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Resurge el cultivo de la colza en España tras 40 años estigmatizado

  • La superficie sembrada crece un 20% esta campaña y se ha triplicado en una década

  • En un año el precio del “oro negro ecológico” se ha duplicado, y ha subido un 23% desde la guerra de Ucrania

ÁLVARO DE ROJAS (TVE)
5 min.

La versatilidad de la colza ha disparado su demanda internacional y especialmente su precio. Si en junio de 2021 la tonelada cotizaba a 477 euros, estos días supera los 800, y en abril marcó su récord histórico rozando los 1.100 euros por tonelada.

La guerra de Ucrania y la escasez de girasol son responsables de una cuarta parte de ese ascenso meteórico; el resto se debe a la creciente demanda mundial de grasas vegetales para consumo humano, la necesidad de harinas ricas en proteína para elaborar piensos para el ganado, y el aumento de la producción de biodiesel en todo el mundo a partir de cultivos energéticos.

También crece la superficie de colza sembrada en España, superando las 100.000 hectáreas, la mitad de ellas en Castilla y León. En apenas una década la extensión de este cultivo se ha multiplicado por tres, tras décadas prácticamente desaparecido en los campos de nuestro país. Nos lo cuenta Miguel Ángel del Río, un agricultor de cereal de Muriel de Zapardiel, en la provincia de Valladolid, que utiliza la colza para rotar el cultivo del trigo. “Tengo unas 40 hectáreas cultivadas con colza. Cuando las sembré en septiembre, la previsión era obtener unos 100.000 euros brutos por ellas, aunque las heladas de abril y el encarecimiento de los costes de producción rebajarán esa cifra”, relata.

Aun así, a Miguel Ángel le compensará doblemente, ya que sacará un rendimiento económico por la colza superior al de otros años, y además cumplirá con las exigencias medioambientales de la PAC. Para cobrar el 100% de las ayudas de la nueva Política Agrícola Común se requiere la rotación de cultivos anuales.

Para Joaquín Ortiz, ingeniero agrícola, alternar cereales y colza es la mejor de las rotaciones posibles, ya que “nos va a aportar una menor erosión del suelo, vamos a conseguir un aumento de producción en el cultivo siguiente, y una disminución de las malas hierbas porque la colza se comporta como un herbicida natural".

Un cultivo para la exportación

Buena parte de los miles de toneladas de semillas que se cosecharán a finales de junio acabarán en la planta de tratamiento de aceites y oleaginosas que la cooperativa ACOR tiene en las inmediaciones de Olmedo (Valladolid). Sus 16 enormes silos de almacenaje tienen capacidad para albergar 160.000 toneladas de semillas de colza, el equivalente al 70% de la producción nacional, que traducidos a aceite serían unos 65.000 litros.

Pero según nos cuenta el director de la planta, Javier Areños, “la mayor parte de la producción de aceite y semillas se exporta a Portugal, al grupo agroalimentario Sovena” para el envasado de aceites para el consumo humano, y la producción de biodiesel. Añade que “el negocio del aceite de colza en España no funciona por la escasez de demanda”. Aun así, un pequeño porcentaje de la producción se queda en España para abastecer a algunas industrias alimentarias que usa el aceite de colza en la elaboración de galletas, pastas o masas de pizza; un ingrediente que en la etiqueta de estos productos suele aparecer como “aceite de nabina” o “aceite de canola”.

La otra línea de negocio de la colza que sí funciona en España es la de producción de harinas. Tras extraer el aceite de la semilla, queda un subproducto sólido que se tritura y se almacena en forma de pellets. Se trata de un ingrediente rico en proteína vegetal que se emplea para la elaboración de piensos para alimentación animal. Este producto también ha visto disparado su precio, según Areños, durante el último año y especialmente a raíz de la guerra de Ucrania y la falta de grano, “ha pasado de valer unos 260 euros por tonelada el año pasado, a 450 euros por tonelada este año”.

Un aceite seguro y saludable

En el laboratorio que la cooperativa ACOR tiene en la planta de tratamiento de aceites y oleaginosas, analizan las grasas vegetales –girasol y colza- extraídas en cada campaña.

Ángela Bernardo, la jefa del laboratorio, cuenta que el problema del aceite de colza es el estigma que arrastra desde hace más de cuatro décadas por el envenenamiento masivo que se produjo en España por el consumo de aceite de colza desnaturalizado. “Hablar de aceite de colza es como hablar de veneno”, afirma. “Lo que hay que hacer es depurar esa mala fama porque a nivel nutricional y de perfil de ácidos grasos, el aceite de colza no tiene nada que envidiar al de girasol, o al de oliva”.

Aun así, los productores y transformadores ven todavía difícil recuperar el consumo de este aceite en España, aunque reconocen que la escasez y alto precio del girasol podría abrir una ventana de oportunidad para esta grasa vegetal consumida en los hogares y restaurantes españoles hasta principios de los años ochenta.

De hecho, recuerdan que la Unión Europea es el principal productor y consumidor de aceite de colza, y que en Alemania es la grasa vegetal más consumida, por encima incluso del girasol, o del de oliva. En Centroeuropa este aceite es de uso común y fácil de encontrar en los lineales, pero en España es misión imposible encontrar botellas de aceite de colza en cualquier supermercado.

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