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Las afganas, prisioneras en su propio país: "A veces pienso, ¿por qué nací mujer, qué culpa tengo?"

  • Los talibanes les han prohibido el acceso a escuelas secundarias y la universidad, y no pueden trabajar en la mayoría de los sectores

  • La exalcaldesa Zarifa Ghafari asegura que las afganas "no están cansadas ni tienen intención de rendirse"

LAURA GÓMEZ DÍAZ
9 min.

Cerca de un año y medio después de la vuelta de los talibanes al poder en Afganistán, las mujeres viven encerradas en su propio país. Han prohibido que las niñas vayan a escuelas secundarias y a la universidad. Tampoco les permiten trabajar en la mayoría de los sectores -aquellos en los que no es imprescindible que el empleado sea una mujer- y están prácticamente atrapadas en sus viviendas.

Los talibanes volvieron en agosto de 2021 tras la retirada de las fuerzas internacionales lideradas por Estados Unidos diciendo que habían cambiado. Aseguraron que no eran los mismos que cuando dirigieron el país entre 1996 y 2001, en un gobierno en el que prohibían a las mujeres estudiar, trabajar o salir de su casa sin un hombre de su familia. Pero la situación en el país se parece cada vez más a la de esa época.

Antes de la vuelta al poder de los talibanes, Lida trabajaba para la cooperación española ayudando a las mujeres. Era directora de un colegio privado de 3.000 alumnos en el que enseñaban español. Abandonó su país en agosto de 2021 con su marido e hijos. "Los talibanes me buscaban. Mi situación era muy mala", afirma desde España. Asegura que "si estuviera en Afganistán, los talibanes me matarían".

"Si estuviera en Afganistán, los talibanes me matarían"

Su madre y sus hermanos continúan en Afganistán y le describen la terrible situación que afronta el país. Su hermana es profesora de universidad. "Hace unas semanas hablé con ella y me decía que se quería morir", lamenta a RTVE.es entre sollozos. "Algunas veces pienso: ¿por qué nací mujer?, ¿qué culpa tengo?, ¿por qué nací en Afganistán?", admite.

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Zarifa Ghafari llegó a ser la alcaldesa más joven de Afganistán. Tras la vuelta del régimen extremista islámico, decidió abandonar el país. Con los talibanes en el poder, su vida corría peligro, pero también recibía amenazas suyas durante el tiempo en que estuvieron fuera del poder. "He sufrido tres intentos de asesinato. No era nuevo para mí", afirma a RTVE.es desde un país europeo.

A pesar de haber vivido esta situación, Ghafari se muestra optimista. "Las mujeres de Afganistán no están cansadas ni tienen intención de rendirse. Nunca nos rendiremos. Hemos crecido siendo conscientes del valor de nuestra lucha por nuestros derechos y nuestros valores", añade.

Las restricciones hacen imposible la vida a las afganas

A mediados de este mes, Mursal Nabizada, una exparlamentaria en el periodo previo a la vuelta de los talibanes, murió tiroteada en Afganistán, donde los asesinatos selectivos son frecuentes.

Esta líder afgana fue una de las pocas políticas que decidió quedarse en el país, mientras cientos de funcionarios de la antigua Administración, como su compañera Mariam Solaimankhil, se fueron a otras naciones en la evacuación de las fuerzas internacionales.

"Una verdadera pionera: una mujer fuerte y franca que defendió lo que creía, incluso frente al peligro. A pesar de que le ofrecieron la oportunidad, decidió quedarse y luchar por su pueblo", publicó Solaimankhil en Twitter sobre Nabizada.

El 15 de agosto de 2021, con la caída de Kabul, a Solaimankhil le advirtieron de que debía salir del país porque su nombre figuraba en una lista de los talibanes "porque estoy en contra de los extremistas islámicos y a favor de los derechos de las mujeres".

Esta exparlamentaria describe la situación allí como "la mayor crisis de derechos humanos que existe en el mundo". "Las mujeres que están desapareciendo por asesinatos para salvar el honor o por asuntos familiares se han incrementado, ha aumentado el porcentaje de violaciones…", señala a RTVE.es. "No pueden vivir una vida normal. No se les permite salir de casa salvo que sea para una emergencia o si les acompaña un hombre. Si lo hacen y las cogen, el hombre responsable de esa mujer es golpeado por los talibanes", detalla.

Para la exalcaldesa Ghafari, los talibanes "no solo están violando los derechos humanos de las mujeres". "Hay niños sufriendo en Afganistán, hay hombres sufriendo en Afganistán. Todo el mundo", subraya.

Cerca de 24 millones de personas necesitan ayuda humanitaria con urgencia en Afganistán, según datos de Naciones Unidas, que señala que el país va rumbo de convertirse en el epicentro de la mayor crisis humanitaria del mundo.

Dejan sin trabajo a la mitad de la población

Las incontables prohibicionesn impuestas por el régimen talinbán ha borrado la huella de las mujeres en la vida pública, salvo en algún trabajo puntual que solo ellas pueden realizar por ser mujeres, como el de matrona. Las afganas tampoco pueden trabajar para las ONG, según Kabul, porque infringían la ley sharia al no usar el hiyab.

