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Miedo y precariedad: la vida en el campo de desplazados de Bentiu, el más grande de Sudán del Sur

  • Menos del 60% de las familias cuenta con su propio bidón de agua para lavarse después de defecar

  • Los menores de cinco años son los más vulnerables

RTVE.es/MSF
5 min.

El conflicto armado en Sudán del Sur estalló en diciembre de 2013 y miles de personas se han visto obligadas a abandonar sus hogares para buscar protección en las bases de la Misión de las Naciones Unidas en Sudán del Sur (UNMISS) en diferentes partes del país.

El campo de protección de civiles (PoC, según sus siglas en inglés) de Bentiu, en el norte de Sudán del Sur, es más grande del país y actualmente da cobijo a aproximadamente 97.300 personas, que viven en condiciones insalubres que plantean riesgos para la salud, entre ellos enfermedades que podrían evitarse con mejoras en el abastecimiento de agua y los servicios de saneamiento.

Los menores de cinco años son los más vulnerables, que sufren desnutrición grave y otras enfermedades prevenibles. A menudo, los niños atendidos en el hospital de Médicos Sin Fronteras (MSF) en 2020 habían nacido de forma prematura porque las madres también estaban enfermas.

Niños jugando en un árbol en el campo de desplazados de Bentiu, en Sudán del Sur Jan Grarup

Refugios sin baños ni luz

Nyamal, una mujer viuda de 43 años, vive en el campo de protección de civiles de Bentiu en un refugio fabricado con pasto de elefante y lonas de plástico. Su refugio es más grande que muchos otros del campo. Tiene tres camas distribuidas en dos habitaciones para toda la familia y, en medio, hay un pasillo donde cocina y almacena los enseres domésticos y recipientes de agua, pero no tiene ni baño ni ducha.

En PoC de Bentiu, menos del 60% de las familias tienen su propio bidón de agua para lavarse después de defecar, según puso de manifiesto un estudio para evaluar las condiciones de vida en el campo. Estas condiciones de vida plantean riesgos para la salud que incluyen enfermedades diarreicas, hepatitis E, cólera, fiebre tifoidea, tracoma e infecciones cutáneas, muchas de ellas enfermedades que podrían evitarse mejoran el abastecimiento de agua y los servicios de saneamiento.

Un joven sentado en una alcantarilla en el campo de desplazados de Bentiu Jan Grarup

Nyamal llegó al campo de Bentiu en 2014 porque "Bimrouk no era un lugar seguro para mis hijos". "No podíamos quedarnos en una zona de guerra. Si hubiese fuego cruzado podríamos morir todos", afirma.

A pesar de la seguridad relativa por la presencia de Naciones Unidas, un grupo de hombres armados irrumpió en el refugio de Nyamal en 2018. Amenazaron a la familia y se llevaron todas sus pertenencias. "Desde entonces, no he vuelto a dormir bien. No dejo de pensar en que podría volver a pasar algo parecido", asegura.

Los más vulnerables, los niños

Los niños y niñas menores de cinco años con los más vulnerables. Entre las admisiones al hospital de Médicos Sin Fronteras (MSF) en 2020, se registraron 562 casos de desnutrición grave. Muchos de ellos también tenían otras enfermedades prevenibles y a menudo habían nacido de forma prematura porque las madres también estaban enfermas.

"Estos niños no suelen tener un lugar limpio en el que dormir o jugar. La exposición prolongada a enfermedades crónicas, sumada a la desnutrición, disminuye la inmunidad, lo que los hace más vulnerables a otras enfermedades. A pesar de todos nuestros esfuerzos, este año hemos perdido el 9% de los niños y las niñas con desnutrición en nuestro hospital. Es muy doloroso y preocupante", explica el coordinador del hospital de MSF en Bentiu, Philippe Manengo.

Dos niños que trabajan con el ganado de su familia a las afueras de Bentiu Jan Grarup

Nyakoang, una mujer de 30 años que ha visitado la sala de maternidad de MSF varias veces, vive en una habitación de 16 metros cuadrados que comparten tres familias; en total, ocho personas. "Este no es el tipo de vida que quiero para mis hijos ni para mí", señala. "Quiero poder ir a un lugar donde pueda estudiar mientras mis hijos están seguros y pueden ir al colegio. La educación podría cambiar sus vidas", añade.

"Las mujeres no pueden cuidar de los niños y las niñas constantemente porque pasan horas recogiendo leña fuera del PoC o desempeñando otras labores manuales para ganarse la vida. Así es como ganan dinero para mantener su familia", subraya Manengo.

Un futuro incierto

La UNMISS anunció en julio de 2020 que tenía la intención de iniciar un proceso de entrega de los cinco PoC que hay en el país, que transferiría las responsabilidades de gestión y seguridad de Naciones Unidas al Gobierno nacional. Cuatro de los cinco campos en Sudán del Sur, incluido Bentiu, ya han pasado de la protección de la ONU a ser administrados por las autoridades del país.

Una familia en una casa abandonada a las afueras de Bentiu Jan Grarup

Esta transferencia de responsabilidades es un motivo más de preocupación para muchas de las personas en los campos.En el PoC de Bentiu, pacientes de MSF y otros miembros de la comunidad afirman que ahora tienen miedo, principalmente por las condiciones de seguridad una vez que la ONU ya no esté presente. En medio de la incertidumbre, los equipos de MSF aseguran a la comunidad que la atención médica a la población de Bentiu no se suspenderá, independientemente del estado de protección de Naciones Unidas.

"La ONU reunió a la gente aquí y nos dijo que abandonarían este emplazamiento. Les dijimos que, si se van, sufriremos daños. No nos explicaron qué harán ni cuándo. No sé si tendremos protección", recalca Nyakuoth, una mujer de 50 años.

MSF gestiona un hospital de 116 camas en el PoC de Bentiu, con un servicio de hospitalización, una sala de urgencias para niños y adultos y un quirófano. Entre los pacientes de cirugía hay personas de otras partes de Sudán del Sur que han sido enviadas por los equipos de MSF en Pieri y Lankien. Estas personas son trasladadas en avión en medio de los violentos enfrentamientos y ataques en el estado de Jonglei.

El hospital también ofrece atención materno-infantil, incluso para partos complicados, así como asistencia a personas que han sufrido violencia sexual, atención de la salud mental, tratamiento para el VIH/SIDA, tuberculosis y desnutrición.

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