En vísperas de la Navidad ortodoxa, que se celebra este 7 de enero, se han multiplicado los llamamientos a un alto el fuego en la guerra en Ucrania, donde alrededor del 70% de la población es cristiana ortodoxa.
Desde el comienzo de la invasión rusa de Ucrania, la división entre la Iglesia ortodoxa vinculada a Moscú y la de Ucrania ha ido a más. En un intento por alejarse de Rusia, la Iglesia ortodoxa ucraniana ha permitido este año por primera vez a sus fieles celebrar la festividad el 25 de diciembre, además del tradicional 7 de enero. Sin embargo, el presidente de Rusia, Vladímir Putin, ha ordenado el alto al fuego temporal durante la Pascua ortodoxa, tal como había pedido el Patriarca de la Iglesia ortodoxa rusa, Kirill.
"Me parece bastante hipócrita el cese al fuego precisamente para esta Navidad ortodoxa, porque hay cierta cantidad de ucranianos que celebran Navidad este día, pero también otros celebran la Navidad con el mundo Occidental, y este año por la guerra más", afirma la profesora e historiadora rusa Elena Bogush en una entrevista en el Canal 24 Horas. "Supongo que muchos de ellos pueden ver este paso de Putin como uno en el que demuestra que los que celebran la Navidad con el mundo Occidental no necesitan tregua, mientras que en el mundo ruso y ortodoxo, sí", añade.
Estos llamamientos a la tregua se han producido tan solo días después de que un ataque por parte de las fuerzas ucranianas en la noche de Año Nuevo causara al menos 89 muertos en la región anexionada de Donetsk.
Kirill, partidario de Putin y de la guerra
Horas antes de que el presidente ruso declarara la tregua, el líder ortodoxo, de 76 años, había llamado a deponer las armas entre el mediodía del 6 de enero y la medianoche del 7 de enero. Un alto el fuego que, según Kirill, permitiría a los ortodoxos "asistir a las misas en la víspera de Navidad y en el día del Nacimiento de Cristo", en Ucrania.
Sin embargo, tan solo días después de que Putin anunciara en septiembre una "movilización parcial" de 300.000 reservistas rusos para participar en la guerra en Ucrania, el líder ortodoxo sostuvo que el sacrificio "en el cumplimiento del deber militar (...) lava todos los pecados". Kirill llegó a comparar a los movilizados con Jesucristo, al sacrificar su vida en la guerra.
"La Iglesia es consciente de que si alguien, movido por el sentimiento del deber, por la necesidad de cumplir un juramento, se mantiene fiel a su vocación y muere en el cumplimiento de su deber militar, entonces indudablemente comete un acto que es equivalente a un sacrificio", afirmó en un sermón.
Kirill es un firme partidario del presidente Putin, así como de su ofensiva en Ucrania. El líder ortodoxo ha dado incluso su bendición a las tropas rusas que luchan en el país vecino y desde el inicio de la guerra ha pronunciado sermones fuertemente antioccidentales y anti-Ucrania. Por apoyar el conflicto, Kirill ha sido sancionado por Reino Unido y por Estados Unidos.
La Iglesia ortodoxa ucraniana, más lejos de Moscú
Los cristianos ortodoxos constituyen la mayoría de los 44 millones de habitantes ucranianos, pero desde el fin de la Unión Soviética, la competencia entre la Iglesia ortodoxa vinculada a Moscú y la ucraniana -proclamada poco después del colapso soviético en 1991-, ha ido en aumento.
Desde que Rusia se anexionó la península ucraniana de Crimea en 2014 y ofreció su apoyo a los separatistas prorrusos en el este de Ucrania, la Iglesia ortodoxa rusa ha perdido mucha influencia en el país.
La invasión de Ucrania ordenada por Putin también ha ido dividiendo aún más a esas dos ramas de la Iglesia ortodoxa. Después de siglos bajo su control, la Iglesia ortodoxa ucraniana (UOC) rompió en mayo por completo sus lazos con Rusia.
En un movimiento que muchos ven como un intento de la Iglesia ortodoxa ucraniana de alejarse de Moscú y acercarse a Occidente, la UOC ha aprobado este año por primera vez que sus congregaciones celebraran las festividades el 25 de diciembre, además de su tradicional 7 de enero.
Conexiones entre el Kremlin y la Iglesia ortodoxa
A pesar de que la rama ucraniana rompiera formalmente sus lazos con la Iglesia ortodoxa rusa, muchos ucranianos siguen desconfiando de ella e incluso la acusan de cooperar en secreto con el Kremlin.
En los últimos meses, los servicios de seguridad ucranianos han llevado a cabo sucesivos registros de iglesias y monasterios por temor a que puedan ser centros desde los que se intenta socavar la soberanía nacional ucraniana. Además, el Gobierno ucraniano ha aprobado decretos y leyes que restringen la actividad de la Iglesia vinculada a Moscú.
Los agentes del Servicio de Seguridad de Ucrania (SBU) han informado de la existencia de pasaportes rusos que pertenecían a algunos clérigos, además de documentación con mensajes de ideología prorrusa.
Por su parte, la Iglesia ortodoxa ucraniana ha calificado las acusaciones de colaboración entre su clero y Rusia como "infundadas" e insiste en que cortó los lazos con la jerarquía rusa cuando comenzó la guerra.