Este año dos cintas españolas, ambas participadas por RTVE, compiten por el Oso de Oro de la Berlinale: Alcarràs, de Carla Simón, (que ya ganó el premio a la mejor ópera prima en 2017 por Verano 1993, dentro de la sección Generation, dedicada al cine infantil y juvenil), y Un año, una noche, de Isaki Lacuesta, una emotiva historia de superación sobre dos parejas que intentan rehacer sus vidas un año después del trágico atentado de la sala Bataclán, en el que fueron asesinadas más de 90 personas (137, en total, en los atentados del 13 de noviembre de 2015). Una película que se basa en el libro de uno de esos supervivientes, Paz, amor y Death Metal, de Ramón González".
Isaki Lacuesta (Entre dos aguas, La próxima piel, Los pasos dobles), asegura que está encantado por haber sido seleccionado en este gran festival: "Es el que escaparate que buscábamos y me hace mucha ilusión poder compartir esta Berlinale con los grandes cineastas que hay este año, porque soy fan de muchos de ellos".
Estos días se celebra en París el juicio por los atentados del 13 de noviembre de 2015, de los que el peor fue el de la sala Bataclán, donde fallecieron más de 130 personas. Preguntamos a Iñaki por qué ha querido hacer una película sobre un suceso tan reciente: "La idea surgió de conocer a Ramón González y a su novia, que son las personas reales que inspiran la película. Después del atentado Ramón decidió que quería cambiar su vida por completo. Era un ingeniero informático que trabajaba en Francia, con bastante éxito, y fue cuando estaba escondido en el camerino, durante el tiroteo, cuando se dió cuenta de que la vida que llevaba no le satisfacía para nada. Que si moría en ese momento su vida habría sido un fracaso y que por eso, si sobrevivia, iba a cambiarla".
"Por eso -continúa el director-, tras los atentados se convirtió en profesor y escritor, que era su sueño. Y decidió escribir su experiencia rápidamente porque se dió cuenta de que sus recuerdos del suceso se estaban perdiendo y transformando. Al concerlo nos dimos cuenta de que esa era una gran cuestión: Si realmente vivimos como queremos vivir, o hace falta que nos disparaen para darnos cuenta de que la vida que llevamos no es satisfactoria".
"La otra cuestión que nos decidió a rodar la película es la cantidad enorme de cosas que Ramón cuenta en su libro y para las que no hay espacio en los medios de comunicación. Lo que sabíamos de Bataclán eran las cifras de muertos y quiénes fueron... pero en el libro había una historia que no se había contado en la prensa: ¿qué consecuencias tiene un atentado como este en la vida de las personas a lo largo de los meses siguientes?"
Han pasado poco más de seis años de los atentados y preguntamos a Isaki si no pensaba que era un suceso demasiado reciente. "Ese es uno de los temores que teníamos cuando empezamos -confiesa- porque en París las heridas siguen abiertas. pero, como decía, Ramón tenía esa urgencia de hacerlo pronto para no olvidar; y a medida que avanzábamos con la película, en Francia también se ha despertado la necesidad de hablar sobre ello. Y ahora mismo se están haciendo varias películas sobre el tema".
"Hay una cosa interesante y es que está cambiando la consideración de víctimas -añade el director-. Antes parecía que solo eran las personas asesinadas o heridas, pero ahora también empezamos a considerar como víctimas a personas que están sufriendo consecuencias traumáticas o psicológicas, traumáticas. Eso lo estamos viendo a través del atentado de Bataclan o el de Las Ramblas".
"50 personas escondidas en un camerino de 15 metros"
La escena más dura de la película es la que transcurre en el pequeño camerino donde Ramón y su novia, junto a otros supervivientes, se esconcieron de los terroristas. "Es una de esas secuencias que da mucha responsabilidad filmarlas -confiesa- .Y es que por más que nos la habían contado muchas veces, cuando realmente ves lo que son 15 metros cuadrados y metes a 50 personas dentro, te das cuenta de lo claustrofóbico y lo terríble que fue. Tuvimos la suerte de que Ramón y su novia nos acompañaran durante el rodaje estas secuencias y creo que fue clave para sentir estábamos siendo fidedignos. Nos ayudaron mucho, la verdad"
La pareja protagonista reacciona de formas diferentes a los atentados. Él se queda ancaldo en el dolor, mientras que ella parte de un proceso de negación para iniciar una huída hacia adelante. "Si tienen dos actitudes completamente distintas -asegura Isaki-. Esto viene ya de las personas reales. Es difícil explicar los factores por los que cada uno reaccionó como lo hizo pero, como te contaba, él decidió cambiar por completo de vida, porque la suya no le satisfacía, pero también porque en el atentado vió cosas que no quería ver y pasó momentos terribles en el tiroteo".
