Estuvimos con Verena hace seis meses porque con sólo 16 años, en octubre de 2020, se contagió de coronavirus, después se convertiría en una enferma de covid persistente. Dejó de ir al instituto porque tosía continuamente, a consecuencia de eso el nervio óptico se movía y no podía ver bien, además, había perdido el gusto y el olfato. Sus padres estaban desesperados por encontrar una solución y que Verena recuperase su vida.
Los síntomas del COVID-19 permanecen en su cuerpo casi un año después de pasar la enfermedad y hemos vuelto a estar con ella. Nos ha recibido de nuevo en su pueblo, en Santiago de la Ribera, con la misma sonrisa que tenía hace seis meses porque, a pesar de todo, nunca la pierde, al igual que la esperanza de recuperarse y que los signos del coronavirus desaparezcan para siempre.
“No hago tanto ruido como hacía antes ni muevo tanto el cuerpo“
Ha regresado al instituto porque siente mejorías, la tos ya no es tan fuerte, pero no ha recuperado olfato y gusto, además de padecer fuertes dolores de cabeza. "No hago tanto ruido como hacía antes ni muevo tanto el cuerpo. Ahora es más garganta y boca", nos cuenta.
Terapia de hipnosis para revertir las secuelas
El proceso hasta llegar a esta notable recuperación no ha sido fácil. Tras descartar que esos síntomas fueran fisiológicos, de garganta o pulmones, un psiquiatra del Hospital Virgen De La Arrixaca, de Murcia, "comenzó a hacerle terapias de hipnosis para revertir esas órdenes erróneas con las que no para de toser", explica Nacho García, padre de Verena, y la mejoría ha sido muy notable.
“Comenzó a hacerle terapias de hipnosis“
Verena no entiende cómo la gente no confía en las vacunas. Esta adolescente es el claro ejemplo de que el COVID-19 no es ninguna broma y su mensaje es muy claro: "Después de lo mal que lo he pasado yo, creo que realmente merece la pena vacunarse".