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La carrera de fondo de Mario Draghi

  • Italia celebra elecciones este 25 de septiembre tras la dimisión del ex primer ministro el pasado de julio

  • Las encuestas dan la victoria a la coalición de los partidos de derecha liderados por Berlusconi, Salvini y Meloni

JORDI BARCIA (Corresponsal de RNE en Italia)
6 min.

Tras la caída del gobierno de Draghi y la convocatoria de elecciones, el ex-banquero central y primer ministro podría no haber dicho la última palabra.

Miles de turistas suben cada día a la colina del Gianicolo para regalarse las mejores vistas de Roma. En ese mismo lugar, en 1849, Giuseppe Garibaldi, el gran héroe de la independencia italiana, sufría a manos de los franceses una de sus muchas derrotas. La efímera República Romana desaparecía de la historia, y hoy, en el Gianicolo, recuerda las gestas de Garibaldi una estatua ecuestre.

A pocos metros de allí, a principios del verano, cenaba Mario Draghicon la prensa extranjera. Era un Draghi sonriente, cómplice, sabedor de que, tras el desgaste de dos años como primer ministro gestionando las peores crisis de la Italia moderna, fuera del país se le seguía admirando. Tan relajado se encontraba, que se permitió un momento de humor, o de todo el humor del que es capaz un ex-banquero central.

"En los primeros meses de mi gobierno, Italia -contaba Draghi- ganaba Eurovisión y la Eurocopa de Fútbol. Por primera vez un italiano, Berrettini, llegaba a la final de Wimbledon, otro italiano ganaba el oro olímpico en los 100 metros lisos, y concedían el Nobel de Física a [el físico Giorgio] Parisi... lo nunca visto. Pero desde entonces hemos quedado fuera del Mundial, hemos sido sextos en Eurovision, Berretini se retiró de Wimbledon con Covid y -concluía con sorna- vivo con terror de que le quiten el Nobel a Parisi".

Puede que ese 12 de julio, entre las risas de los corresponsales extranjeros, bajo el machacón ruido de las cigarras, a las puertas de las vacaciones, Draghi pensase que la maldición no iba a llegar hasta el palacio Chigi, la sede del gobierno, su lugar de trabajo. Solo dos días después de aquella cena en la colina que vio sucumbir a la República Romana, el Movimiento 5 Estrellas abría la crisis que hizo caer al gobierno Draghi en cuestión de días.

Hoy, a las puertas de las elecciones, Draghi sigue como un primer ministro de funciones muy limitadas a la espera de pasar el testigo a su sucesor o sucesora. Prácticamente, ha desaparecido de la escena. Pero, ¿ha estado realmente ausente?

La "Agenda Draghi" naufraga a las primeras de cambio

En los primeros compases de la campaña, Mario Draghi fue protagonista seguramente a su pesar. El Partido Democrático, lo más parecido a la socialdemocracia en Italia, los más directos herederos de la histórica Democracia Cristiana, soñaban con construir una coalición con Draghi al frente.

"La cúpula del Partido Democrático creía que al ser Draghi tan querido, quienes le hicieron caer saldrían penalizados", cuenta Lorenzo De Sio, profesor de Ciencias Políticas de la universidad LUISS. "Pensaban envolverse en la bandera de Draghi para crecer hasta el 25 o el 30%. Calculaban que valía la pena invertir en la "agenda Draghi" porque el país ama a Draghi". Pero el PD topó muy pronto con un escollo insalvable, asegura el periodista y analista político del diario 'Corriere della Sera', Massimo Franco.

"Draghi no quiere entrar en campaña, no quiere ser el instrumento de un partido contra otro, quiere conservar un perfil institucional y ser expresión de la unidad nacional". Es más, de haber aceptado Draghi el reto, asegura Lorenzo Di Sio, al primer ministro y al Partido Democrático les podría haber salido el tiro por la culata. Podrían haber sido víctimas del "Efecto Churchill".

"Tras vencer a la Alemania nazi, Winston Churchill perdió las elecciones. ¿Por qué? Porque en las elecciones no se vota para dar las gracias, sino por un proyecto de futuro, que en aquel momento era el de los laboristas y el estado del bienestar. Y con Draghi se reivindica la acción de un gobierno pasado, un gobierno técnico, por definición, encargado de gestionar el día a día, no de presentar un proyecto de futuro", concluye Di Sio. Draghi, como Churchill, podría acabar ganando sus guerras -la lucha contra la COVID y las crisis económica, energética y ucraniana- y perdiendo la paz.

Con Draghi fuera del juego, el Partido Democrático se ha quedado prácticamente sólo. La gran coalición de centroizquierda que soñaban construir para hacer frente a la Derecha no ha llegado a existir.

El líder del PD, Enrico Letta, ha jugado entonces la carta del miedo a la Derecha, la de gritar "que viene el fascismo". Pero eso podría no ser suficiente para salvar los muebles, asegura la periodista de 'Bloomberg' Chiara Albanese. "El único modo de contrarrestar a la Derecha era crear una alianza. Pero el Partido Democrático ha construido toda su campaña jugando con el 'o ellos o nosotros', y el nosotros se le ha quedado bastante pequeño".

Ya fuera del juego político, ¿cuáles van a ser los próximos pasos de Draghi? Constitucionalmente, está muy claro, debe entregar la tradicional campanilla que sirve de testigo al nuevo primer o primera ministra, visto que Giorgia Meloni podría ser la nueva ocupante del palacio Chigi al mando de una coalición de Derecha.

La sombra de Draghi

Después, en el plano económico, hay un debate abierto sobre el margen de que dispondrá el nuevo gobierno para apartarse del rigor presupuestario y la agenda de reformas impulsada por Draghi. En opinión de algunos, la estratosférica deuda pública italiana y la necesidad de recibir la lluvia de 221 mil millones de euros del fondo anti-COVID obligarán al ejecutivo de Meloni a mantenerse en la ortodoxia económica marcada por Draghi y, en última instancia, por Bruselas.

Según otros, el gobierno podría jugársela rebajando la edad de jubilación o endeudarse para ayudar a familias y empresas en dificultades. Sea como sea, las autoridades comunitarias y los mercados estarán vigilando a Italia muy de cerca.

Si la sombra económica de Draghi puede seguir acechando en los próximos meses, ¿qué pasará con su futuro político?

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"Es la pregunta del millón de dólares -bromea Chiara Albanese-. La planteo a menudo y nadie sabe responder, porque Draghi ha dado a entender que lo que hay en su cabeza lo sabe sólo él. Mi sensación es que se dará un tiempo de pausa, pero que no está aún pensando en jubilarse. Antes o después le veremos en otro puesto".

Desde la Comisión Europea a la OTAN, son muchos los puestos que se han rumoreado para Mario Draghi. Fuera de Italia, nadie quiere prescindir de él.

Otro derrotado, Giuseppe Garibaldi, nunca se dio del todo por vencido, regresó y finalmente logró la ansiada unificación de Italia. Y para Draghi, el cenit de su carrera sería el cargo más prestigioso posible en Italia, la presidencia de la República.

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