"Ella, por el contrario, pudo escapar antes, no vio el tiroteo y llevaba una vida que sí la satisfacia. Por eso decidió lo contrario, que cualquier cambio en su vida era conceder la victoria a los terroristas, y que, por lo tanto, no va a cambiar nada. lo más extremo es que decide que lo más extremo es no contárselo a nadie, porque no quiere que nadie la trate como a una víctima ni como a un superviviente. No quiere que eso condicione su vida ni la de los demás. De hecho, en el libro ella tiene un nombre distinto al real, igual que en la película (Celine)".
"Quizá lo más perturbador es comprobar cómo ni siquiera puedes compartir una experiencia así con la persona que tenías al lado mientras la sufres. Porque los estuvieron muy cerca durante el tiroteo y estuvieron juntos en el camerino, pero vivieron la experiencia de formas muy diferentes. Incluso después de ver la película, Ramón y su novia siguen discutiendo sobre cómo era ese camerino"
Como en la mayor parte de su filmografía, Un año, una noche, mezcla realidad y ficción. "Esta es una película de ficción inspirada en hechos reales -asegura el director-. Me gusta abordar el cine de formas muy diferentes y que cada proyecto tenga la forma que le corresponda. En este caso es una película de ficción basada en personas reales. El cine es un medio fantástico para conocer vidas distintas a la tuya. Lo que nos ocurre como espectadores, cuando eres cineasta tienes el privilegio de poder vivirlo de primera mano y estar compartiendo cosas de la vida de Ramón y Celine, del jefe policial que se hizo cargo de la operación, de los enfermeros... Tienes acceso a estas otras vidas y eso si me llena mucho. Quizá por eso me interesa la parte real del cine".
Actuaciones inolvidables y el debut de C.Tangana
Un año, una noche está protagonizada por el argentino Nahuel Pérez Biscayart (El profesor de persa, 120 pulsaciones por minuto), y la francesa Noémie Merlant (Retrato de una mujer en llamas, Curiosa), Quim Gutiérrez (Ventajas de viajar en tren, Primos) y Alba Guilera (Trauma), que interpretan a las dos parejas protagonistas. Completan el reparto Natalia de Molina (Las niñas, Adiós), Enric Auquer (Quien a hierro mata, La línea invisible) y el cantante C. Tangana, que debuta como actor.
Pero hay que destacar el trabajo de Nahuel y Noémi como la pareja que intenta recomponer su vida tras el traumático suceso. "Trabajar con ellos ha sido una experiencia de las más potentes que he tenido en mi vida como director -confiesa isaki-. Son dos actorazos y es el casting soñado. Hablamos con Nahuel antes de empezar a escribir el guion y ya lo hicimos pensando en él. Y a Noémi la descubrimos durante la escritura. Es un casting soñado. Realmente ha habido momentos de emoción máxima en todos los sentidos. Me pasé el rodaje diciendo que me sentía como si condujera dos Ferraris a la vez. Lo que pasa es que no tengo carnet de coche, o sea que tampoco sé muy bien lo que hablo".
Como los cuatro protagonistas están inspirados en personas reales, pudieron hablar con ellos, como nos cuenta Isaki: "De hecho, Ramón y Celine estuvieron siempre muy disponibles. De hecho aparecen los cuatro en la secuencia final de la película y se lo agradezco mucho. Yo creo que el trabajo de Nahuel y Noémi posiblemente sea lo más emocionante de la película. lo noto mucho en las proyecciones, de las que la gente sale muy emocionada. Me acuerdo que Ramón González me dijo: "Estoy emocionadísimo, pero no porque haya visto mi vida sino por como lo hacen estos dos actores. ¡Son increñíbles!".
