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Trabajar para vivir o vivir para trabajar: así pasa factura el agotamiento laboral

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  • El exceso de trabajo y el agotamiento laboral se han convertido en la norma

  • El cambio climático, la robotización y el envejecimiento obligan a un replanteamiento de nuestro sistema de valores

MILAGROS DE DIEGO CEREZO
5 min.

Desde los orígenes de la humanidad el hombre ha trabajado para sobrevivir. Salía a cazar unas horas y ni siquiera era considerado trabajo. Desde entonces el trabajo ha ido evolucionando a lo largo de los siglos y no ha sido precisamente para mejor. La gestión que hacemos del tiempo dedicado a obtener un salario no está equilibrado con el que concedemos a nuestras vidas privadas.

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Nuestra vida laboral no mejora nuestra vida; al contrario, reprime a la persona que querríamos ser

Hoy, más que nunca, vivimos en una sociedad consumista cada vez necesita más horas de trabajo y se olvida de disfrutar de su tiempo. Somos más individualistas y nos hemos alejado de la naturaleza. Las consecuencias de este estilo de vida para nuestra salud y la del planeta nos están pasando una costosa factura.

Excavadoras trabajando Protest Productions

¿Trabajar para vivir o vivir para trabajar?

Durante los últimos 150 años los economistas han soñado con la idea de que a estas alturas trabajaríamos tan solo unas 10 o 15 horas a la semana. Este horario debía ser suficiente para adquirir lo necesario y vivir bien. Pero la realidad es otra. Cada vez con mayor frecuenciael exceso laboral se impone en nuestras vidas y ocurre, especialmente, en algunas profesiones. Este es el caso de la enfermera de cardiología Helen Harvie. "El trabajo se apoderó completamente de mi vida".

Helen Harvie Protest Productions

Es su día a día en el hospital. "Haces turnos mixtos de días y de noches. Duermes dos o tres horas, metes a los niños en la cama y vuelves al trabajo el lunes", cuenta con resignación. "Una de las cosas más extraordinarias que ha emergido con la pandemia de coronavirus es que nos ha mostrado que nuestra vida laboral no mejora nuestra vida; al contrario, reprime a la persona que querríamos ser", asegura el escritor británico y activista político George Monbiot.

George Monbiot Protest Productions

El trabajo se apoderó completamente de mi vida

Con la llegada del capitalismo industrial nació un nuevo modelo social. "Cada vez más personas se vieron obligadas a depender exclusivamente del trabajo asalariado", apunta Guy Standing, investigador y cofundador de Red Global de Renta Básica. Hasta entonces el sistema contaba con una economía en la que el individuo generaba valor. Después, los seres humanos comienzan a ser considerados por su valor de utilidad. 1940 marca el punto de inflexión. Década a década nos hemos ido transformando en personas completamente diferentes. Hemos abandonado la comunidad, la naturaleza y nos hemos vuelto consumistas. Todo el mundo quiere tener más y más cosas. Y para conseguirlas necesitamos invertir mayor cantidad de tiempo y recursos en trabajar.

Trabajamos en el trabajo y trabajamos en vez de jugar y de vivir y eso conduce a la locura

Expertos antropólogos y sociólogos opinan que vivimos en la sociedad de "el tiempo es dinero. A veces, hasta nos jugamos la salud. Dave Carter era gerente de estrategia de un banco. Hacía un horario de siete a siete. "Las jornadas de 12 horas eran la norma", explica Dave. A pesar de eso, la respuesta empresarial no era la adecuada. Carter comenzó a sufrir ansiedad y estrés, "hasta que un día, me senté en mi escritorio y perdí la vista", cuenta preocupado. A continuación, le despidieron. "Trabajamos en el trabajo y trabajamos en vez de jugar y de vivir y eso conduce a la locura", concluye el escritor estadounidense Douglas Rushkoff, uno de los diez intelectuales más influyentes del mundo, según el Instituto de Tecnología de Massachusetts.

Estación de Liverpool Protest Productions

La robotización no nos hará más felices

El día a día nos demuestra que el trabajo tiene un efecto colonizador sobre nuestro tiempo libre. Hace unos pocos años se dijo que la robotización y la digitalización lo harían posible. Sin embargo, hoy, lejos de cumplirse la profecía, observamos que les hemos cedido buena parte de nuestro tiempo y de nuestras vidas a cambio de nada.

"La razón por la que no vemos que la automatización se traduzca en una reducción drástica de las horas de trabajo es porque ese no es su principal objetivo", subraya el investigador de la Universidad de Cardiff, David Frayne. Es más, el profesor Gay Standing cree que "lo que la automatización y los cambios tecnológicos han estado haciendo es aumentar las desigualdades".

Recuperar el sistema de valores

El célebre economista británico John Maynard Keynes predijo hace un siglo que para 2030 tendríamos una semana laboral de tres días y que el progreso humano se mediría trabajando menos más tiempo libre, más vida. El objetivo no solo no se ha alcanzado, sino que pensamos y valoramos en mayor medida tener un trabajo que disfrutar de nuestro ocio.

Muy pocos dicen en su lecho de muerte: Ojalá hubiera pasado más tiempo en la oficina

Si la semana laboral se redujera, impactaría positivamente en el clima y en nuestras vidas. El envejecimiento poblacional, el daño al planeta y la digitalización nos empujan a reformularnos nuestro sistema de valores. Lo que más vale no es siempre lo que más cuesta. Como asegura con una claridad irrebatible la expresidenta del Partido Verde de Inglaterra y Gales, Natalie Bennet, "muy pocos dicen en su lecho de muerte: Ojalá hubiera pasado más tiempo en la oficina".

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