Mary Akrami es la directora ejecutiva de la Red de Mujeres Afganas, una organización no gubernamental cuyos trabajadores, en su mayoría, son mujeres. "El 80% del personal está formado por mujeres y ahora no se permite que se desplacen ni vayan al trabajo", explica a RTVE.es. "Nuestro personal está trabajando de forma online. Hay muchas negociaciones y conversaciones en marcha para que permitan a las mujeres trabajar y esperamos que suspendan tan pronto como sea posible esta decisión sin sentido de que no trabajen para las ONG", añade.

Akrami, quien también se encuentra fuera de Afganistán, admite que no sabe qué quieren hacer los talibanes. "Han dejado sin trabajo a la mitad de la población y no les han suministrado ninguna oportunidad. La mayoría de las mujeres trabajaba para mantener a sus familias, la mayoría no tenía marido que la mantuviera en casa", recalca.

El decreto sobre la prohibición de que las mujeres trabajaran en ONG se produjo tan solo unos días después del anuncio de otro veto a las afganas: el acceso a las universidades. Unos meses antes, el régimen talibán también retiró a las niñas el acceso a la educación secundaria.

"Las niñas no pueden ir al colegio después del sexto curso. Hay muchas mujeres que dicen que sus hijas están suspendiendo a propósito ese curso para poder repetirlo y seguir en la escuela", cuenta Solaimankhil. "Los talibanes están ahora entrando en los colegios para comprobar qué chicas son altas y qué chicas parecen mayores para estar en sexto curso y las están sacando a la fuerza del colegio", detalla.

"Hay niñas que están suspendiendo a propósito para repetir curso y seguir en la escuela"

Para esta exparlamentaria, los talibanes están prohibiendo a las afganas el derecho a la educación porque "una mujer que ha ido a la escuela nunca permitirá que sus hijos sean utilizados, que se los lleven y los conviertan en terroristas". "Una mujer que ha recibido una educación comprenderá cuáles son sus derechos de acuerdo con el Corán. Una mujer que ha sido educada hará que su familia sea más fuerte económicamente, emocionalmente, y eso impediría que la gente se uniera a los talibanes. Se les acabaría el negocio si las mujeres reciben educación", subraya.

Los talibanes vigilan las universidades después del veto a las mujeres

Además, Solaimankhil cree que los talibanes negociarán con la comunidad internacional a cambio de ayuda y permitirán que las mujeres reciban una educación hasta secundaria o la universidad. "Pero seguirán sin tener los mismos derechos. Esto es la punta del iceberg. Se convertirán en héroes por permitir que las mujeres vayan a la escuela, pero al final no podrán tener un trabajo. No podrán soñar, no podrán realizar cambios en la sociedad, y eso da miedo", opina.

Los talibanes, "con el cerebro vacío"

El portavoz del régimen talibán, Zbiullah Mujahid, aseguró recientemente que las restricciones impuestas sobre las mujeres en cuanto al libre movimiento, trabajo y educación son necesarias para cumplir las normas de la ley sharia.

"Las organizaciones internacionales y los países deben comprender nuestro país y los deseos religiosos de nuestra nación de que las cuestiones humanitarias no se vinculen con las cuestiones políticas", defendió el portavoz, quien añadió que los talibanes están listos para cooperar con los países de acuerdo con los principios y valores religiosos del país".

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La directora ejecutiva de la Red de Mujeres Afgana señala que en entrevistas que ha tenido con algunos talibanes "he visto que tienen el cerebro vacío". "No tienen una respuesta a las razones por las que imponen estas restricciones. Lo único que dicen es que aplican la ley sharia", cuenta Akrami. "¿De qué parte de la sharia están hablando? Somos musulmanes y lo seremos siempre, pero ese no es el Islam en el que nosotros creemos, y esto no es aceptable ni para las mujeres ni para los hombres", recalca.

La exalcaldesa Ghafari cree que los talibanes "han estado combatiendo todos estos años y no saben lo que es una vida normal en lo que se refiere a la educación, a las relaciones sociales". "Alguien como yo, que ha sido siempre un objetivo de ellos, que ha sufrido por ellos -incluso el asesinato de mi padre-, cree que no piensan específicamente nada sobre las mujeres. Solo conocen la vida teniendo a la mujer en casa, cocinando y teniendo niños", asegura.

"Nuestras voces tienen más fuerza"

En Afganistán, las protestas lideradas por mujeres se han vuelto cada vez menos frecuentes desde la vuelta de los talibanes. A pesar de ello, hay afganas que salen a las calles para defender sus derechos y corren el riesgo de ser detenidas, sufrir violencia y el estigma social por participar en protestas.

Fuera del país, mujeres como Zarifa, Mary, Mariam o Lida, también luchan porque las voces de las afganas se escuchen y hacer ver al mundo el creciente deterioro de la situación en la que se encuentra Afganistán.

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La exparlamentaria admite sentirse agotada porque ha estado "gritando" desde el 15 de agosto de 2021. "A nadie le importa lo que le ocurre al pueblo afgano, si nos morimos o no. Siento que estoy gritando para salvarle la vida a alguien y esa es mi misión, es mi vida, pero el mundo necesita escuchar los gritos del pueblo afgano y tomárselos en serio", recalca.

Sin embargo, Solaimankhil no pierde la esperanza ni la fe en el pueblo afgano, al igual que Ghafari. "Definitivamente soy optimista. No porque crea que los talibanes vayan a cambiar, sino porque creo en mi generación, en nuestra lucha, en las mujeres de Afganistán. Creo en el poder de nuestras voces", confía la exalcaldesa. "Nuestras voces tienen más fuerza que un clan que se llaman los talibanes", añade.

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