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Las riders denuncian acoso sexual: "Me he encontrado clientes que te abren la puerta desnudos"

Reportaje La hora de la 1  
  • Las repartidoras a domicilio aseguran que hay clientes machistas que las acosan cuando les entregan los pedidos

  • Las mujeres riders están en una situación de riesgo e inseguridad constante, según una encuesta de CC. OO.

5 min.

Entra un pedido a su móvil. Tienen que llevar la comida a un domicilio montadas en una bici o una moto. Al llegar, algunos clientes machistas las reciben desnudos o con insinuaciones. Creen que ellas deben seguirle el juego, sino amenazan con no pagar o ponerles mala puntuación en la aplicación que gestiona su trabajo diario. Son repartidoras a domicilio que denuncian que en su entorno laboral tienen que sufrir acoso sexual. Es la experiencia de Ana Mesones, que lleva una década repartiendo comida de restaurantes en Barcelona y que, asegura, “el acoso tras la pandemia se ha incrementado” y las aplicaciones como Glovo, Deliveroo, Uber Eats o Just Eats han contribuido a ello al mostrar sus fotografías y teléfonos personales. “Me he encontrado clientes que te abren la puerta desnudos, chantajes con puntuaciones o el típico si no pasas a tomar algo, no te pago”, ha explicado en ‘La Hora de La 1’.

Riesgo, inseguridad y acoso sexual

Esta repartidora veterana confiesa que se ha encontrado ante situaciones de riesgo, inseguridad y acoso sexual en el desempeño de su trabajo. Mesones añade a RTVE.es otro recuerdo de esta misma semana: “El otro día me llamó un cliente a las tres de la madrugada -al que le había llevado una pizza para cenar- para decirme que era muy guapa y que si quedábamos”. Como ella son otras las compañeras que se quejan de las situaciones a las que tienen que hacer frente con “algunos clientes”. “Por supuesto que no es con todos, es solo con los machistas, los que son animales, pero nosotras no tenemos por qué aguantar estas situaciones incómodas en nuestro trabajo diario”, puntualiza antes de añadir que para ligar “ya está Tinder”.

Eres muy guapa, dame tu número, por favor

La principal queja de las llamadas riders es que en algunas aplicaciones de comida a domicilio se identifica a las repartidoras con su foto y su teléfono personal. Eso se hace, explica Mesones, para que la empresa tenga controlado al repartidor y así el cliente sepa también quién le va a llevar el pedido. Sirve, a la vez, denuncia, “para que los clientes machistas, cuando ven que van a recibir el pedido por una repartidora, se insinúen”.

Ven, pasa, déjame el pedido acá en la mesa

Este testimonio se repite entre las compañeras y compañeros de la joven que han participado en una encuesta realizada por el sindicato CC. OO. Más de la mitad de las personas preguntadas aseguran que "las mujeres no trabajan en igualdad de condiciones que los hombres y que se encuentran en una situación de riesgo, inseguridad y acoso sexual constante”. Y, lejos de lo que se podría pensar, “cada vez hay más mujeres repartidoras, ya que la situación laboralhace que sean muchas compañeras las que hayan acudido a este tipo de trabajos”, argumenta Mesones.

También hay otra pauta, añade la repartidora: “Si contestamos o recriminamos esas actitudes machistas a los clientes, ellos nos puntúan de forma negativa en la aplicación, por lo que encima se nos penaliza”. Es justo lo que le ocurrió a otra de las entrevistadas por la organización de trabajadores: “Por ejemplo, el caso de una mujer que al subir el pedido, el cliente se insinuó y le reclamó su número de teléfono personal, que ella no quiso facilitar. Esta persona la puntuó mal y encima dijo que no había dado el pedido. La mujer fue sancionada y no pudo trabajar durante tres días porque tenía la cuenta bloqueada", apuntan desde CC. OO.

Denuncias que no llegan y plataformas que se desentienden

Para responder a la pregunta de por qué no denuncia este supuesto acoso ante las autoridades, Mesones cuenta otro episodio: “Era un día que iba a llevar la compra de un supermercado a una casa. La mujer me pidió que dejara los paquetes en la cocina y al hacerlo, me encontré a su marido en albornoz. En uno de los viajes del portal a la casa para dejar las bolsas, apareció el hombre con el albornoz abierto y diciéndome que le hiciera un trabajito”, explica enfadada. “Ni trabajito ni nada”, le dijo: “Yo ya estoy trabajando”. Ella asegura que dio parte de lo ocurrido a la empresa, pero obtuvo silencio como respuesta hasta que llegó un mensaje: “Te paso otro pedido”, cuenta que rezaba esta nueva comunicación.

Para las repartidoras la situación a la que tienen que hacer frente es la pescadilla que se muerde la cola: “Por mucha denuncia que pongas puedes perder el trabajo, así que no lo haces. Menos cuando la empresa misma no le da importancia”, apunta.

“Hay mucha precariedad” concluye explicando esta repartidora catalana que cree que ese es el motivo por el que no consiguen agruparse para denunciar las vejaciones que narran. “Llevo una década dedicada a esto, incluso antes de que existieran las plataformas, y solo me he ido de vacaciones un mes trabajando prácticamente siete días a la semana”, afirma mientras se pregunta qué haría si se quedara sin estos pedidos.

Entre sus reclamaciones para atajar el acoso hay varias peticiones. Entre ellas, que se eliminen las imágenes y los números de los repartidores de las aplicaciones. También poder puntuar a los clientes, ya que se están dando cuenta “de que muchas veces son los mismos”. “¿Si ellos nos pueden penalizar a nosotras por no seguirles el juego, por qué nosotras no podemos baremar que ellos no son respetuosos?, se pregunta Mesones que señala a la unión entre ellas como única salida, ya que “demostrar un acoso es prácticamente imposible, pues si llevamos una cámara, estamos cometiendo un delito”.

Las plataformas de reparto aseguran tener protocolos para evitar y responder a este tipo de conflictos. Desde Glovo apuntan también a RTVE.es que en su aplicación "el teléfono real no está disponible para ninguna de las dos partes, ya que la comunicación se hace a través de una centralita"

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