema global de no proliferación nuclear.

El conflicto con Rusia y la competición entre potencia amenazan los esfuerzos para que la energía nuclear se use exclusivamente para fines pacíficos y no aumente el número de países con bombas atómicas. Este es el objetivo del Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP), firmado en 1968 y que entró en vigor en 1970. Entonces solo había cinco países con armas nucleares (además de EE.UU. y la URSS, Reino Unido, Francia y China). Hoy son nueve (se han sumado la India, Pakistán, Israel y Corea del Norte). Según el SIPRI, en el mundo hay unas 12.705 armas nucleares.

El pasado agosto, la décima conferencia de revisión del TNP fracasó cuando Estados Unidos y otros países quisieron incluir una mención a la situación en la central de Zaporyia, la mayor de Ucrania y de Europa, ocupada por tropas rusas desde el comienzo de la guerra.

Se da la posibilidad de una carrera de armamentos no subterránea, sino abierta

"A largo plazo, con un clima de confianza dañado para muchos años, va a ser difícil volver a una estrategia negociadora – opina Vicente Garrido - No se da ninguna confianza en el sistema y el régimen de no proliferación, se da la posibilidad de una carrera de armamentos no subterránea, sino abierta".

"A China se le da una razón más para seguir adelante en una modernización que ya es un hecho. Y si China va adelante, le sigue la India, y luego Pakistán", pone como ejemplo del profesor de la URJC.

"No augura nada bueno", dice Guillermo Pulido. "Si Rusia incrementa sus ojivas o despliega nuevo armamento nuclear, quizá algunas potencias del TNP inicien sus propios programas de armas nucleares. El TNP puede terminar desmoronándose".

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