"El resto de actores, que hacen papeles más pequeños, han sido súper generosos -añade Isaki-. Como Natalia de Molina, Qium Gutiérrez, Alba Guilera, Enric Auquer. Es un lujazo tener a actores de este nivel en papeles más pequeños porque me permite que que haya una homogeneidad de nivel por la parte alta. ¡Ha sido un gustazo!"
Esta película también se recordará por ser el debut como actor de C. Tangana. "Yo soy muy fan y estoy pendiente de todo lo que hace -confiesa Isaki-. cada vez que salía un video suyo me daban ganas de filmarle, porque me daba la impresión de que había un buen actor detrás. Cuando cuando le vi actuar en en Operación Triunfo con Un veneno, me pareció una interpretación, soberbia. Cuando salió el videoclip de Un veneno justo estaba haciendo el casting de la película y me pareció que dísicamente se parecía a Nahuel y se nos ocurrió que podía hacer de su hermano. Él se mostró encantado y llegó al rodaje con mucha curiosidad, con muchas ganas de preguntar... y fue muy abierto a todo. Tiene un gran talento, ya ha dirigido su primer videoclip y estoy seguro de que va a dirigir películas muy pronto y que le veremos actuar bastante más. Creo que con el talento que tiene puede hacer lo que quiera delante o detrás de la cámara".
"No nos damos cuenta del valor de las cosas hasta que las perdemos"
Isaki Lacuesta ha hecho grandes películas con muy pocos medios y mucha imacinación. Pero esta película tiene el mayor presupuesto de todas las de su carrera, lo que ha cambiado su forma de trabajar. "Sobre todo -confiesa-, permite trabajar en formas e imaginarios que no había podido abordar hasta ahora. Está claro que una secuencia como la evacuación de Bataclán o una sala de fiesta llena no habría podido rodarlas de esta forma. Tienes que hacer películas adecuadas a los medios que tienes y agradezco mucho los medios que hemos tenido".
"Uno de los objetivos, cuando empezamos con el productor Ramón Campos, era hacer este tipo de cine y con estos medios. Porque nos daba la impresión de que en los festivales de clase A, fuera de San Sebastián,costaba mucho que hubiera cine español, porque no tenemos unos presupuestos equiparables a los del cine europeo. Por eso, cuando sales fuera, es difícil competir. El reto de Un año, una noche era hacer una película con vocación formal pero que llegará a grandes públicos y que tuviera el presupuesto de una película media del cine europeo. Y nuestro objetivo era poder estar en un lugar como Berlín".
Isaki Lacuesta vuelve a colaborar con Fran Araújo e Isa Campo, junto a los que firma el guion. "Nos complementamos muy bien y aprendo mucho trabajando con ellos. Nos sentimos muy cómodos, seis ojos ven más que dos, y decimos que ha sido el guion más complicado que hemos hecho. Porque adaptar el libro sin perder la esencia y el espíritu de lo que contaba Ramón no era fácil. Estamos muy contentos con el resultado y seguiremos trabajando juntos".
Preguntamos a Ramón cómo le gustaría que la gente saliera de las proyecciones en la Berlinale. "El objetivo es que salgan entendiendo a los dos personajes y planteándose si estamos viviendo cómo realmente queremos vivir. Siempre hemos querido que la película tenga un punto positivo y creo que en esa parte propositiva está en el reivindicar experiencias colectivas, como un concierto de rock and roll, ir al cine o al teatro, salir de fiesta, bailar, o simplemente cenar con los amigos. Todo esto que, de algún modo, el confinamiento ha complicado mucho. Pero que creo que era a lo que ya íbamos antes, porque cada vez estamos más separados y más aislados. El atentado iba contra este espíritu de vida comunitaria en las terrazas y los conciertos; y me parece que son importantes, que no nos damos cuenta del valor que tienen hasta que los perdemos. ¿No?"
Por cierto, que en RTVE.es podéis ver dos de las mejores películas de Isaki, online y gratis: Murieron por encima de sus posibilidades y Entre dos aguas, con la que consiguió la segunda de sus Conchas de Oro del Festival de San Sebastián (La primera fue por Los pasos dobles)