Artenara, en el interior de Gran Canaria, ha perdido un 16% de su población en los últimos años. Ahora mismo viven en él 500 habitantes. Hay 11 estudiantes, el centro de salud solo abre el fin de semana, una hora al día. Y no tienen sucursales bancarias.
Una vecina, Gertrudis Díaz, acude habitualmente al centro de salud a retirar sus medicinas. A sus 74 años le preocupa la reducida atención médica de la que disponen en el municipio.
“Solo tenemos una hora de atención médica a la semana“
“Los fin de semana no tenemos sino una hora de servicio. Lo más cerca que tenemos es Tejeda o Valleseco”, dice.
Lo mismo ocurre con la atención bancaria presencial, casi inexistente.
“El problema es que ahora tenemos que usar el cajero y muchas personas mayores no lo pueden utilizar porque no saben", explica Díaz.
Tampoco hay centros educativos
Almudena Sosa ha traído a sus hijos al único colegio del pueblo durante años. Ahora tienen que desplazarse 16 kilómetros para estudiar la secundaria.
“Le ponen un trasporte que viene de educación ya financiado. En el caso de que quisiéramos llevar a los niños fuera de ese ámbito tendríamos que costearlo nosotros”, cuenta Sosa.
Porque para encontrar la España Vaciada no hace falta irse tan lejos. Aunque afortunadamente, la otra cara de la moneda, es que cada vez son más los que tratan revertir esta situación.
Es el caso de Saúl, que, con solo 25 años, se atrevió junto a un socio a abrir una cafetería en el municipio en plena pandemia. Para él, es un municipio donde faltan muchas cosas por explotar.
Reivindicaciones para evitar que los pueblos de La Cumbre de Gran Canaria languidezcan.