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Trabajar cerca de la muerte, un tabú que puede enseñar a vivir: "Ahora sé lo importante que es demostrar amor"

  • Una enfermera, un tanatopractor y un empleado de cementerio cuentan los aprendizajes y los retos de sus profesiones

  • La incertidumbre y el dolor que suele causar la muerte hace que tienda a evitarse hablar de ella

LAURA GÓMEZ SÁNCHEZ
8 min.

Clara tiene 24 años, pero ha visto morir a muchas personas. Hace dos que se graduó como enfermera y para ella ya la muerte no es una realidad incómoda, sino parte de su vida cotidiana. De hecho, trabajar cerca de ella y sentirla como algo "natural" le ha dejado grandes lecciones de vida, cuenta a RTVE.es. "Ahora sé lo importante que es demostrar amor a quienes nos importan", detalla.

Perdonar manías y entender la necesidad de dedicar tiempo de calidad a la familia son otras de las enseñanzas relacionadas con la muerte que rememora Clara. Sin embargo, no todos son capaces de disfrutarlas. Como recuerda la psicóloga y vicepresidenta de la Asociación Española de Psicología Sanitaria (Aepsis), Estefanía Cárcel, quizás lo más común hoy día sea evitar hablar de ella. La incertidumbre y el dolor que genera, dice, hace que se prefiera "obviar el tema".

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En ocasiones, huir de la idea de la muerte provoca incluso reticencia ante empleos como los sanitarios o la tanatopraxia (técnica de conservación temporal de los cadáveres) y otros servicios funerarios que conllevan "el contacto directo con los fallecimientos". Suelen contemplarse desde el miedo o el morbo, según relatan el tanatopractor Ezequiel Hinojo y el trabajador de cementerio José Manuel Botell. Pero esta evitación únicamente supone un alivio "a corto plazo" para la ansiedad, advierte la psicóloga, lo que puede dificultar los procesos de duelo.

Profesiones “bonitas y respetuosas” más allá del miedo y los prejuicios

Hinojo estudió historia en la universidad y jamás se le pasó por la cabeza dedicarse a la tanatopraxia, y mucho menos enseñarla en un centro especializado. Ni siquiera sabía que existía hasta que su abuelo murió y comenzó a hacerse preguntas sobre su velatorio. Aunque la medicina y la enfermería pueden encontrarse con cierta reticencia o miedo, son normalmente mucho más populares que las profesiones de los servicios funerarios. Estas últimas, por ejemplo, no suelen tener cabida en las jornadas de orientación laboral de las escuelas, explica el experto. “Es un tema tabú”, y por eso “poca gente las conoce y se puede dedicar a ellas”.

A los embalsamadores, tanatopractores y sepultureros, entre otros, les rodean decenas de prejuicios, como los de tener un “corazón de hielo”, poca empatía o incluso estar relacionados con lo sobrenatural. Botella también los tenía antes de trabajar en el cementerio: "Sentía horror por los muertos". De hecho, su primer mes fue “terrible”. “Oía ruido por todos lados”, recuerda. Llegó a pensar que alguien le seguía durante días cuando estaba solo entre las lápidas. “Se me ponían los pelos de punta”, cuenta, pero luego descubrió que “era solo el eco”. "Al final te das cuenta de que es todo psicológico" y de que la vida real de estos trabajos dista mucho de la imagen que suelen pintar las películas.

"La gente suele preguntarnos cómo nos puede gustar dedicarnos a esto, pero en realidad son profesiones bonitas y respetuosas", aporta Hinojo. Para el tanatopractor, su empleo supone un precioso aprendizaje diario que, además, es sumamente necesario para la sociedad. Según el experto, trabajar con los cuerpos para "quitarles la máscara de la muerte" ayuda a los familiares y amigos a transitar el duelo de una forma más "cómoda". "Nuestras herramientas y técnicas están para ayudar a los vivos y facilitarles pasar por una situación dramática", insiste a RTVE.es.

Mayor empatía, menos discusiones y mejores duelos

Cada persona es un mundo, pero, a nivel general, trabajar cerca de la muerte y tenerla presente como algo natural impacta positivamente en los seres humanos. Según la experta en salud mental de Aepsis, a algunos este tipo de empleo puede motivarles a disfrutar más o a cambiar hábitos y costumbres. "Cuando ves cadáveres o convives con desgracias continuamente, eres más consciente de que la vida llegará a su final y, antes de que llegue, te decides a vivirla de verdad", explica Cárcel.

