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'No tires las cartas de amor' y otras lecciones de Joan Margarit, el poeta arquitecto

  • El poeta catalán, fallecido a los 82 años, pensaba que la poesía era "una de las pocas cosas que consuelan"

  • Dedicó su vida profesional a la arquitectura y decía que casas y poemas no debían ser "ni originales, ni suntuosos"

ESTEBAN RAMÓN
3 min.

Decía Joan Margarit que el mejor consejo para escribir poesía, se lo robó a un maestro de arquitectura: “Una casa no debe ser ni independiente, ni hecha en vano, ni original, ni suntuosa. Lo mismo pienso de la poesía”. El poeta, fallecido a los 82 años, fue coronado con el Premio Cervantes en 2019, un galardón abonado a reconocer a la poesía en los últimos años, y que encontró en el catalán a un autor culto y accesible.

Dedicó su vida a estructurar poemas y edificios, y nunca ocultó que la arquitectura era el pilar que permitía el ornamento poético. “Mi vida profesional y económica ha sido la arquitectura y me ha sido de gran ayuda siempre. No hay en la historia de la humanidad y de la ciencia un momento más importante que cuando esa especie de animal que éramos salió de la cueva y se construyó una casa”.

Miguel Poveda le pone voz a los versos de Joan Margarit

Margarit recordaba que si la poesía es un género milenario, tal vez lo sea por una razón poderosa. “Desde La Ilíada no ha peligrado nunca: creo que más bien acabará peligrando la prosa por esta montaña de novelas que no dicen nada. La mala prosa y la mala poesía sí que están en peligro. La buena no, porque consuela y el consuelo se vende muy caro. Hay muy pocas cosas que consuelan”, opinaba.

"Si no tienes una vida, mal podrás hacer un puñetero poema"

Ni siquiera a la hiperaceleración de la modernidad le concedía la posibilidad de destruirla. “La poesía requiere esfuerzo y estamos en un mundo donde el esfuerzo no tiene buena prensa. Pero busque un lector de poesía y pregúntele si quiere cambiar por otra cosa”, proponía como desafío.

Parafraseando el título a Rilke, Margarit escribió Nueve cartas a un joven poeta, aunque el único mandamiento se resumía en una palabra: vivir. “Para hacer poesía se necesita una vida. Si no tienes una vida, mal podrás hacer un puñetero poema. Y una vida quiere decir que una vida sentimental, una vida sexual, una vida económica, una vida profesional, etc.”, enumeraba.

Al concederle el Cervantes, el entonces ministro de Cultura, José Guirao, leyó uno de sus poemas más célebres, "No tires las cartas de amor", una reflexión sobre lo duradero y perecedero en la memoria, que hoy arrastra aún más resonancias.

"No tires las cartas de amor"

No tires las cartas de amor

Ellas no te abandonarán.

El tiempo pasará, se borrará el deseo

-esta flecha de sombra-

y los sensuales rostros, bellos e inteligentes,

se ocultarán en ti, al fondo de un espejo.

Caerán los años. Te cansarán los libros.

Descenderás aún más

e, incluso, perderás la poesía.

El ruido de ciudad en los cristales

acabará por ser tu única música,

y las cartas de amor que habrás guardados

serán tu última literatura.

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