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Guerra en Ucrania

Vivir en España pero con la mente en Ucrania, la encrucijada de los refugiados a los tres meses de la guerra

ÁLVARO CABALLERO
8 min.

Tres meses después del inicio de la guerra de Ucrania, muchos refugiados en España han empezado a replantearse sus planes de futuro. Para la mayoría su intención es volver cuanto antes a su país, pero otros ven cada vez el futuro más negro a medida que avanza la ofensiva y han tomado la difícil decisión de quedarse.

En este segundo grupo está Eleonora, una estudiante de Medicina de 22 años. Huyó de Jersón a finales de febrero, pocos días antes de que esta ciudad del sur de Ucrania se convirtiera en el primer botín de las tropas rusas. En un primer momento pensaba que Kiev retomaría pronto el control de la ciudad y ella podría regresar allí a retomar su vida y sus estudios. "No quiero volver. Solo volvería para ver a mi familia, pero mi futuro está en España", asegura en una conversación con RTVE.es desde Valladolid, donde vive ahora.

En Jersón siguen su madre y sus abuelos, quienes "prefirieron quedarse porque son mayores y no quieren dejar sus casas". Relata que "allí la situación es terrible, no hay tranquilidad, hay muchos bombardeos. No hay ninguna ayuda, ni comida, ni medicamentos, ni nada".

Si la situación ya era mala en el momento de la ocupación, todo ha ido "a peor" desde entonces. "Cada vez llegan más soldados rusos. Golpean a la gente, a los abuelos. Saquean las casas de la ciudad", cuenta. Por eso, ahora ve imposible la vuelta. Estudia español a diario gracias a la ayuda de la comunidad ucraniana de la ciudad, con la esperanza de poder incorporarse a la carrera el curso que viene.

Quienes sí quieren volver "en cuanto haya paz"

Los refugiados como Eleonora, convencidos de permanecer en España, son minoría. Según calcula la asociación Con Ucrania, más del 50% no quieren quedarse aquí a largo plazo y de hecho, un 20% ya ha vuelto a su país. Tanya es de las que quiere regresar "en cuanto haya paz" a su ciudad, Járkov.

Esta urbe del este del país, la segunda más grande de Ucrania, ha sido una de las más golpeadas por la guerra. "Es una ciudad preciosa que se ha convertido en una ruina", lamenta. Tanya huyó de allí el 17 de marzo junto a su marido, al que le permitieron salir del país porque ya sobrepasa la edad límite de 60 años para permanecer obligatoriamente y poder ser reclutado para el Ejército.

Ambos son científicos: ella, profesora de Radiofísica en la Universidad de Járkov; él, investigador de física de plasmas. Los dos conocían ya España, país al que llevan viniendo periódicamente desde hace 26 años para hacer estancias de investigación gracias a una colaboración entre sus universidades y el Centro de Investigaciones Energéticas, Medioambientales y Tecnológicas (CIEMAT), un organismo público de investigación.

El CIEMAT decidió contratar durante un año a tres investigadores ucranianos para un proyecto de fusión nuclear termodinámica para la obtención de energía limpia, y entre ellos estaba Oleksander, el marido de Tanya. La ministra de Ciencia, Diana Morant, le dio públicamente la bienvenida y lo celebró como una "iniciativa para apoyar a la comunidad científica y académica de Ucrania".

"Nos gusta mucho España, la gente es parecida a la de Ucrania", dice. No tiene un plazo para volver, y sigue con mucha preocupación los avances de la guerra en su región, donde recientemente el Ejército ucraniano ha conseguido en una exitosa contraofensiva empujar a las tropas rusas hasta la frontera. "En Járkov hay bombardeos todo el tiempo. Hubo una bomba en mi calle y murieron mis vecinos", relata, emocionada.

Los sentimientos encontrados de los refugiados que regresan a Ucrania desde España

Ir y volver a Ucrania a contracorriente: el periplo de Stefania

Stefania no es técnicamente refugiada. Llevaba años viviendo en Murcia, pero la guerra la sorprendió en Ucrania, donde fue en Navidad a cuidar de su madre de 92 años enferma y a estar con su hermana, cuyo marido había muerto recientemente. "No quería dejarlas aquí solas, estaban muy mal".

