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Iciar Bollain: "Todavía sabemos poco de las víctimas de ETA y de la disidencia de la banda"

ESTEBAN RAMÓN (San Sebastián)
8 min.

"Los terroristas me convirtieron en algo que no elegí". La frase la pronuncia en pantalla Blanca Portillo transformada en Maixabel Lasa, viuda de Juan Mari Jáuregui, asesinado por ETA en Tolosa el 29 de julio de 2000, cuando decide dar el paso de encontrarse cara a cara con los asesinos de su marido.

Maixabel, la nueva película de Iciar Bollain (que cuenta con la participación de RTVE), ha puesto el nudo en la garganta en San Sebastián, una ciudad atravesada de cicatrices por el terrorismo, con la recreación de los llamados encuentros restaurativos entre víctimas de ETA y terroristas arrepentidos de la llamada ‘Vía Nanclares”. Maixabel fue una de las primeras en realizarlo con Ibon Etxezarreta (Luis Tosar en pantalla) y Luis María Carrasco Aseginolaza.

Un arriesgado salto al vacío en el que la directora y su guionista Isa Ocampo caen de pie y con muy buena nota, emocionando en los primeros pases situando al espectador en los límites de una compasión y de un arrepentimiento inimaginables.

Tráiler de 'Maixabel', lo nuevo de Icíar Bollaín

PREGUNTA.: Las historias de justicia, o las de venganza, tiene muy buena fotogenia; la compasión, no tanta. Además de la dificultad temática, ¿era Maixabel narrativamente difícil?

RESPUESTA: Partíamos de que es una historia real muy increíble. Porque Maixabel es una figura muy excepcional. De todos los encuentros, unos 11, hubo pocos que fuesen con una víctima directa como el caso de Maixabel, que se encontró con miembros del comando que mató a su marido. Además, ella tiene una cosa única, una claridad de ideas. Es muy diáfana, muy luminosa. Y no solamente lo hace a título personal, también está pensando en contribuir a la convivencia, algo que ha hecho en Gesto por la paz o la Oficina de víctimas. Lo que sí pensamos es que, aunque los encuentros son el corazón de la historia, había que conocerles a todos: al asesinado, a su hija. Y a los que están enfrente, que pasan de estar en un comando a sentarse enfrente de su víctima y pedirle perdón. Es un viaje que les llevó tiempo. Y había que condensar, pero teníamos claro que había que contar desde Maixabel.

P.: La idea de una segunda oportunidad en un caso así es contraintuitiva.

R.: Fueron muy pocas las víctimas que hicieron los encuentros, que finalizaron con el cambio de Gobierno (del PP en 2011) Por eso queremos contar está película, porque es muy inspiradora. Pero la capacidad de dar una segunda oportunidad a la persona que te ha hecho más daño… No sé cuánta gente es capaz. Y tampoco me parece mejor ni peor. Las víctimas que fueron, fueron, y las que no fueron hicieron exactamente igual de bien. Pero es difícil. Me pongo en el lugar y no sé si lo haría.

P.: La película parece muy equilibrada en ese sentido: no creo que pueda molestar a las víctimas que rechazan los encuentros.

R.: Había que ponerle contexto. No bastaba con contar quiénes van a esos encuentros. Las víctimas que acudieron son pocas, los presos de la ‘Vía Nanclares’ son poquitos. No es algo representativo. Había que dejarlo claro: es algo muy excepcional. Maixabel tenía mucha presión por parte de víctimas que no lo entendían. Su hija lo entendió, aunque no fuese. Y por la parte de ellos, también te sorprende descubrir que había mucha incomprensión.

No sé cuánta gente es capaz de dar una segunda oportunidad a la persona que más daño le ha hecho

P.: El paso más difícil para los arrepentidos era renegar de ETA, porque eso podría ser una especia de justificación, de pensar que habían sido utilizados por la banda.

R.: Eso es lo que tienen los encuentros. Para ir, lo primero que tenían que hacer, es asumir la responsabilidad. Se ve en la escena de la mediadora con todo el grupo, en la que no veían sentido a la idea de encontrarse cara a cara con una víctima. Les costaba entenderlo porque han sido soldados, gudaris en una guerra, y los objetivos que han matado lo han hecho porque les han dado una orden.

