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Videojuegos | Análisis

'Resident Evil Village': el pueblo más terrorífico de la saga

  • Capcom regresa cuatro años después con la secuela de RE7, el juego que transformó la franquicia

  • Ethan Winters tendrá que enfrentarse a sus peores pesadillas en una aldea de la Rumanía profunda

ANTONIO SERRANO
6 min.

La saga Resident Evil ha cumplido 25 años y Capcom le ha hecho el mejor homenaje posible con el estreno de la octava entrega cronológica, Resident Evil Village, una acertada continuación de lo ya vivido en RE7, donde Ethan Winters vuelve a convertirse en el indiscutible protagonista de un título que no deja indiferente.

La historia transcurre tres años después de lo acontecido en la granja de los horrores de Luisiana, aunque esta vez pasa al otro lado del mundo, en una pequeña aldea de Transilvania, en Rumania. Con semejante escenario no hay que esperar menos, licántropos, vampiros, brujas y demás aberraciones del terror más tradicional, pero no por ello menos impactante, transforman el paisaje zombi de la franquicia japonesa.

Los primeros minutos del juego, incluido un pequeño resumen para refrescar la memoria, sirven para poner en contexto el devenir de una historia que, a pesar de no ser muy larga, refleja y logra transmitir esa vuelta al más puro terror que ya se inició con la anterior entrega.

Después de los remakes de RE2 y RE3, donde los nostálgicos se despacharon a gusto con dos de las mejores obras de la compañía japonesa, ahora toca retomar el camino del horror. En los primeros compases aparecerá un viejo conocido como Chris Redfield, la última cara que vio Ethan antes de salir de aquella tenebrosa granja.

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Sigue y mejora los pasos de su predecesor

Un encuentro que traerá las primeras sorpresas de una historia poco convencional para un Resident, pero que no se olvida de los guiños para los más puristas. En los primeros pasos por el pueblecito de los horrores rumano es inevitable rememorar los escenarios de otro de los grandes, Resident Evil 4, donde Capcom también desplazó la ambientación hasta Europa, esta vez a España, aunque con un acento y costumbres algo dudosas.

La tensión y el terror se palpan desde que Ethan despierta en aquel recóndito lugar de Transilvania, donde un primer encuentro con los licántropos hará dudar a los profusos seguidores del universo Umbrella. En Village se dejan atrás las metamorfosis más truculentas provocadas por el 'Virus T', algo que no se echará de menos, sobre todo, conforme se avanza en la historia.

Ese aturdido despertar y la constante búsqueda de Rose, su hija, también lleva la memoria de los jugadores más longevos a una obra maestra de los amantes del género, Silent Hill.

Las criaturas a las que habrá que hacer frente son habituales del terror más tradicional, pero no por ello deja de ser menos impactante, sobre todo, gracias a una tercera persona que logra la plena inmersión del jugador y le permite meterse en la piel de Ethan Winters. Como ya sucedió en su predecesor, la acción y el shooter dejan paso al survival horror, donde la ambientación, la luz y el sonido juegan un papel fundamental.

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Criaturas sobrenaturales y muchos puzles

El juego está divido en varias fases con sus jefes finales, con la aldea a los pies del Castillo Dimistrescu como el epicentro de los sucesos. Como es de suponer solo con leer el nombre, este castillo es la morada de una familia vampírica encabezada por Alcina Dimistrescu, la nada afable mamá de tres hermanas muy 'pesadas'. Los puzles se mezclan muy bien en esta parte del juego con los enfrentamientos constantes con estas cuatro nobles mujeres. Pero solo son la punta de un iceberg encabezado por madre Miranda, la jefa de un clan sobrenatural con muchas y variadas aristas.

Ethan no estará solo para hacer frente a tantos seres paranormales, un mercader un tanto peculiar, Duke, será clave en la evolución del propio jugador y en su capacidad para tener éxito. A él se le podrá vender los valiosos tesoros ocultos con los que se irá topando este aguerrido padre y con los que ganaremos monedas para poder comprar mejoras y piezas para las armas.

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Además, cazar los diferentes animalejos que nos encontremos por el camino será crucial para poder elaborar las recetas más sabrosas de Duke, con las que se obtendrán mejoras en las habilidades de Ethan.

La jugabilidad vuelve a dar un paso más y la cámara subjetiva ya no supondrá ningún impedimento para disfrutar de los combates y el entorno. Precisamente, en ese entorno juega un papel fundamental la pequeña y siniestra aldea rumana, donde poco a poco iremos descubriendo su 'inmensidad'. Tesoros secretos y caminos por descubrir, todo ello aderezado con unos licántropos que nos intentarán cazar como lo hacen las manadas de lobos, en grupo y coordinados en sus ataques.

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Siempre sin perder la esencia

Los recursos y las armas respetan el estilo más purista de Resident Evil, con un maletín que habrá que colocar y recolocar para dar cabida a pistolas, escopetas, municiones, bombas, medicinas y demás enseres propios de la saga. El sistema de guardado es automático y bastante constante, por lo que morir sin guardar no supondrá un gran paso atrás que haga dudar continuar con la partida. Además, también habrá puntos de guardado manual con la mítica máquina de escribir, aunque sin necesidad de cinta.

Gráficamente, Village es un juego a caballo entre dos generaciones de consolas y saca un gran rendimiento en PS4, consola con la que hemos probado el juego. Regular bien la luz antes de empezar a jugar es fundamental para poder disfrutar de todos los matices gráficos de una apuesta clara por el terror. Capcom también ha tratado con cariño el aspecto sonoro, fundamental en cualquier historia de terror. El doblaje al castellano está bien logrado y la banda sonora enriquece los matices de un juego que se disfruta desde el inicio.

Si la elección de la dificultad, tres modos, supone poco o demasiado reto, se puede cambiar en cualquier momento. Y una vez completada la historia, se podrá disfrutar del mítico modo mercenario.

Conclusión:

Capcom ha apostado por continuar con el rupturista Resident Evil 7 en una secuela que ha mejorado lo ya mostrado hace cuatro años, con una clara apuesta por el horror sobrenatural, donde se pierde el mundo zombi y la tercera persona, pero donde se gana en intensidad, tensión y disfrute. 

Village ha dado un paso al frente para colocar a Ethan Winters como referente de una nueva forma de entender una saga que ha cumplido un cuarto de siglo en plena forma, y con una gran visión de por dónde debe asentarse una saga que está por dar lo mejor de sí, en una nueva generación de consolas que aún está por asentarse.

-Copia facilitada por Koch Media-

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