Primer trimestre de 2008. Esa fue la última Encuesta de Población Activa (EPA) en España que dejó una tasa de paro de un dígito. Venía pasando durante once trimestres seguidos. El resto de la serie histórica que comienza en 2002 lleva dos dígitos. En todo ese tiempo el PIB, como casi cualquier cosa en la vida, ha estado bien, mal y regular. La tasa de paro, casi siempre mal.
Es lógico que en periodos de recesión el desempleo aumente. En los peores momentos de la crisis posterior a la caída de Lehman Brothers, la tasa de paro en España llegó a alcanzar el 26,9% (primer trimestre de 2013). Sin embargo, puede resultar más extraño que cuando la economía se recupera, el desempleo continúe siendo alto. Eso tiene un nombre: histéresis.
Eso sucedió recientemente. Después del peor momento, España sólo fue capaz de llevar a un suelo del 13,78% la tasa de paro. Fue en el cuarto trimestre de 2019, el último libre de los efectos de la pandemia.
Más de lo mismo por la pandemia
El nuevo periodo de recuperación que se prevé tarde o pronto, dependiendo de los rebrotes y el proceso de vacunación, traerá previsiblemente más de lo mismo.
“No se puede descartar el riesgo de que se registren fenómenos de histéresis“
"No se puede descartar el riesgo de que, a pesar de la contundencia de las medidas aplicadas (tanto en términos de los esquemas de mantenimiento del empleo a corto plazo como de provisión de liquidez a las empresas), se registren fenómenos de histéresis en el mercado de trabajo”, dice el último informe de proyecciones macroeconómicas del Banco de España.
El supervisor contemplaba en ese informe, publicado en diciembre, que la tasa de paro no volverá a estar como la dejamos antes de la pandemia hasta 2022 en el mejor de los casos, y más allá de 2023 en el peor escenario.
Eso significa que necesitaremos dos años, como mínimo, sólo para recuperar un nivel de desempleo que ya era alto. Descrita así la fotografía, parece claro que a la economía española le espera, de nuevo, la histéresis.