Clara, por ejemplo, dice haber aprendido la importancia de escuchar, del perdón y de la empatía. El trato con los pacientes es fundamental y, en muchas ocasiones, los sanitarios están presentes en las últimas horas o en los minutos finales de los enfermos. Contemplando estos momentos es cuando observó el poder de la compañía. "Cuando les dices que lo han hecho bien, que no deben preocuparse de nada y que están perdonados", explica, las palabras pueden volverse "morfina". Algo que también puede aplicarse en la vida diaria para dejar atrás el odio y la competitividad: "Eso es lo que realmente duele, y no la muerte".

Si tienes diez minutos, que sean para vivir

Desde el cementerio, José Manuel Botella escucha cotidianamente arrepentimientos por el tiempo perdido con familiares o amigos y palabras de dolor en condicional. "Si hubiera" o "si hubiéramos" es el comienzo más común de las frases que se oyen por lugares como aquel. "Por eso tenemos que aprovechar hasta el último momento antes de que se vayan", señala como la principal lección que sus últimos 12 años le han dejado. Ahora entiende que "los problemas se solucionan o los vas toreando" y que "discutir por tonterías" es una de las peores decisiones: "Si tienes diez minutos, que sean para vivir".

El profesor de tanatopraxia Ezequiel Hinojo siente igualmente que su profesión ha cambiado "por completo" su vida. "Era una persona con miedo a la muerte", cuenta, pero ahora ha comprendido todas sus aristas, y esto le ha ayudado a superar los duelos a los que se ha enfrentado desde entonces. Para él, que comenzó a trabajar cerca de la muerte después de perder a su abuelo, es una de las mejores enseñanzas que todos podríamos hacer propia. “Un duelo no superado supone un problema grave para la sociedad”, asegura, “puede provocar enfermedades como la depresión”.

Evitar hablar de la muerte puede tener consecuencias

Pero las personas que no se dedican a este tipo de carreras normalmente no son capaces de entender los beneficios de las mismas y el amor que pueden sentir hacia ellas profesionales como Hinojo. De acuerdo a la psicóloga, la incomodidad que provoca la muerte ha hecho que se esconda este tema en los últimos años. Hace décadas, explica, cuando los cadáveres se velaban en casa y las personas fallecían en sus hogares con mayor frecuencia, era algo cotidiano.

Ahora los velatorios se hacen en tanatorios, muchas muertes se dan en hospitales y “existen profesionales que se encargan de que los familiares tengan el menor contacto posible” con el cuerpo, opina. “Al final, se intenta que la muerte sea agradable, y se huye del concepto real de la misma”, lo que ha creado la sensación de que es algo improbable y sobre lo que no es necesario hablar. “A base de evitar el tema y de dulcificarlo, no llegamos a habituarnos”, insiste, y no estar psicológicamente preparado para la muerte, puede tener consecuencias.

La experta de Aepsis pone como ejemplo la precariedad de los cuidados paliativos psicológicos, "algo que desgraciadamente en España apenas existe" y que tiene el objetivo de ayudar a los enfermos a cerrar asuntos pendientes, cumplir sus últimas voluntades y "estar lo más confortables posible". Asimismo, ignorar la muerte normalmente también provoca ansiedad y sensación de descontrol. Una incertidumbre que no puede eliminarse por completo, pero que sí puede afrontarse de una mejor forma y más tranquila. "Lo bueno de hablar de la muerte, de enfrentarnos a ella, de acudir a los funerales y entierros, es que veremos ese hecho de una manera más natural y sosegada", señala.

"Hay cosas que no se olvidan": el reto de la implicación emocional

Sin embargo, los especialistas también reconocen que trabajar cerca de la muerte puede suponer varios retos. El principal es la implicación emocional, coinciden, pues deben empatizar con los pacientes y clientes, pero, a la vez, distanciarse lo suficiente como para actuar con calma y racionalidad. Si esto no fuese así, "no podríamos contar con médicos, psicólogos, bomberos, enterradores... y todos sabemos que estos profesionales son imprescindibles", detalla la psicóloga.

Pero pese a esta máxima, en muchas ocasiones estos empleos conllevan "shocks y sufrimiento". "Hay muchas cosas que no se olvidan y que dejan huella", aporta Botella. En su caso, los entierros de niños son especialmente duros. "Notas el dolor de la familia, es imposible que no te toque" y, a veces, esa sensación se la ha llevado a casa. La pérdida de personas mayores que acudían con frecuencia al cementerio y con las que a menudo entablaba conversación también le han marcado más de lo habitual, cuenta.

En ese sentido, la vicepresidenta de Aepsis recomienda a los profesionales hablar de forma natural de su día a día laboral "para poder procesar psicológicamente y de forma adecuada todo lo que ven diariamente". El cuidado de la salud mental es especialmente necesario en estos casos y por ello aconseja también dedicar el tiempo libre a esto. "Os necesitamos frescos y cuerdos", añade.

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