Ausente, por problema de salud -pero presente a través de la voz de la actriz Cecilia Roth-, la ganadora del Premio Cervantes 2021, Cristina Peri Rossi, ha defendido en su discurso el compromiso, la libertad sexual, el feminismo y el humor, a la vez que ha atacado las guerras y al poder durante la tradicional ceremonia en la Universidad de Alcalá de Henares, presidida por los reyes de España tras dos años sin celebrarse por la pandemia.
La escritora uruguaya afincada en Barcelona, la sexta mujer en ganar el premio, ha comenzado recordado su infancia en Montevideo, donde conoció a muchos exiliados españoles “porque además de una guerra cuyos motivos yo no conocía, en España había una terrible dictadura que había matado a miles y miles de personas y hecho huir a otras miles”.
Peri Rossi ha rememorado cómo la biblioteca de su tío fue un refugio en su infancia. Allí descubrió El Quijote, un libro que leyó “diccionario en mano” y le provocó “sentimientos contradictorios”. “Yo misma me irritaba cuando Don Quijote confundía molinos con gigantes, y llegué a pensar que Cervantes en realidad ridiculizaba a su personaje para probarnos que la empresa de cambiar el mundo y establecer la justicia era un delirio”, ha confesado de esa primera impresión.
Pero todo viró al llegar a los capítulos XII, XIII y XIV, con el relato y el discurso de Marcela. “La acusan de ser la culpable del suicidio de Grisóstomo, al que se negó, y en un sorprendente discurso rechaza a los hombres, al matrimonio y a las relaciones de poder entre los sexos: reclama su libertad, y para eso se aísla de la sociedad y se refugia en el campo, como una pastora más. Yo nací libre y para poder vivir libre escogí la soledad de los campos”, dice”.
Una libertad a toda costa que ha guiado la vida de Peri Rossi, marcada por la dureza del exilio y la valentía y firmeza con la que ha vivido el amor y el deseo sexual. “De este modo Cervantes desacraliza la belleza como atributo femenino, y convierte a Marcela en una heroína trágica: para conservar su libertad frente a los hombres que quieren poseerla, dominarla, renuncia a la vida social, aislándose del mundo, huyendo de los hombres. Por supuesto, esta heroína, posteriormente, sería calificada de histérica, frígida y neurótica al no asumir el rol que le asignaba la sociedad patriarcal”, ha continuado en su discurso. “En una sociedad patriarcal, ser mujer e independiente era raro y sospechoso”.
Y ha establecido el paralelismo con propia biografía. “La comprensión que manifiesta Don Quijote hacia un personaje femenino real me hizo pensar que la locura puede ser un pretexto de exclusión de aquellos que esgrimen verdades incómodas, lección que evidentemente aprendí, pagando un precio muy elevado, hasta el día de hoy, pero si volviera a nacer, haría lo mismo”.
La escritora ha confirmado que el jurado acertó en su fallo al reconocer, además de su vocación literaria, su lucha por los valores humanos tantas veces vulnerados por el poder político. “Tuve que exiliarme de la dictadura uruguaya porque, como Casandra, había advertido y denunciado su llegada, y como castigo, mis libros, y hasta la mención de mi nombre fueron prohibidos; salvé la vida milagrosamente y vine a parar a España, donde otra feroz dictadura oprimía la libertad. Convertí la resistencia en literatura, como hicieron tantos exiliados españoles, y en lugar de renunciar a la sociedad, como Marcela, desde mis libros, desde mi vida he intentado como doña Quijota desfazer entuertos 4 y luchar por la libertad y la justicia, aunque no de manera panfletaria o realista, sino alegórica e imaginativa”.
“El humor es el sexto sentido de la literatura”
Ha citado a Jean Paul Sartre para señalar que la literatura es un compromiso. “Desde un artículo contra Putin o un homenaje a las mujeres violadas y martizadas en Juárez, hasta los relatos de Cortázar. ¿No es compromiso satirizar, por ejemplo, los excesos de la técnica, el morbo de los platós de televisión o los ritos festivos de los fanáticos del fútbol? Tan compromiso como escribir un poema lírico que exalta el deseo entre dos mujeres o entre un hombre y una mujer”.
Pero, como demuestra su tendencia a la ironía, compromiso no significa solemnidad. “La vida puede ser una tragedia, un drama, pero se puede ironizar y satirizar sus hábitos y costumbres. Escribí en un poema: “Los antiguos faraones / ordenaron a los escribas: / consignar el presente / vaticinar el futuro”. Creo que ese sigue siendo el compromiso del escritor, sin ninguna solemnidad, y con sueldo escaso. Y con humor, como cuando escribí este breve poema: “Podría escribir los versos más tristes esta noche, / si los versos solucionaran la cosa”. El sentido del humor es el sexto sentido de la literatura. Podría escribir los versos más agradecidos esta noche, y cumpliría con mi obligación de escriba, aunque los versos no salvarían a los que mueren por las bombas y los misiles en la culta Europa”.