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El exceso de muertes un año después: ausencia de gripe, posible efecto cosecha y mortalidad más allá de la COVID

ANA MARTÍN PLAZA / DatosRTVE
6 min.

España sigue registrando más muertes de las esperadas respecto a lo habitual en años anteriores debido a la pandemia de COVID-19. Desde marzo de 2020 han fallecido al menos 80.000 personas más de lo previsto, según los datos provisionales del Sistema de Monitorización de la Mortalidad Diaria (MoMo) del Instituto de Salud Carlos III. Sin embargo, y sin haber dejado atrás los efectos de la tercera ola, febrero cerró con más fallecidos oficiales por COVID-19 que muertes por encima de las esperadas. No es el primer mes en el que ocurre pero sí en el que ha sucedido de forma más clara.

¿Qué está ocurriendo? Según el MoMo, en España se produjeron durante el segundo mes del año alrededor de 4.000 fallecidos más de los esperados para ese periodo en comparación con lo ocurrido en la última década. En cambio, en los 28 días de febrero, el Carlos III -que elabora su estadística a partir de los registros civiles- lleva contabilizados más de 6.000 muertos por COVID-19. Son, en todo caso, cifras provisionales, en constante actualización y revisión día a día.

Los expertos en epidemiología y demografía consultados por DatosRTVE apuntan fundamentalmente a dos hipótesis que podrían explicar que el MoMo funcione ahora peor como herramienta para medir el efecto del coronavirus en la mortalidad: la ausencia de gripe este año y el llamado ‘efecto cosecha’. Es decir, que se esté muriendo menos gente de la que en condiciones normales hubiera fallecido por su edad y patologías en febrero porque ya perecieron en los meses previos por la pandemia.

La "cocina" del MoMo

En cualquier caso, todos ellos coinciden en señalar que el exceso de mortalidad es un dato con "cocina estadística" que puede variar en función de los criterios que se apliquen para calcularlo y que hasta que no se conozca la estadística de defunciones por causa de muerte del Instituto Nacional de Estadística (INE) no se sabrá exactamente lo que está pasando en esta pandemia.

El MoMo -una de las herramientas que se han estado usando durante toda la pandemia para estimar el número de fallecidos por COVID-19- utiliza la serie histórica de mortalidad de los 10 años previos para calcular las muertes esperadas en un determinado periodo. Tradicionalmente se usaba para ver el impacto de fenómenos como las olas de calor o la temporada de gripe en invierno, pero la llegada del COVID-19 le dio una nueva dimensión. El propio Carlos III advierte en su metodología de que los datos pueden cambiar de forma retroactiva día a día a medida que se van recibiendo las notificaciones de los registros.

Este miércoles, el INE ha publicado la última actualización de su "Estimación del número de defunciones semanales (EDeS) durante el brote de COVID-19", la otra estadística que se consulta para saber qué está ocurriendo con la COVID-19 más allá de los datos oficiales del Ministerio de Sanidad, que por ahora solo contabilizan 71.727 fallecidos. Hasta la semana ocho del año -es decir, hasta el 28 de febrero-, han fallecido en España cerca de 89.597 personas por todas las causas, cerca de un 15 % más que en el mismo periodo de 2019. En este caso el INE usa los datos históricos de defunciones desde el año 2000 y también advierte de que se deben "tomar las cifras con cautela" dado que el modelo usado "podría subestimar o sobreestimar resultados".

'Efecto cosecha' en las cifras de mortalidad

Sobre el hecho de que en los últimos meses se hayan registrado más muertes "oficiales" por COVID-19 que exceso de mortalidad, el director del Centro de Estudios Demográficos de la Universidad Autónoma de Barcelona, Albert Esteve, se muestra cauto, pero apunta como hipótesis a que el nuevo coronavirus matara el año pasado a personas que hubieran muerto de otras causas y que eso esté provocando un "efecto rebote" en la mortalidad aunque todavía se produzcan muchos fallecimientos por la pandemia. "Cuando hay una epidemia tan severa que se lleva por delante a gente mayor, que son la gente que está más cercana a morirse, eso hace que en los años siguientes haya una mejora de la mortalidad", explica a RTVE.es.

El epidemiólogo Daniel López-Acuña, exdirector de Acción Sanitaria en Situaciones de Crisis de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y profesor de la Escuela Andaluza de Salud Pública, recuerda en esta misma línea que "quienes mueren por COVID no mueren por otra causa" de forma que "sin la COVID podría haber existido esa mortalidad que no vemos porque queda eclipsada" por la pandemia.

En este sentido, López-Acuña recuerda que mientras el exceso de mortalidad entre los mayores de 74 años durante la primera ola de la pandemia fue del 77 % en el periodo actual es solo del 21 %. Ello se debe, en su opinión, a que la COVID "ya se cobró" estas vidas al inicio de la pandemia y a que ahora, gracias a la vacunación en residencias, está habiendo menos brotes y por lo tanto mortalidad.

El director del Instituto de Economía, Geografía y Demografía del CSIC, Diego Ramiro, por su parte, cree que todavía es pronto para saber si se está produciendo este fenómeno llamado 'efecto cosecha' por el que la mortalidad baja después de épocas en las que se ha disparado. "Si la vacunación no va rápido y se relajan las medidas puedes tener un rebote adicional, no es descartable. Cuando termine la pandemia se verá si se tiene una 'mejor mortalidad', pero ahora mismo es pronto", sentencia.

Sin los muertos por gripe

"Las medidas preventivas como las mascarillas están afectando positivamente a otras enfermedades como la gripe", explica el demógrafo Albert Esteve, que cree que la ausencia de gripe puede estar también impactando en los datos de exceso de mortalidad dejándolos por debajo de los fallecidos por COVID

Diego Ramiro, por su parte, apunta también a la ausencia de gripe este año como consecuencia de las medidas de distanciamiento y uso de mascarillas como otra de las hipótesis probables para explicar que el exceso de mortalidad esté por debajo de las muertes por COVID. Según el INE, durante 2018 -el último año del que hay datos- fallecieron 1.852 personas por influenza. Un año antes, lo hicieron 1.175.

"Sin mortalidad por gripe, en circunstancias normales [sin pandemia] la curva estaría por debajo [de la de muertes esperadas]. La COVID te está rellenando esa curva que va por debajo de los fallecimientos esperados por no haber gripe", explica el director del Instituto de Economía, Geografía y Demografía.

El epidemiólogo Daniel López-Acuña también apunta a este "efecto indirecto" del uso de mascarilla y distanciamiento social. "Hemos tenido menos incidencia y mortalidad por gripe y eso contribuye a disminuir el número de muertes excesivas", señala este experto.

López-Acuña llama la atención sobre que parte del exceso de mortalidad ya no se deba a la COVID sino a la desatención de otras patologías. Para tener la fotografía completamente nítida de lo que está ocurriendo, habrá que esperar, coinciden todos los expertos, a los datos definitivos de defunciones por causa de muerte. El INE espera tener los de 2020 antes de diciembre, el mes que habitualmente hace pública esta estadística respecto al año anterior.

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