Los encuentros no tienen que ver con lo colectivo, es algo individual. Asumes tu responsabilidad, asumes que eres culpable de los que has hecho, dejas de justificarlo y así se lo comunicas a la víctima. Eso es lo que tienen de potente; no te puedes escudar. Es verdad que tiene algo de juguetes rotos, pero se metieron en ETA voluntariamente e hicieron lo que hicieron. Nadie les obligo. De hecho, lo reconoce el personaje que interpreta Luis Tosar: nadie nos llamó, nosotros fuimos a llamar a la puerta de ETA. Ese es primer ejercicio que hacen estos hombres: es mi responsabilidad incluso aunque no haya apretado el gatillo porque han formado parte de un comando que ha ejecutado una serie de crímenes.

P.: ¿Y cómo fueron tus encuentros con Maixabel y los terroristas? ¿Tenías ideas previas que luego cambiaron?

R.: Lo que nos sorprendió a Isa Ocampo (guionista) y a mí es que hay un trabajo enorme. Maixabel ha hecho un trabajo de duelo y superación del dolor y odio que resulta muy desarmante. Lo natural es odiar cuando alguien te hace ese daño. Y, por parte de ellos, incluso dentro de la cárcel, salirse de ETA era muy difícil, el colectivo era un puño cerrado. Les decían lo que tenían que decir, que hacer, que pensar. Y de repente pensar autónomamente, salir de ese colectivo, y reconocer que eres culpable de los crímenes que has cometido es un camino muy complicado: eres un traidor para los tuyos y sigues siendo un asesino para la sociedad. Y te vas a mirar al espejo y no tienes justificaciones. Estos hombres han llegado mucho más lejos en la autocrítica que mucha gente en el País Vasco. No se llega al encuentro de la noche a la mañana. Han perdido la identidad que les daba sentido a los que habías hecho. Y no tiene sentido porque es un crimen.

P.: El periodista José Antonio Gurriarán, víctima de un atentado que perdonó a sus verdugos, hablaba de que, cuando hay arrepentimiento, el sufrimiento del que comete la injusticia se equipara al de quién la padece

R.: A la víctima le hacen un daño irreparable, Ahora ¿a quién le gustaría ser al autor de ese crimen y vivir con eso. No te lo puedo decir, pero es terrible. Si eres capaz de asumir que lo que has hecho estuvo mal y no tiene justificación, es terrible.

El arrepentimiento es humano. La empatía con el dolor del otro es humana. Cuesta mucho, y en algunas circunstancias como esta es difícil de imaginar, pero es también un sentimiento humano. Es Crimen y castigo. Un viaje a los infiernos. Pero se hace.

P.: También es una película carcelaria. Y muestra que ese proceso puede funcionar

R: Es que la justicia restaurativa, que es donde se enmarcan estos encuentros, busca la reinserción. El sistema penitenciario tiene una parte de castigo del crimen, pero también debería abordar la reinserción. Los encuentros restaurativos de los que vemos el dado doloroso tienen una parte positiva, que es de reparación para las víctimas, que lo vivieron como algo positivo. Y, por otro lado, de reinserción: el preso que reconoce el daño tiene más posibilidades de una reinserción positiva que el que sale celebrándolo o los demás celebrándoselo. Ahora hay que hacer una convivencia en el País Vasco. Eso lo dice Maixabel mucho: mejor que salgan arrepentidos

El sistema penitenciario tiene una parte de castigo del crimen, pero también debería abordar la reinserción

P.: Como sociedad, ¿conocemos suficientemente el proceso de las víctimas?

R.: Al acercarnos a otras víctimas me he dado cuenta de que no sabemos tanto. Patria abrió un buen melón, acercándose a la soledad y lo que conlleva no solamente el atentado sino a lo que genera después en su vida. Todavía sabemos poco. Como es algo de lo que se habla mucho, parece que sabemos, pero sabemos poco. Era una de las razones para hacer Maixabel.

Y sabemos menos de la disidencia de ETA. Y el mensaje es demoledor, no puede ser más desligitimador de la violencia lo que estos hombres dicen.

P.: Recientemente, Patxi Xabier Makazaga Azurmendi, el tercer miembro del comando, que fue quién apretó el gatillo, mostró su deseo de reunirse con víctimas. ¿Supondrá para Maixabel cerrar el ciclo de encuentros?

R.: Siempre ha dicho que le gustaría verlos a todos. Supongo que ocurrirá.

P.: ¿Cuál fue la reacción de Maxiabel al ver la película? ¿Y la de Ibon?

R.: Maixabel fue muy Maixabel y me dijo: “Muy bien, chiquita. Te ha quedado bien” (risas). Es muy vasca y muy llana. El productor me dijo luego que había llorado muchos. Tiene esta cosa austera, pero luego es muy cálida. Carrasco me dijo que le había parecido una buena película y que ojalá removiera conciencias. Y que era importante dar a conocer los encuentros. Ibon no la ha visto. Quiere verla solo en el cine un día.

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