De entre las múltiples variantes del SARS-CoV-2 que se han detectado en todo el mundo, hay tres que preocupan especialmente: las de Reino Unido, Sudáfrica y Brasil. No solo porque estas versiones mutadas puedan aumentar la capacidad de contagio y la mortalidad del patógeno, algo que de momento solo se ha demostrado en el primer término; sino también por su posible interacción con las vacunas ya aprobadas y con las futuras.
Respecto a las dos vacunas ya autorizadas en la Unión Europea, las de Pfizer y Moderna, ambas han seguido mostrando su eficacia ante la variante británica, que ya ha aparecido en pacientes de numerosos hospitales españoles y podría convertirse en la cepa dominante durante las próximas semanas.
Efectos en la vacuna de Pfizer
Las pruebas realizadas en laboratorio por Pfizer indican que el impacto de la variante británica en su vacuna es mínimo. Los científicos crearon sintéticamente un virus que reproducía las mutaciones encontradas en Reino Unido, y lo enfrentaron a muestras de sangre de personas inmunizadas. Los anticuerpos consiguieron neutralizarlo de manera efectiva.
Pfizer aún no ha concluido las pruebas con cultivos in vitro para ver qué sucede con las variantes sudafricana y brasileña, aunque los primeros indicios apuntan a que en ambos casos la vacuna podría perder algo de efectividad, lo que no significa necesariamente que el organismo humano quede expuesto completamente al virus. Por ejemplo, los ensayos de Moderna han demostrado que los niveles de protección ante la variante surafricana es seis veces menor que ante la variante británica, aunque por encima de los niveles mínimos necesarios.
Efectos en la vacuna de Moderna
En el caso de la vacuna de Moderna, la farmacéutica estadounidense ha asegurado que su vacuna "neutraliza" las variantes británica y sudafricana del virus SARS-CoV-2, según los resultados preliminares de pruebas clínicas. Sobre la variante brasileña, aún no se ha pronunciado, aunque esta guarda grandes similitudes con la variante sudafricana, por lo que se espera unos niveles de resistencia similares ante las vacunas. No obstante, ya está desarrollando una variante de su vacuna sólo para la cepa surafricana.
Tanto la vacuna de Pfizer como la de Moderna, que se basan en ARN mensajero, utilizan la proteína S como antígeno para generar una respuesta inmune en el organismo humano, pero los anticuerpos generados suelen reconocer distintos dominios de esta proteína. Las nuevas variantes solo contienen cambios en algunas regiones de la proteína, lo que reduce el riesgo de que los anticuerpos inducidos por la vacuna sean incapaces de contrarrestar al virus.
Efectos en la vacuna de Oxford/AstraZeneca
Sobre la vacuna desarrollada por la Universidad de Oxford y la farmacéutica AstraZeneca, que se espera que sea aprobada por la Agencia Europea de Medicamentos (EMA) este viernes, los investigadores creen que será efectiva al menos contra la variante británica del coronavirus, a expensas de que ofrezcan los resultados de los ensayos in vitro que están llevando a cabo para averiguarlo. En estos momentos, un ensayo clínico se está desarrollando también en Sudáfrica para comprobar si allí la vacuna sigue funcionando.
¿Existe el riesgo de volver a la casilla de salida?
Vacunas como la de Pfizer o Moderna, y en general todas las que se están desarrollando a nivel mundial desde diferentes enfoques y tecnologías, se pueden actualizar con relativa rapidez. Por ello, es muy importante detectar lo antes posible las posibles variantes que puedan surgir. En este sentido, el Ministerio de Sanidad español, junto con las comunidades autónomas, acaba de aprobar un protocolo para vigilar la aparición y circulación de nuevas mutaciones.
Pero incluso en el peor escenario, no sería necesario retomar el proceso desde el principio, ya que solo haría falta una reformulación de las vacunas. Todas ellas se han diseñado sobre el virus que se aisló y se secuenció genéticamente al comienzo de la pandemia, a partir de los primeros casos en Wuhan; así que habría que cambiar la cepa del virus de referencia, un proceso que solo llevaría unas pocas semanas.
La inmunidad no se perdería por completo en ningún caso
Si se producen mutaciones que escapen al escudo protector desplegado por las vacunas, ninguna de ellas provocará que toda la inmunidad poblacional adquirida hasta ese momento se venga abajo, ya que habría escalas de inmunidad, y no toda la población inmunizada sería completamente susceptible frente a la infección, aunque es cierto que una parte que antes era inmune, ya no lo sería.
En este escenario, sería necesario revacunar y reconstruir esa protección inmunológica, especialmente en los grupos más vulnerables. Algo muy similar a lo que ocurre con la vacuna de la gripe en la actualidad.