La ciudad de Bakhmut, en la región ucraniana de Donetsk, es uno de los principales objetivos rusos. Los combates y bombardeos allí son continuos y sangrientos, lo que ha motivado la huida masiva de civiles. En las calles de la ciudad solo quedan algunos animales, militares que van y vuelven de la primera línea de combate y, a poco más de 1.000 metros de las tropas rusas, un vehículo blindado estadounidense que espera la orden de regresar al frente.
No solo el centro de la localidad, la carretera que lleva a Bakhmut también está rodeada de destrucción. En el lado controlado por Ucrania ya solo llegan refuerzos por ella, porque el penúltimo puente que quedaba operativo fue destruido hace días.
“Así es la vida en el frente, hay bombardeos constantemente“
La caída constante de proyectiles ha echado a los civiles, y los pocos que quedan arreglan como pueden sus casas mientras siguen siendo objetivo de las bombas: "Así es la vida en el frente, hay bombardeos constantemente", dice Stanislav, que asegura que se las arregla como puede.
Si bien este enclave ha protagonizado la batalla por la región de Donetsk durante más de medio año, en el último mes se ha declarado el estado de fuego y destrucción. Una sucesión interminable de edificios arrasados, ese es el legado de los bombardeos rusos en las últimas horas contra Bakhmut.
Un desenlace que no llega
Cada día que pasa, Rusia estrecha más el cerco en torno a la defensa de Bakhmut, apoyados en las fuerzas del Grupo Wagner, el ejército paraestatal de Vladímir Putin.
La sangre que hay en los chalecos antibalas o en las camillas apiladas a las puertas de los hospitales de campaña dan una idea de los violentos que están siendo los combates en esta ciudad del este de Ucrania.
En definitiva, una batalla encarnizada por un enclave que los rusos consideran la llave para hacerse con toda la provincia de Donetsk.