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El 'síndrome de la cara vacía' y la presión en adolescentes por el fin de las mascarillas: "Piensas que te van a juzgar"

SOFÍA SOLER
5 min.

“Eso de quitarme la mascarilla en público me da mucho apuro. Que se te queden mirando y demás, me agobia mucho”. Claudia tiene 17 años y le inquieta no tener que llevar la mascarilla desde este miércoles en el instituto.

“No es lo mismo con gente de confianza que gente a la que apenas conoces o con la que no te llevas. Piensas que te van a juzgar más al ver tu aspecto”, razona a RTVE.es desde Logroño.

El “síndrome de la cara vacía” no es mayoritario, pero familias, profesores y pedagogos han notado la inquietud de algunos adolescentes al tener que descubrir su cara en público, por sentirse expuestos ante los demás.

Ahora la mascarilla solo será obligatoria en centros sanitarios, farmacias, residencias y transporte público, pero llevamos más de dos años sin separarnos de ella y la norma se ha aplicado a rajatabla, especialmente, en colegios e institutos.

Crecer, conocerse, cambiar… con mascarilla

“Ellos se han construido su autoimagen en los últimos dos años con media cara tapada”, explica Nahia Idoiaga Mondragon, profesora del departamento de Psicología Evolutiva y de la Educación de la Facultad de Educación de la Universidad del País Vasco, que recuerda el peso que tienen dos años en esta edad.

Consuelo Tomás, psicóloga: "La mascarilla les ha servido de escudo"

Y no es solo una cuestión de proporción entre los años vividos con y sin pandemia, la infancia y la adolescencia son un momento “crucial” para “autoquererse y autoconocerse” y está llena de cambios: granos, aparatos de ortodoncia, barbas y bigotes incipientes… “Ahora tienen que enfrentarse a sus propias caras y dejarlas expuestas”, señala Idoiaga.

“Si tenían algún complejo en la cara, la mascarilla les ha servido de escudo”, explica, por su parte, Consuelo Tomás, especialista en Psicología Clínica en Valencia.

Esto mismo es lo que Salomé ha hablado con su hija Aroa, de 12 años, ante sus reparos para quitarse la mascarilla en clase, ahora que ha dejado de ser obligatoria. “Le están saliendo los primeros granitos propios de la edad y me dice que con la mascarilla nadie se los ve”, sostiene esta madre desde Sevilla. “Mi hija era una niña antes de la pandemia y ahora es una adolescente y, claro, se nota”.

Otros profesores y maestros consultados por RTVE.es dan cuenta de escenas parecidas: niñas que no se han quitado la mascarilla ante sus compañeros ni para beber agua en clase, grupos aislados que la mantenían puesta, incluso, cuando hacían ejercicios al aire libre.

Según los casos, aseguran que no les molesta o “que les da vergüenza'', que no quieren que les vean y, a veces, que son feas”. “Están más cómodas. Es gente que siempre quiere pasar desapercibida”, dice una maestra en Madrid.

“En primero de la ESO, hemos pactado que nadie va a decir comentarios del tipo ‘no te imaginaba así’ cuando vayamos sin mascarilla, porque hay una alumna a la que le preocupa mucho”, relata otra profesora de Alicante. “Acaban de empezar el instituto y muchos solo se conocen con la mascarilla puesta”.

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La presión estética en la adolescencia

“Cuando voy más arreglada, si me maquillo o lo que sea, me cuesta incluso más quitármela. Pienso que se van a fijar incluso más en mí y eso no me gusta. Me crea demasiada inseguridad”, continúa Claudia, poniendo en palabras lo que sienten otras jóvenes como ella.

Nahia Idoiaga: "Les estamos enseñando a no quererse y a tener complejos"

La adolescencia es “una etapa de transformación física y emocional, en la que el grupo de iguales tiene un peso muy importante”, mucho mayor que el de figuras de autoridad, aporta la psicóloga Consuelo Tomás. Pero niños y adolescentes imitan y absorben lo que observan a su alrededor.

“Que este factor estético sea un problema, también nos tiene que hacer recapacitar como sociedad. De qué manera les estamos enseñando a no quererse y a tener complejos desde esa primera adolescencia”, reflexiona Nahia Idoiaga, psicóloga especialista en educación.

Aunque no existen datos estadísticos sobre si el "síndrome de la cara vacía" afecta más a ellas que a ellos, esta es una percepción generalizada entre las fuentes consultadas. Preguntada por ello, Consuelo Tomás admite que la presión publicitaria de cosmética y moda es mayor sobre las adolescentes, pero recuerda que también puede afligir a los chicos.

Para Idoiaga, tanto los casos de vergüenza como los de miedo a contraer la enfermedad -que también afectan a algunos niños- se enraízan en una gestión de la pandemia muy “adultocéntrica”. “No les hemos explicado nada. No nos hemos dirigido a ellos y a ellas en ningún momento y ahora vamos a tener que pagar ese precio como con la factura de una tarjeta de crédito”, denuncia.

¿Cómo ayudar a un adolescente que no quiere quitarse la mascarilla?

La necesidad ahora es ayudar a esos adolescentes a no sentirse inseguros sin la mascarilla. ¿Qué se puede hacer? "Primero, escucharles", responde Idoiaga. "Y luego creerles, no decirles que no tienen por qué tener miedo' (...), hacerles caso y apoyarles en eso que nos están diciendo".

Tanto Idoiaga como Tomás defienden que es importante “respetar los tiempos” que pueda necesitar cada niño o adolescente en esta transición, como ya ocurrió cuando salimos del confinamiento de 2020.

“Sería muy importante la labor de prevención por parte de psicólogos, porque no se trata de imponer a nadie que se la quiten, pero sí que tenemos que ayudar a las personas a que se sienten cómodas, bien porque tienen ansiedad a la enfermedad o bien porque en un momento dado tienen algún complejo de base”, concluye la psicóloga Consuelo Tomás.

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