El Sector Seis de la Cañada Real se apagó hace un año. Desde entonces unas 4.000 personas sobreviven como pueden sin acceso a energía eléctrica, de los cuales 1.200 son menores de edad.
"Estamos aislados, ya no puedo vivir", dice Mari Luz, una de las vecinas que junto a su marido, Bernardo, llevan sin luz 365 días desde el pasado mes de octubre de 2020. Entre medias, el temporal de Filomena en invierno o fuertes olas de calor durante el verano.
Mari Luz tiene que adelantar la hora del tratamiento diario de su marido porque no puede esperar a que anochezca. Cuando se va la luz natural encienden velas y un pequeño foco para poder ver dentro de su casa.
Placas solares o generadores, un parche temporal
Algunas familias de la zona, ante la falta de soluciones, han ido poniendo parches temporales como placas solares o generadores. Pero eso no acaba de solucionar el problema y no todos los vecinos tienen acceso a una.
Noemí, sobrina de la pareja, cuenta que ellos no pueden permitírselo debido a su baja pensión, sus ingresos se esfuman en comprar comida y medicamentos. Algo tan básico, como conservar alimentos en la nevera, queda fuera de su alcance.
A la hora de ducharse necesitan calentar el agua con un hornillo, y para lavar la ropa tienen que hacerlo a mano al no poder conectar la lavadora. Lo cotidiano, se convierte en un reto. Y el más difícil, lo plantea el frío.
Lo más simple resulta complicado
El mero hecho de recordar que se puede repetir en unas semanas lo del pasado invierno, marcado por la borrasca filomena, se hace insoportable.
Además, más de mil menores no tienen acceso a luz eléctrica en su casa, y algo tan simple como realizar los deberes resulta complicado.
"La chimenea es el único modo que tenemos para calentarnos. Madera, más madera, así conseguir algo de luz", cuenta Noemí.
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La luz, sin fecha de vuelta
No hay fecha para que vuelva la luz que suministra la empresa Naturgy. El gobierno regional vincula el apagón a sobrecargas provocadas por plantaciones de marihuana, algo que investiga el juez. Mientras las familias esperan una solución que no llega y las administraciones apuestan por realojar a los afectados.
Pero se trata de un proceso largo, sin culminar tras una pandemia, una ola de frío y otra de calor, y que tampoco tiene visos de hacerlo de cara al invierno.