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López Aguilar: "Hungría y Polonia son casos superlativos de deterioro democrático en la Unión Europea"

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  • Entrevista con el presidente de la Comisión de Libertades Civiles del Parlamento Europeo, Juan Fernando López Aguilar

  • Este viernes 22 de octubre, a las 22:30 horas, Europa 2021 en el Canal 24 horas

JOSÉ CARLOS GALLARDO
11 min.

El programa Europa 2021 ha entrevistado en Estrasburgo a Juan Fernando López Aguilar, presidente de la Comisión de Libertades Civiles, Justicia e Interior del Parlamento Europeo, después de que la Eurocámara decidiese esta semana apoyar económicamente a los medios de comunicación europeos para que no desaparezcan. El objetivo de la medida es mantener la pluralidad informativa propia de las sociedades libres. También comenta la controvertida comparecencia del primer ministro polaco, Mateusz Morawiecki, ante el Pleno del Parlamento Europeo así como la reciente visita de una representación de la comisión que preside a Hungría y Eslovenia.

Pregunta.- Parece que la situación en Hungría y Eslovenia, con respecto a los medios de comunicación, es preocupante.

Respuesta.- Ninguna libertad está asegurada para siempre, pero algunas están muy amenazadas en un proceso de regresión continuada. A peor empezó Hungría con una concentración de medios públicos y privados al servicio del gobierno. La secundó Polonia con el mismo síndrome, que es directamente contrario al valor del pluralismo que consagra como uno de los valores fundantes de la Unión Europea el Tratado de Lisboa. Y continúa efectivamente por esa pendiente Eslovenia, que está contaminada por el síndrome del deterioro democrático.

Eslovenia está contaminada por el síndrome del deterioro democrático

Cuando Orbán comenzó su desmoronamiento del edificio constitucional húngaro, tuve que decir con claridad que el Parlamento Europeo no puede ser tratado como una injerencia o como una intrusión en Hungría, porque el Parlamento Europeo representa a diez millones de húngaros, como representa a 40 millones de polacos, como representa a los dos millones de eslovenos; representa a su ciudadanía europea. Hungría y Polonia son casos superlativos de deterioro democrático dentro de la Unión Europea.

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P.- El Parlamento Europeo se ha pronunciado esta semana sobre la importancia del pluralismo informativo como arma para fortalecer la democracia.

R.- La libertad de expresión es un clásico. Está en todas las constituciones y tiene como corolario el proceso de conformación de una opinión pública libre que requiere una libertad de información verazmente contrastada con diligencia. Pero es imprescindible que haya pluralismo informativo y por ello el pluralismo es consagrado como un valor superior del ordenamiento jurídico de las democracias que merecen ese nombre.

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Les decimos una y otra vez a los gobernantes de Hungría y Polonia, a los que se está sumando Eslovenia, que en ningún caso la democracia puede ser reducida o confinada a la mayoría que te sostiene en el Parlamento. Porque la democracia no es gobernar para la mayoría que te apoya, es sobre todo el respeto a las minorías que te llevan la contraria. Es el respeto a la oposición, que tiene todo el derecho a aspirar a ser el gobierno de mañana. Es el respeto a la discrepancia, es el respeto a las libertades individuales,a los derechos fundamentales de cada persona.

La democracia no es gobernar para la mayoría que te apoya, es sobre todo el respeto a las minorías

Hemos llegado al punto en que este Parlamento ha tenido que activar el artículo 7 y sumar nada menos que dos tercios, que no es nada fácil en un parlamento de la complejidad como es el Parlamento Europeo. Y los reunimos para decirle a la Comisión que hay una situación de riesgo claro, de violación sistémica y grave, contumaz y permanente, de los valores fundantes del Estado de derecho a la democracia.

P.- Polonia está siendo protagonista estos días en Estrasburgo, ¿qué opina de esa larga e intensa comparecencia del primer ministro Mateusz Morawiecki?

R.- Es provocadora, pero desde luego no es una sorpresa porque conocemos su itinerario. Debe saberse que tanto su predecesor, Beata Szydło, como ahora Mateusz son personas interpuestas por el verdadero poder en Polonia, que se llama Jaroslaw Kaczynski y que con su partido, el llamado PIS, está propiciando un auténtico desbordamiento de toda la arquitectura constitucional en la que no ha dejado títere con cabeza.

