Israel ha vacunado ya a la mitad de su población con la primera dosis de Pfizer y a más del 30% con la segunda. Desde hace unos días, el país se encuentra en la segunda fase de su tercera desescalada, en la que no todo reabre para el público en general. Gracias al conocido como 'pasaporte verde', aquellos israelíes inmunizados tendrán acceso a actividades restringidas para los que no hayan recibido las dos dosis de la vacuna.
El 19 de diciembre, el primer ministro, Benjamin Netanyahu, fue el primer israelí en recibir la vacuna y, desde entonces, el país se ha situado a la cabeza mundial de inoculación por número de habitantes. Fue el acuerdo alcanzado con la farmacéutica: acelerar la campaña de inmunización para compartir cuanto antes los resultados. Es decir, convertir a Israel en un laboratorio sobre la efectividad de la vacuna. Y así ha sido.
Estudios preliminares han venido confirmando lo que se probó en los ensayos clínicos. Incluso el Ministerio de Sanidad ha publicado un listado en el que, entre otros beneficios, se apunta a un 98,9% de reducción de las hospitalizaciones y a un 98,9% de prevención de muertes con coronavirus, dos semanas después de la segunda dosis.
Soluciones imaginativas para combatir las reticencias de parte de la población
El país, con poco más de 9 millones de habitantes y un sistema de salud robusto y organizado, vacuna ya a todas las franjas de edad. Dosis no faltan, pero sus autoridades comprueban con preocupación que el ritmo de vacunación se ha ralentizado. Se han habilitado todo tipo de espacios, incluidos pabellones deportivos como el Arena de Jerusalén, con capacidad para inocular a 2.500 personas por jornada.
Radio Nacional lo visitó hace unos días, en una "jornada floja" en palabras de su portavoz, con poca afluencia. Nos cuentan algunos sanitarios que incluso quienes acuden a inyectarse la dosis, lo hacen con miedo por lo que han leído o escuchado. Entre los jóvenes hay aún más reticencia, lo que está obligando a tirar de soluciones imaginativas.
El ayuntamiento de Tel Aviv colabora con cafés y restaurantes para entregar comida y bebida gratis, como incentivo para vacunarse. Un puesto móvil en uno de sus famosos bares invita a cerveza y hasta una conocida multinacional de venta de muebles ha comenzado a inocular en sus tiendas. "Si los jóvenes no acuden a la vacuna, la vacuna acudirá a ellos", es el lema.
Salvoconducto para los vacunados
Tras tres confinamientos nacionales, Israel está inmerso en su tercera desescalada. El 21 de febrero implementó la segunda fase, con una novedad. No todo reabre para todo el mundo. Mercados y centros comerciales, para el público en general. Gimnasios, hoteles o piscinas, únicamente para los inmunizados.
Es el llamado "pasaporte verde", un certificado que da acceso a instalaciones y actividades que estarán restringidas para quienes no hayan recibido las dos dosis. Y planea, además, acuerdos con terceros países para crear "corredores turísticos" solo para vacunados. Un documento que se puede obtener una semana después de la segunda dosis, a través de una aplicación en el teléfono móvil o de una página web.
Problemas técnicos que se están intentando solventar han obligado a aceptar, durante los primeros días, el papel escrito que el Ministerio de Sanidad entrega a cada vacunado. Una medida que ya ha encontrado cierta oposición, que cientos de personas manifestaron en una concentración en Tel Aviv, en contra de "tener que vacunarte, quieras o no, para poder acudir a algunos lugares", afirmaba una participante.
La estrategia de Netanyahu
Israel está, además, a las puertas de sus cuartas elecciones en dos años y la vacunación está siendo eje central de la campaña. Sobre todo para Netanyahu, tratando de capitalizarla como un éxito personal. Sentado en el banquillo por corrupción, el primero en el ejercicio del cargo en la historia del país, la vacuna es su gran baza y no pierde ocasión para utilizarla.
Se marcó el objetivo de llegar al 23 de marzo --día de la cita con las urnas-- con más de 5 millones de sus habitantes habiendo completado la inmunización. Una estrategia que, por el momento, le ha reportado atención internacional aunque no todo han sido elogios. El primer ministro que más años lleva al frente del país, ha recibido críticas por la falta de acceso a las dosis en los Territorios Palestinos Ocupados. Su Gobierno insiste en que, bajo los Acuerdos de Oslo, es responsabilidad de la Autoridad Nacional Palestina proporcionar la vacuna a su población.
Organizaciones de Derechos Humanos responden que, como potencia ocupante, lo es de Israel. Se está vacunando a la población colona de los asentamientos, pero no a la palestina que está bajo control total israelí. Expertos de Naciones Unidas han pedido un reparto igualitario porque, aseguran, "lo contrario sería moral y legalmente inaceptable". Y eso que algunos expertos señalan como "la geopolítica de las vacunas" ha alcanzado un nuevo nivel con lo revelado por medios israelíes. Benjamin Netanyahu tiene la intención de entregar miles de dosis a "gobiernos afines" a cambio de apoyo diplomático.