España roza ya los diez millones de casos registrados de COVID-19, según el recuento del Ministerio de Sanidad, después de que en enero se hayan incorporado a las cifras oficiales más de 3,6 millones de casos, lo que significa que un 37 %, más de un tercio del total, se han detectado en este arranque de 2022.
Enero se cierra como el mes con más casos contabilizados de toda la pandemia: este lunes se han añadido otros 182.193 contagios, la cifra más reducida tras un fin de semana desde el 20 de diciembre, si bien los contagios notificados en un período concreto no coinciden estrictamente con los realmente detectados. Muchas infecciones se incorporan a los informes oficiales con retraso y, solo posteriormente, el Instituto de Salud Carlos III (ISCIII) se ocupa de reubicarlos en la fecha exacta en sus estadísticas sobre la evolución del coronavirus.
También hay que tener en cuenta, a la hora de poner perspectiva a este récord mensual, que los datos de los primeros meses de epidemia están infraestimados, puesto que en los primeros meses no existía suficiente capacidad de diagnóstico ni de contabilización. Aunque también el recuento final de este mes es probable que no refleje con precisión la magnitud de la sexta ola, ya que numerosos contagios no se han incorporado a las cifras oficiales, al ser detectados por los propios infectados con pruebas de autodiagnóstico adquiridos en farmacias, que no todas las comunidades notifican a Sanidad.
En cualquier caso, en enero de 2022 se han contabilizado más del triple de casos que en diciembre del año pasado, cuando la sexta ola se empezó a convertir en un tsunami, y por encima de cuatro veces más que en enero de 2021, cuando se alcanzó el pico de infecciones de la tercera ola, hasta ahora la más alta. Y España, que había tardado cerca de un año y medio en contar cinco millones de afectados, ha añadido casi otros cinco millones en solo dos meses.
Más casos, pero muchas menos muertes
Esta explosión se ha producido por el desembarco de la variante ómicron, mucho más contagiosa que las anteriores versiones del SARS-CoV-2, lo que ha elevado la incidencia acumulada en España a cotas récord, por encima de los 3.400 casos por cada 100.000 habitantes, aunque algunas comunidades, como Navarra, han llegado a doblar esas tasas. Ómicron es predominante en el país desde mediados de diciembre, según los datos del ISCIII, y en la primera semana de este año el 88 % de los casos detectados correspondían a esa variante, mientras que en la segunda ya eran el 95 %.
Sin embargo, pese al estallido de las infecciones, la sexta ola está lejos de alcanzar las cotas de gravedad que alcanzó la tercera en términos de saturación hospitalaria y de fallecimientos por COVID. Así, mientras el número de pacientes hospitalizados alcanzó los 30.000 a finales de enero del año pasado, ahora mismo no llegan a 19.000 las personas que se encuentran ingresadas, un 40 % menos. Y la ocupación de las unidades de cuidades intensivos, que entonces rozaba el 44 %, se ha mantenido siempre por debajo del 24 % en esta oleada -si bien en algunas regiones, como Cataluña, ha alcanzado el 40 %-; este lunes, la ocupación de las UCI en el conjunto de España se sitúa en el 22,3 %.
De la misma forma, las muertes por COVID contabilizadas a lo largo del mes de enero han sido 3.650, menos de la mitad que las 7.842 que se registraron el año pasado. Con todo, el pico de fallecimientos de la tercera ola no se alcanzó hasta febrero, cuando hubo que lamentar 10.823 muertes, según las cifras de Sanidad, por lo que se puede esperar un cierto repunte de los decesos en las próximas semanas, dado el gran volumen de contagios registrados.
A falta de confirmación científica de que ómicron es efectivamente menos dañina que otras variantes previas, la gran divergencia entre la tercera y la sexta olas se explica por el efecto de las vacunas, que han evitado que la mayoría de los pacientes desarrollen los síntomas más graves de la COVID-19. En España, casi 41 millones de personas, el 86,3 % de la población, tiene al menos una dosis; de ellas, algo más de 38,2 millones, un 80,8 %, tienen la pauta completa y 21,5 millones, el 45,3 %, han recibido una dosis de refuerzo. Un escudo que ha resultado impagable para que la sexta ola no haya acabado de desbordar por completo al sistema sanitario.