Ha tocado el Tribunal Constitucional, ha tocado el Tribunal Supremo, ha tocado el Consejo Judicial, ha tocado la Oficina Judicial y ha instaurado una Cámara llamada “disciplinaria” que el Tribunal de Justicia de la Unión Europea considera ilegal por ser incompatible con el derecho europeo y porque impone sanciones a los jueces que se atrevan a aplicar el derecho europeo o a respetar la primacía del derecho europeo, que es la principal regla del juego.

Morawiecki ha practicado el filibusterismo parlamentario

Morawiecki ha practicado el “filibusterismo parlamentario”; ha hablado durante cuarenta minutos con un discurso propagandístico que han radiado, por supuesto, los medios de comunicación públicos y privados en Polonia. Pero desde este Parlamento Europeo le hemos dicho con claridad que no puede jugar al victimismo facilón del agravio comparativo. Su gobierno, el gobierno de Morawiecki, se ha constituido en un caso único. Ha pedido al Tribunal Constitucional -que controla por completo con miembros designados por su partido- que diga que el Tratado de la Unión, en sus artículos principales, es incompatible con la Constitución polaca y que, por tanto, los jueces ya no están vinculados por el derecho europeo.

La Unión Europea vigila la involución de derechos civiles en Polonia y Hungría

Es hora de actuar con todo el arsenal de que dispone el derecho de la Unión Europea

Esto es llegar a la última frontera, a la ofensa del desacato, del incumplimiento total de los fundamentos de la Unión Europea. Es hora de actuar con todo el arsenal de que dispone el derecho de la Unión Europea: Procedimientos de infracción ante el Tribunal de Justicia, multas pecuniarias y la llamada condicionalidad del Estado de Derecho. Es decir, que no se le permita el acceso a los fondos europeos a un país que no cumple las reglas que cumplimos todos. No se puede disfrutar de todos los derechos, venir aquí, hablar interminablemente en el Parlamento Europeo y luego no cumplir las reglas que cumplimos los demás. No puede ser.

P.- Al final estamos situando en el centro del debate el Estado de Derecho. Y sin embargo, el Estado de Derecho quizás era algo que deberíamos dar por sentado y no debatir.

R.- No era la idea. Los jueces que no pueden aplicar el derecho europeo, so pena de ser sancionados, no son independientes y por eso le damos toda la importancia a la idea europea del Estado de Derecho, la democracia y los derechos fundamentales. Pusimos en marcha un marco del Estado de Derecho que examina los 27 Estados miembros, no solamente los sospechosos habituales. Examina los veintisiete, incluida España, y además lo hace con carácter objetivo, con carácter permanente y con carácter preventivo, para que no volvamos a llegar al extremo que hemos llegado con Hungría y Polonia. Ellos aceptaron las reglas del juego, ellos aceptaron los valores fundantes de la Unión Europea y firmaron el Tratado de Lisboa. Pero una vez dentro se han revelado en una regresión antidemocrática, cada vez más ofensiva y cada vez más despectiva con este Parlamento Europeo y contra los valores fundantes con los que se comprometieron.

Ya va siendo hora de recordarle a Polonia y Hungría que tenen que cumplir las normas

Es imprescindible que haya una actuación contundente de la Comisión, porque el desafío es existencial. No habíamos visto nunca que un gobierno le dijera al Tribunal Constitucional: “oye, dime que el Tratado de la Unión es incompatible con la Constitución, que yo no lo quiero cumplir”. Y va el Tribunal Constitucional y se lo dice en tiempo récord. El Tribunal complace al Gobierno y le dice que, efectivamente, los jueces ya no están vinculados por el derecho europeo. Sí, hemos llegado ahí. Los demás, hemos aceptado esas condiciones. Ya va siendo hora de recordarle a Polonia y Hungría que las tienen que aceptar también.

P.- ¿Cómo ven desde el Comité de Libertades Civiles los extremismos de los mensajes de odio, especialmente a través de las redes sociales. ¿Cómo ha influido, por ejemplo, la pandemia en todo este año y medio tan intenso?