Ella, a sus 72 años, no esperaba una gran ofensiva militar en su país cuando viajó allí. Su familia vive en el oeste de Ucrania, cerca de Leópolis, donde el conflicto no ha alcanzado las cotas de crudeza de otras partes del territorio. "Aun así han vivido bombardeos cerca, apagones en sus casas, etc. Tienen miedo, pero no pueden escapar", cuenta.

En su caso, la vuelta fue muy diferente a la de los millones de refugiados que dejaron el país al inicio de la ofensiva. Salió el 17 de mayo, en un tren casi vacío hacia Varsovia, desde donde voló a España. "En la frontera ya no había nadie, no es como antes", recuerda. Ahora, sigue con preocupación los avances del conflicto y piensa en cómo lo estará viviendo su madre, "que ya es muy viejecica".

Mientras que para Stefania o Tanya la llegada a España fue fácil, ya que las dos tenían aquí contactos, para Eleonora fue muy diferente. Vino primero a Madrid, y allí encontró a través de Facebook el perfil de una familia de acogida de Valladolid. "Estuve con ellos un tiempo y ahora estoy en un piso con otras familias ucranianas. Aun así sigo en contacto con la familia, les estoy muy agradecida", dice.

Ahora la asociación Procomar Valladolid Acoge se encarga de pagar su alojamiento y sus gastos aquí, y la comunidad ucraniana de la ciudad la ayuda con las clases de español y otras gestiones, pero no sabe hasta cuándo durará este sostén económico.

La falta de recursos y la dificultad del idioma, principales obstáculos

La inestabilidad financiera es una de las dificultades a las que se enfrentan los cerca de 130.000 ucranianos que han llegado a España desde el inicio del conflicto, según los últimos datos del Gobierno. Entre ellos, 100.000 han recibido protección temporal y 19.000 se han acogido al sistema de protección estatal, por lo que se considera que son personas sin recursos económicos que reciben una ayuda económica para el alquiler y otros gastos. En total, más de 6,5 millones de personas han huido de Ucrania, y España es uno de los países que más refugiados ha acogido por detrás de Estados fronterizos como Polonia o Rumanía.

Refugiados ucranianos en España: las dificultades en el proceso de integración

Junto a la falta de recursos, el idioma es el otro gran obstáculo para su adaptación a largo plazo. "El proceso de integración es complicado: el idioma es diferente y la mentalidad es diferente", explicaba a TVE Liliya Mykolayiv, de la asociación Con Ucrania. En la asociación que ha ayudado a Eleonara, Kalina, han notado cómo muchos han decidido volver a su país ante estas dificultades y el cambio de dirección de la guerra en las últimas semanas. "Una familia de Kiev nos decía que tenían muy buena vida aquí, recibían ayuda de mucha gente, pero que querían volver a casa", cuenta Sofía Piatnytska, de esta organización.

"Una familia de Kiev nos decía que tenían muy buena vida aquí, recibían ayuda de mucha gente, pero que querían volver a casa"

La decisión se toma muchas veces según la región de la que provengan los ucranianos. Aquellos que dejaron Kiev y los alrededores de la capital cuando las tropas rusas llegaron a sus puertas, al inicio de la ofensiva, regresan ahora a una ciudad que poco a poco retoma la normalidad. También vuelven más quienes venían del oeste y el centro del país, una vez que la ofensiva se ha centrado en el este, en la región del Donbás, y el sur, desde principios de abril.

Este "movimiento pendular" es "completamente normal en situaciones de este tipo", apuntaba Sophie Muller, responsable de ACNUR en España, en un encuentro sobre la acogida del Real Instituto Elcano a finales del pasado abril. Las protagonistas de esta vuelta son en gran parte mujeres que deciden regresar para "dar apoyo a los hombres luchando" una vez que han puesto a salvo a sus hijos en otros países, pero también se espera que puedan volver a salir dependiendo de la duración de la guerra y su intensidad.

Precisamente esa duración es la gran incógnita en la mente de los miles de refugiados en España y Europa. Algunos confiesan que no esperaban una guerra tan larga, mientras que otros, como Eleonora, creen que todavía queda mucho hasta que se pueda firmar la paz. A pesar de su pesimismo, está convencida de algo: "Cuando vuelva a Jersón, será una ciudad ucraniana".

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