R.- Nos ha preocupado mucho. La Comisión de Libertades, Justicia e Interior del Parlamento Europeo es la comisión de mayor espectro de competencias y desde luego, la primera comisión legislativa del Parlamento Europeo. Hemos legislado penalmente contra los delitos de odio. Porque el delito de odio no es sólo discurso del odio. El delito del odio propende e incita al crimen de odio y nadie está a salvo. Hay gente que puede pensar que si no está en esta categoría étnica, cultural o de identidad sexual o de género, no está amenazada. El discurso de odio nos amenaza a todos y es profundamente antipolítico. Mina y corroe las bases de la convivencia.

El discurso de odio incita al crimen de odio

Estamos muy involucrados en la ciberseguridad frente a las injerencias extranjeras que dolosamente intentan desinformar e intoxicar. Hay algo que se puede hacer individualmente, comprobar las mentiras que nos inoculan en la red antes de comprarlas o creerlas ciegamente. Hay algo que se debe hacer también con el instrumento del derecho y es exigir garantías. Que se vincule a los grandes servidores, a los grandes proveedores, a las empresas tecnológicas, a los gigantes de la red, para que cumplan las reglas de juego.

Afortunadamente, en el Parlamento Europeo sigue habiendo una mayoría claramente pro europea

La expansión de la extrema derecha y del nacionalismo reaccionario es directamente contraria a los objetivos de la integración. Tiene que ser tomada muy en serio. Los escaños antieuropeos se han multiplicado en el Parlamento y el jueves aplaudían con avaricia el discurso nacionalista y reaccionario del primer ministro polaco. La extrema derecha aplaudía con regocijo. Pero afortunadamente sigue habiendo una mayoría claramente pro europea que le ha dicho al primer ministro Morawiecki lo que tenía que oír. No puede ser que un Estado acceda a todos los beneficios, incluidos los fondos de recuperación, sin cumplir ninguna de las obligaciones y deberes, empezando por el respeto al derecho europeo que cumplimos todos los demás.

La expansión de la extrema derecha y del nacionalismo reaccionario es directamente contraria a la integración

P.- Todavía no ha pasado un año del Brexit y hay muchos capítulos todavía sin resolver, como el protocolo de Irlanda, pero se habla de la posible separación de Polonia. ¿Está ahora mismo el club europeo en una encrucijada como nunca antes había visto?

R.- La Unión Europea ha estado en la encrucijada y en crisis. Es un mantra que la ha acompañado a lo largo de toda la integración supranacional. Pero es cierto que en la medida en que se ha ido ensanchando, se ha ido haciendo más compleja. Pero sigue siendo absolutamente imprescindible tener una relevancia global a la escala de nuestra integración supranacional y, por tanto, defender lo ya conseguido. De otro modo no conseguiremos ni hablarle de tú a tú a Rusia, ni a China, ni a Estados Unidos. Ni tener la autonomía estratégica a la que tenemos el deber de apuntar y de propender. Y no será posible tampoco darle respuesta a ninguno de los desafíos inexorables de esta globalización: el cambio climático, la digitalización, la robotización, la inteligencia artificial...

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Con la entrada en vigor del Tratado de Lisboa, la Unión Europea se sumergió en la peor crisis de su historia, luego vino la mal llamada "crisis de los refugiados", el Brexit, la amenaza de los autodenominados regímenes liberales en abierta rebelión contra los valores fundantes de la Unión Europea. Y al final, la pandemia. lo nunca visto. ¿Qué ha pasado en nuestras vidas? En cien años no había visto una cosa igual. Es cierto que la ciencia ha ayudado a que la respuesta haya sido más ágil que nunca en la Historia. Esta acumulación de desafíos existenciales sitúa a la Unión Europea ante la necesidad de definir qué quiere ser en el futuro. Para eso está convocada la conferencia sobre el futuro de Europa.

No podemos permitir que Europa se corroa desde dentro por quienes han dejado de creer en ella, por quienes creen que se trata simplemente de un club en el que puedes utilizar tu tarjeta de crédito en el cajero automático y obtener fondos sin respetar ninguna regla. Es imprescindible que hagamos un alto en el camino y digamos con claridad que esta regresión antidemocrática que están perpetrando Hungría y Polonia -y a la que da indicios también de estar secundando Eslovenia- no acabará con Europa y que seguimos necesitando una Europa más fuerte y mejor.

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